2008     2010  Volumen 67  n° 3

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EDITORIAL


LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN DOCENTE
The importance of the teaching Training
Lic. Cristina Andreone
Revista Facultad de Ciencias Medicas 2010; 67(3): 99-103

 


Para ubicar los ejes centrales de esta temática es pertinente comenzar con el siguiente interrogante:
¿Cuáles son los saberes que debe tener un docente?
Su respuesta nos direccionan hacia los tres campos de conocimientos que configuran el perfil de quienes están en la docencia.
En primer lugar, el conocimiento de los contenidos específicos de la disciplina de la cual somos responsables. Saber lo que se enseña constituye la base de toda acción docente. Lo que enseñamos se articula con lo que hacemos profesionalmente.
La permanente actualización disciplinar es un compromiso que nos involucra como sujetos responsables. Las ciencias avanzan de manera permanente y los conocimientos se actualizan y reformulan. A medida de que estos avances se van produciendo el profesional debe preocuparse por realizar una capacitación continua que le permita responder de manera activa y responsable a los nuevos conocimientos que se van incorporando en su área profesional.
Pero, además, construye su propio campo experiencial que aporta saberes a su práctica y a la vez genera teoría. Nuestra validación como docentes se configura en la propia práctica que desarrollamos en nuestra disciplina y la capacidad que generamos para sistematizarlas y transformarlas en un conocimiento posible de socializar, es decir de transmitir a otros. Sencillamente hay que saber en profundidad lo que enseñamos si queremos ser buenos enseñantes.
En segundo lugar debemos incorporar un conocimiento pedagógico- didáctico. Esto significa que la docencia es una profesión que tiene un campo de acción, de investigación y de producción de conocimientos que le es propio. Quien es docente debe tener una formación que le posibilite ejercer de manera competente dentro de este campo profesional.
Y en tercer lugar es necesario conocer a los destinatarios de la acción docente. ¿Quienes son los alumnos, como se configuran las estrategias de aprendizaje que los mismos utilizan?. Los sujetos de aprendizaje son, fundamentalmente, sujetos sociales inmersos en una cultura que incide en sus modos de aprender y actuar. Los alumnos, estos sujetos psicosociales ¿en que etapa de su formación están? ¿cuáles han sido sus experiencias previas?, ¿Qué conocimientos tienen sobre el objeto de estudio que se esta desarrollando?. Siendo la docencia una relación interpersonal, es decir una relación entre personas, conocer las características de ese otro que son los alumnos supone una condición básica en la tarea docente.
Teniendo en cuenta estos “saberes” que configuran el perfil docente, nos vamos a referir específicamente al saber pedagógico didáctico que es el que le confiere la identidad profesional a quién se desempeña en esta tarea.
¿Todos podemos enseñar? Se podría responder a esta pregunta diciendo que toda persona que tiene interés y capacidad para transmitir lo que sabe a otros, puede ser docente. Y si hacemos un poco de historia, quizás se de razón a esta afirmación. Muchos pueden sostener que conocieron excelentes maestros que no tuvieron que estudiar pedagogía para enseñar bien. Y también podemos afirmar lo contrario que algunos pedagogos, no son buenos docentes. Entonces se corre el riesgo de llegar a la conclusión que la pedagogía no es una ciencia y que por lo tanto no es necesaria para la formación de los profesores. La negación a esta afirmación nos lleva a contextualizar el tema sobre la Formación Docente.
Podríamos remontarnos al siglo XVII cuando Comenio en su libro “La didáctica Magna” desarrolla un método para organizar la enseñanza y a partir de sus investigaciones le da identidad científica al campo de conocimiento de la educación sistemática institucionalizada.
Los aportes de Comenio al campo de la educación tienen una proyección que se consideran de importancia en la actualidad.
Dos ideas fuerza le dan vigencia a este gran pedagogo del siglo XVII: el valor que le asigna a la educación formal, es decir a la escuela pública como el lugar donde los hombres se humanizan, considerando que las Instituciones Educativas deberían brindar la misma calidad de enseñanza a todos por igual.Y el diseño de un método didáctico centrado en el conocimiento directo de las cosas: “…hay que enseñar los hechos reales, no las sombras de las cosas…” expresaba.
Varios son los aportes pedagógico-didácticos de Comenio al campo educativo.
Rescataremos, de manera sintética, algunos de ellos:
El maestro debe, en primer lugar, conocer las cosas que enseña
El maestro, además de utilizar un método de enseñanza debe constituirse él mismo en un modelo para sus alumnos.
El método de enseñanza debe contemplar: que contenidos se
deben enseñar, como se los debe transmitir y cuál es la secuencia con que deben ser enseñados.
Centrar la enseñanza en el alumno y en sus posibilidades de
aprendizaje. Dice: “No debemos enseñar lo que sabemos, sino lo
que son capaces de aprender los alumnos»
Cada uno de estos aportes tienen una relevancia actual que se los considera un marco de referencia para “pensar la docencia”. Analicemos:
Conocer lo que se enseña. Si bien esto parecería una obviedad, no todos los que se dicen docentes manejan con propiedad el contenido disciplinar, como se expresó al comienzo de este escrito. Los avances permanentes que se producen en los diferentes campos disciplinares e incluso avances que provienen de diferentes corrientes investigativas pueden generar en los profesionales necesidades de actualización permanente que deben ser asumidas desde un compromiso personal. Las actuales tecnologías favorecen la posibilidad de estar en contacto con las nuevas investigaciones que se producen en cualquier lugar del planeta.
Siguiendo a Comenio, en otro punto señala: el maestro debe constituirse en un modelo para sus alumnos. Este principio dentro de la formación en salud, tiene una fuerza muy significativa considerando que los alumnos, en la mayoría de las asignaturas curriculares, aprenden la profesión al interior de las instituciones donde esta se ejerce, por lo que el docente enseña a la par que realiza su trabajo profesional. Los alumnos establecen una relación vincular con los profesores que está mediatizada tanto por el contenido de la disciplina como por la observación de la práctica profesional que ellos desarrollan. En este sentido aprenden la profesión participando en la dinámica institucional. Toda acción que desarrolla el equipo de salud tanto en lo relativo a la vinculación con los pacientes, como también por la comunicación que se establece entre los integrantes del mismo, se constituye en una situación modélica para el alumno.
Comenio hace referencia al método de la enseñanza desde una mirada rigurosa, entendiendo que es importante realizar una correcta selección de los contenidos, lo que pedagógicamente lo caracterizamos con la pregunta ¿que enseñar?. En este sentido, la selección de los contenidos adquiere relevancia por cuanto esta selección se articula con tomas de decisiones sustantivas que deben responder a objetivos articulados con el perfil profesional de quienes se están formando.
Relacionado con la selección de los contenidos promueve la importancia de establecer un método de enseñanza para lograr los aprendizajes en los alumnos determinando una lógica en la secuenciación en que los mismos serán presentados.
Como síntesis de su propuesta destaca la importancia de centrar la enseñanza en el alumno. Las más recientes investigaciones en el campo de la psicología del aprendizaje acentúan el valor que todo docente debe atribuirle a los conocimientos previos de los alumnos, sus experiencias y su etapa de desarrollo. Específicamente en la formación universitaria centrar la enseñanza en el alumno supone recuperar los conocimientos aprendidos en experiencias educativas anteriores. En este aspecto Ausubel, psicólogo educacional, de la década del 80, puntualiza la necesidad de todo docente de indagar sobre los conocimientos que el alumno ha adquirido con anterioridad.
Realizada estas consideraciones, podríamos afirmar que desde el siglo XVII comienza a considerarse a la pedagogía en el campo científico. Al interior de este escenario queremos ubicar la docencia universitaria destacando la necesidad de valorar la formación pedagógica del profesorado.
Reconocemos la importancia de propuestas institucionales que en el ámbito de nuestra Universidad Nacional de Córdoba han incorporado la formación docente, como específicamente se instituyó en la Facultad de Ciencias Médicas, desde el año 1946 cuando se inician las adscripciones a las cátedras después de una valoración de idoneidad en los contenidos disciplinares y de pruebas de suficiencia en idiomas. A partir de allí se fueron realizando modificaciones sobre las exigencias para asumir actividades docentes hasta formular el Plan de Formación Docente, que lleva implícito el reconocimiento de la necesidad de preparar al profesorado en el área pedagógico-didáctica.
Retomando la pregunta:¿es necesaria la pedagogía para ser un buen docente? La respuesta es positiva, pero además, si a la formación pedagógica le sumamos condiciones personales para establecer vínculos educativos y compromiso por la enseñanza los resultados de quienes están formándose serán altamente positivos.
Ser docente supone poseer conocimientos pedagógico-didácticos, los que se ampliarán con la experiencia que se genera a partir de la práctica y la reflexión sistemática que de ella hacemos.
Cuando centramos el análisis en las prácticas surge la importancia de analizar el espacio o contexto en donde esta se desarrolla. Podemos plantearnos un nuevo interrogante: ¿La calidad de la enseñanza se explica por la acción individual y autónoma del docente?
La respuesta a este interrogante la tenemos que analizar desde el contexto de actuación de la práctica profesional, la cual está ligada a aspectos socio-culturales, económicos, institucionales, curriculares y normativos. Estos factores, que Gimeno Sacristán denomina, la multideterminación de la práctica, están presentes en cualquier acto educativo formal.
Los factores socio-culturales contextualizan e impactan en los docentes de manera directa e indirecta. Actuamos dentro de una realidad que nos contiene y donde construimos nuestra propia subjetividad en relación con los otros y las situaciones contextuales. Pero centralmente los docentes nos movemos al interior de una Institución que da cuenta de su historia, de la representación social que de ella tienen los sujetos y de las prácticas curriculares instituidas en la misma.
La cultura institucional opera con fuerza sobre la práctica docente, pero además las experiencias que cada uno tuvo desde el lugar de alumno influyen fuertemente en la representación que se construye sobre la profesión. Si bien la individualidad de cada docente, sus maneras de entender la profesión, los espacios de formación por los que transitó conforman su identidad como profesor, esta se ve influida por las condiciones concreta en donde se desempeña. Podemos preguntarnos: ¿La formación pedagógica de los docentes se observa de manera directa en la práctica de enseñanza?
La respuesta requiere del análisis de dos aspectos: en primer lugar los cambios en educación son mas lentos por la complejidad que tienen dentro del espacio social. La educación, en el imaginario colectivo, posee una identidad constituida por modelos culturales, sociales y psicológicos. Nadie discute que las Instituciones Educativas son un lugar transcendente y necesario para el desarrollo del tejido social, lo que le confiere una fuerza de permanencia y de “custodia” de su espacio. Por eso, en este sentido, la “amenaza” de cambio no es aceptada fácilmente. Se acude a justificaciones de que si todo esta bien desde hace mucho tiempo porque habría que introducir modificaciones.
La innovación produce una sensación de pérdida de la historia académica -institucional.
En segundo lugar, el docente formado que quiere introducir cambios se encuentra frente a prácticas sostenidas en el tiempo por quienes conducen los espacios de gestión y suele por lo general adoptar una actitud de negación a sus propias convicciones y se mimetiza con las aceptadas institucionalmente.
Esto nos lleva a reflexionar sobre si los cambios deben realizarse desde los espacios de gestión académica o si estos también pueden impulsarse desde las bases docentes. Si ambas fuerzas confluyen para generar las prácticas innovadoras que la sociedad está demandando resultaría la ecuación más positiva, pero estas confluencias están inscriptas en la complejidad que supone pensar y actuar en el espacio institucional. Toda innovación debe construirse desde un trabajo en equipo que involucre, no solo a los profesores, sino también a los alumnos como destinatarios de los procesos educativos.
En las profesiones relacionadas con la salud, es necesario fortalecer la comunicación y el diálogo con el objetivo de generar la construcción de un verdadero equipo de trabajo, donde cada integrante del mismo tenga la posibilidad de interactuar, de brindar sus puntos de vistas, sus conocimientos, sus experiencias. Potenciar las competencias comunicativas de todos es un desafío necesario para la construcción de cambios innovadores.
Ejemplificando con la realidad de la Facultad de Ciencias Médicas podemos analizar la manera en que los procesos de cambio, tanto en los aspectos curriculares, como en lo relativo a los aspectos organizacionales son caminos difíciles de transitar. Tengamos en cuenta que la tradición académica de la Facultad tiene un peso sustantivo frente a las posibles transformaciones y en consecuencia la resistencia a introducir nuevas propuestas son fuertes y sostenidas. Desde un análisis histórico y contextual esta realidad es comprensible y forma parte del proceso interno de la Institución, pero es importante reconocer que el actual escenario social, económico y científico está necesitando perfiles profesionales capaces de incorporar cambios profundos en la sociedad y en este sentido, la responsabilidad de quienes están formando profesionales para este futuro complejo y dinámico, es un desafío académico que hay que asumir.
Retomando el eje de estas reflexiones: la importancia de la formación docente, sostenemos que el planteo sobre su valor resulta indiscutible. A partir de los procesos de globalización cultural, la educación y las investigaciones realizadas sobre la misma, van mostrando nuevas maneras de entender los procesos educativos y su importancia para el crecimiento de la sociedad. En el ámbito universitario, dada su especificidad, los avances en el campo pedagógico son mas recientes. No se puede pensar la docencia sin procesos de formación específica en el área, así como un profesor de nivel medio no puede ejercer la docencia si no tiene formación pedagógica, este requisito esta comenzando a incorporarse para los profesores del nivel Superior. En el marco de la Ley de Educación Superior se le asigna un importante valor a la formación pedagógica de los docentes. Las maestrías o especializaciones en Docencia Universitaria que han surgido en los últimos años dan cuenta de esta tendencia.
Un profesor universitario formado pedagógicamente, adquiere las competencias necesarias para ejercer la docencia desde una mirada crítica, comprometida y demandante de mejores condiciones de trabajo, porque los cambios estructurales y las reivindicaciones laborales solo pueden ser adquiridas y sostenidas con docentes capacitados en la enseñanza.

A modo de conclusión
Se recupera la importancia de comenzar citando a Amos Comenio, por considerar que sus aportes al campo de la pedagogía tienen la misma fuerza analógica que se le asigna a Hipócrates en el campo de la Medicina. Buscar en los clásicos las primeras indagaciones científicas nos ayudan a reflexionar sobre la realidad actual y las demandas que de ella surgen.
Se consideró esencial resaltar la particularidad de la Institución Universitaria donde se forman los futuros profesionales del área de la Salud, que le confieren al docente un doble desafío: por un lado construir un escenario educativo que favorezca los procesos del enseñar y aprender, y por el otro constituirse en un modelo profesional por cuanto debe articular en un mismo espacio la docencia con la asistencia.
Profundizar en el “ser docente hoy” significa reflexionar en torno a la sociedad del conocimiento, en este siglo signado por los avances permanentes tanto en el campo de la tecnología como en el de la ciencia y las artes.
Con relación al perfil del profesorado se destaca que la pedagogía es ciencia pero además es arte. En esto se asemeja a la Medicina que se la considera dentro del campo de las ciencias pero también se la identifica con la expresión: “el arte de curar”. Del mismo modo hablamos del “arte de enseñar” como la capacidad creativa y la disposición para ser profesor. El arte remite a la creación, a la búsqueda permanente de nuevas experiencias.
La creación como ejercicio humano esta expresada genialmente en las palabras de un grande de la pintura contemporánea

“La inspiración existe pero debe encontrarte trabajando”
                                                      
   Pablo Picasso

BIBLIOGRAFIA


1. Luzuriaga,L.:“Historia de la Educación y la Pedagogía”.Losada. Bs. As. 1959
2. Gimeno Sacritán,J. Pérez Gómez, A.:“Comprender y transformar la enseñanza”. Morata. Madrid 1994
3. Meirieu, P.: “La opción de educar”. Ed. Octaedro. Barcelona. 2001

 



 


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