La Artritis Reumatoidea (AR) es la
artropatía inflamatoria más frecuente a nivel mundial
con una prevalencia estimada del 0,5 al 1% en los países
desarrollados. Todos los aspectos del manejo médico de
la AR han sufrido cambios sustanciales en los últimos 20
años. A mediados de los años 90 numerosos artículos
reportaban la instalación de daño estructural precoz en
pacientes con AR aún asintomática que si no era
diagnosticada y tratada, llevaba a que un número
superior a 50% de los pacientes llegaran a discapacidad
funcional con el transcurrir del tiempo. Además empezó a
considerarse enfermedad sistémica, con fuertes
implicancias en la calidad de vida, y también empezaron
a cuantificarse sus consecuencias sociales: aumento de
costos directos e indirectos, bajas tasas de
productividad, mortalidad prematura y jubilación
temprana.
Debido a estos conocimientos, sumado a una
interpretación más exacta de la fisiopatogenia, un
cambio en el enfoque del tratamiento fue realizado hacia
una terapia temprana y agresiva con los objetivos de
mejorar el pronóstico y prevenir la progresión
radiográfica. La ventana terapéutica para actuar y
modificar la enfermedad se ha establecido en 3 meses, ya
que se sabe que hay biomarcadores y sinovitis varios
años antes de la aparición de sintomatología clínica.
Esto condujo a importantes esfuerzos por parte de los
reumatólogos para concientizar a clínicos y a médicos de
atención primaria que debieran identificar los pacientes
muy precozmente, y derivarlos a tiempo .Con esta
difusión junto al advenimiento de los medicamentos
“biológicos” (año 2000) que se sumaron a las drogas
modificadoras ya existentes (DMARD sintéticos ) la
oportunidad de mejorar el pronóstico puede considerarse
hoy una realidad.
En concordancia con estos cambios, fue necesario
redefinir los criterios de clasificación, de remisión y
las herramientas para medir actividad de la enfermedad.
Nuevos criterios ACR/ EULAR 2010 fueron propuestos para
AR1. Los criterios previos (año 1987), servían para
identificar pacientes con AR establecida, a veces
erosiva, pero fallaban en la pesquisa de pacientes con
enfermedad temprana que se benefician con una
intervención rápida, agresiva, y modificada
permanentemente. En contraste, la clasificación del 2010
se presenta como una herramienta más idónea, ya que
tiene como objetivo específico identificar a pacientes
con enfermedad temprana con alto riesgo de progresión de
la misma. Tan es así, que incluye criterios clínicos,
anomalías serológicas, reactantes de fase aguda, y
duración de los síntomas.
Los avances terapéuticos ya mencionados y el cambio de
estrategia de tratamiento (ahora llamado tratamiento por
objetivos) permite hoy hablar de llegar a remisión o al
menos a bajo nivel de la enfermedad. .
Recientemente, en el año 2011 el grupo ACR/EULAR ha
propuesto Criterios de definición de remisión2 que
incluyen: falta de progresión radiológica, mantenimiento
de la función física, y ausencia de discapacidad . Estos
nuevos criterios de ACR/EULAR son rigurosos y limitan el
número de pacientes clasificados como remisión. Quedan
controversias sobre la decisión de inclusión de la
evaluación global del médico en los criterios de
remisión así como el potencial impacto de imágenes de
alta sensibilidad en la definición que aun son
discutidos.
Otro aspecto importante en el cuidado y manejo de
pacientes con AR es la detección de la enfermedad
cardiovascular (ECV). Existe hoy evidencia que hay un
aumento de la mortalidad en AR asociado a ECV precoz y
esto sería debido a un proceso de ateroesclerosis
acelerada3. Numerosos mecanismos complejos han sido
descriptos e incluyen: los factores cardiovasculares
tradicionales, la inflamación crónica persistente y
factores genéticos4,5. Algunos estudios han
demostrado un aumento en el engrosamiento de la intima
media de la carótida en pacientes con AR Juvenil, y
advierten el riesgo de ateroesclerosis acelerada en esta
población. Por otra parte, las adipokinas son moléculas
no solo implicadas en el desarrollo de síndrome
metabólico, sino también en la patogenia de diferentes
enfermedad autoinmunes incluida la AR6,7. Los
mecanismos de disfunción endotelial son un paso crucial
temprano en el proceso de aterogénesis y que no están
completamente comprendidos en la AR.
Las drogas anti-TNFα constituyen hoy un recurso
fundamental en la terapia de la AR en pacientes con
enfermedad severa y refractaria a DMARDs, mejor aun si
se indican precozmente. Algunos estudios han confirmado
el efecto beneficioso de terapia anti-TNFα Adalimumab en
la función endotelial, con mejoría persistente de dicha
función, sin progresión del engrosamiento de la íntima
de la carótida8. Este hecho es de potencial relevancia
clínica, así el uso de terapia anti-TNFα se asociaron
una disminución de la mortalidad en AR debido
principalmente a la reducción de la incidencia de los
eventos cardiovasculares9.
En conclusión, el enfoque en el diagnóstico,
seguimiento, y tratamiento de la AR ha cambiado
radicalmente, debiendo el internista estar preparado
para un diagnóstico temprano y para derivación precoz al
médico reumatólogo, todos con objetivos claros de
prevenir la discapacidad , el daño estructural y la
enfermedad cardiovascular precoz.
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