TRABAJOS DE CASUÍSTICAS Y
CASOS CLÍNICOS
HEMATOMA MEDIASTINAL
ESPONTÁNEO SECUNDARIO A RUPTURA DE ADENOMA QUÍSTICO DE
PARATIROIDES ECTÓPICA
SPONTANEOUS MEDIASTINAL HEMATOMA AS INITIAL PRESENTATION OF
CYSTIC ADENOMA OF ECTOPIC PARATHYROID
Bürgesser María Virginia*, Diller Ana*, Bustos Mario
Eduardo**, Debernardi Diego Martín**, Bernabeu Francisco***
Revista Facultad de Ciencias
Medicas 2011; 68(3):1164-167
*Servicio de
Patología, Hospital Privado Centro Médico de Córdoba,
Córdoba, Argentina
**Servicio de Cirugía de Tórax, Hospital Privado Centro
Médico de Córdoba, Córdoba, Argentina
***Servicio de Clínica Médica, Hospital Privado Centro
Médico de Córdoba, Córdoba, Argentina
Autor para correspondencia:
Bürgesser, María Virginia
Dirección: Naciones Unidas 346. Barrio Parque Vélez
Sarsfield. Córdoba, Argentina. CP: X5016KEH
Teléfono: 0351-4688829; Fax: 0351-4688826; Email:
virburgesser@gmail.com
Los hematomas mediastinales
espontáneos atraumáticos son infrecuentes. Usualmente son
causados por trauma, aneurismas o ruptura de grandes vasos o
de corazón y por iatrogenia asociada a procedimientos
invasivos o quirúrgicos. En este contexto, una lesión de una
glándula paratiroidea ectópica debe considerarse dentro de
los diagnósticos diferenciales de un hematoma mediastinal,
ya que el mediastino es la localización ectópica más
frecuente.
Se reporta el caso de una mujer de 61 años, que consulta por
hematoma mediastinal y es sometida a una toracotomía
exploradora. En el material enviado al servicio de Patología
se diagnostica un adenoma quístico de glándula paratiroidea
ectópica con extensa hemorragia.
Observación clínica
Se presenta el caso de una mujer de 61 años, quien consultó
por hematoma cervical de 24 horas de evolución, asociado a
dolor en región laterocervical derecha, irradiado a región
interescapular y dorsal baja. Negó historia de traumatismo
previo. Refirió picadura de ofidio en brazo derecho 5 días
antes, con reacción local, para lo cual tomó corticoides,
antiinflamatorios no esteroideos y amoxicilina-clavulánico.
Sus antecedentes personales patológicos eran: hipertensión
esencial, diabetes tipo 2 e hipotiroidismo. Fue
anexohisterectomizada hacía 8 años por leiomiomatosis
uterina.
Al examen físico, se observó hematoma de 10 cm de diámetro
en región supraesternal y supraclavicular derecha, doloroso
a la palpación y sin crepitación. El resto del examen no
presentó particularidades. El laboratorio al ingreso mostró:
leucocitos: 10.9 k/ul con fórmula conservada; hemoglobina:
13.8 g/dl; plaquetas: 215 k/ul, T.P.: 14.8 seg; TTPK: 42 seg;
PCR 13.10 mg/dl; función renal; glucemia e ionograma
normales. Se completó laboratorio a las 12 hs. del ingreso
que informó calcio iónico de 1,01 mmol/l.
Se realizó tomografía axial computada cérvico-tóraco-abdominal
objetivándose gran colección hemática que ocupaba el
mediastino medio y posterior y se extendía entre los planos
músculo-aponeuróticos del cuello, particularmente en espacio
retrolaringo-faríngeo, desde la región hioidea hasta la
bifurcación traqueal (figura 1), con derrame pleural. Se
descartaron masas ocupantes de espacio. La glándula tiroides
no presentaba alteraciones. Un eco-doppler de vasos del
cuello descartó disección de los mismos. El ecocardiograma
transesofágico mostró lesión compatible con hematoma
periaórtico.
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Figura 1:
corte axial de TAC con contraste
endovenoso:
ensanchamiento del mediastino por
gran infiltración mediastinal
por hematoma
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Se decidió ingreso a Unidad de Terapia Intensiva (UTI) para
eventual manejo de urgencia de la vía aérea. Durante el
periodo de observación se detectó aumento del hematoma y
empeoramiento del cuadro general. A raíz de esto se realizó
una toracotomía exploradora. Se observó gran hematoma
mediastinal que infiltraba el tejido mediastinal laxo y
abundante cantidad de sangre fresca en la pleura. Se realizó
apertura de la pleura mediastinal y se evacuaron los
coágulos sin identificarse tumores o vasos sangrantes. No
había lesión de la vena cava superior. Se abrió el
pericardio y se exploró la raíz de la aorta y la arteria
pulmonar sin encontrar lesión o sangrado. Se extrajeron
múltiples coágulos y tejido adiposo infiltrado por sangre.
Se envió material al servicio de patología.
La paciente presentó buena evolución clínica sin
alteraciones en el metabolismo fosfocálcico.
Con respecto a la histopatología, el estudio macroscópico no
evidenció lesión tumoral definida, sino tejido extensamente
infiltrado por hemorragia. En la microscopia se observó una
proliferación de células poligonales, regulares, sin atipia,
de citoplasma claro, dispuesta en nidos sólidos y rodeadas
por un estroma densamente vascularizado, con extensa
hemorragia y áreas de necrosis (figuras 2 y 3). Dichas
células fueron positivas para CK7, AE1/AE3, SYN y RCC
(figura 4), y exhibieron un factor de proliferación del 5%,
permitiendo vincular estos hallazgos histopatológicos y de
inmunohistoquímica a fragmentos de tumor quístico con
extensa hemorragia, en primer lugar vinculable a ruptura de
adenoma quístico de paratiroides ectópica. La marcación para
CK20, ciclina D1, VIM, PLAP, CD117, WT1, Ca 19.9, TTF-1,
GCDFP-15, ER, CalRet y S100 fue negativa.
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Figura 2: H/E 4x: tejido
paratiroideo con extensa hemorragia y vasocongestión
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Figura 3: H/E
40x: células poligonales, de citoplasma claro y
núcleo sin atipia dispuestas en nidos con abundante
vascularización |
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Figura 4: RCC
40x: células paratiroideas positivas (tinción
membranosa) para RCC |
Discusión
Con respecto a la presentación clínica de nuestra paciente,
el diagnóstico preoperatorio fue el de hematoma mediastinal.
Éstos usualmente son causados por trauma, aneurismas o
ruptura de grandes vasos o de corazón y por iatrogenia
asociada a procedimientos invasivos o quirúrgicos.
Entre otras etiologías posibles se encuentran: alteraciones
de la coagulación, tumores (benignos y malignos), tos o
estornudos (maniobra de Valsalva), uremia, hipertensión
reno-vascular, ruptura de quistes tímicos, tiroideos y
paratiroideos y de otros órganos, metástasis, hematopoyesis
extramedular y lipomatosis mediastínica.1,2
Si clínicamente no se ha podido identificar la causa del
hematoma, se debe recurrir a los métodos de diagnóstico.
Como gold-standard, se dispone de la aortografía y la
exploración quirúrgica. Kodolistsch y colaboradores
demostraron que la combinación de los estudios tenía mayor
rédito que cada uno por separado. Así el ecocardiograma
transtorácico y la tomografía computada tenían una
sensibilidad del 75% y una especificidad del 99% y el
ecocardiograma transesofágico y la resonancia magnética
nuclear (RMN) contaban con una sensibilidad del 92% y una
especificidad del 97%.No hay datos concretos todavía que
avalen el uso del PET-scan para el diagnóstico, comparado
con otras modalidades.3
El tratamiento de estos pacientes varía según el estado de
los mismos y los resultados de los métodos complementarios.
Si el paciente está estable y hay ciertas sospechas de la
etiología por los resultados de los estudios, la conducta
puede ser conservadora. Otra alternativa es la embolización
percutánea. Si el paciente está inestable y no se ha podido
encontrar la causa, el tratamiento es la exploración
quirúrgica (toracotomía o esternotomía).1,2
Con respecto a los hallazgos histopatológicos, las glándulas
paratiroides pueden presentar una localización ectópica en
relación a defectos en su descenso embriológico.4
La frecuencia de ectopia paratiroidea reportada en la
literatura es altamente variable, con valores entre el 7 al
46%. En los últimos 15 años se han empezado a aplicar
técnicas de diagnóstico por imágenes, como ecografía, RMN o
gammagrafía con Tc-99, que permiten localizar las glándulas
paratiroides, especialmente en los casos de
hiperparatiroidismo secundario a insuficiencia renal
crónica. En un estudio publicado en 1995, se estudiaron 97
pacientes con diagnóstico de hiperparatiroidismo renal,
detectándose 60 glándulas ectópicas en 34 pacientes.5
En este estudio, las localizaciones ectópicas más frecuentes
fueron mediastinal, intratiroidea, en adventicia de arterias
carótidas, retrofaríngea y paraesofágica. Otro estudio de
231 pacientes operados por hiperparatiroidismo, el 16% tenía
ectopia de las glándulas. Las paratiroides inferiores
ectópicas fueron el 62% del total, encontrándose un 22% en
el mediastino anterosuperior. Las paratiroides superiores
ectópicas, correspondientes al 38%, se observaron en el
mediastino posterosuperior en el 14%.5,6
El tejido paratiroideo ectópico puede sufrir procesos
hiperplásicos y adenomatosos. Nies en 1992 reportó que de
126 pacientes con adenomas paratiroideos, seis pacientes
(4.8%) tuvieron siete adenomas quísticos. De ellos, un
número significativo se encontraron en el mediastino,
planteándose la posibilidad de que los adenomas
paratiroideos quísticos tendrían la tendencia a localizarse
fuera de su ubicación anatómica habitual. Por otro lado,
Shields en 1999 describió 93 pacientes con quistes
paratiroideos en mediastino, 56 localizados en la región
anterosuperior, 26, en la región media y 12, en la región
anterior. Del total, 39 pacientes tenían quistes
paratiroideos funcionantes. Más de la mitad de los pacientes
tenían quistes paratiroideos no funcionantes localizados en
el mediastino, hecho que puede compararse con nuestro caso.7,8,9
Existen en la literatura reportes de casos de tumores
paratiroideos ectópicos que se manifestaron como hemorragias
mediastinales, simulando otros procesos causales.10,11,12
Al considerar la probable mordedura de ofidio en esta
paciente, aún sin la identificación del mismo, es posible
hipotetizar que el veneno inoculado, al presentar toxinas (hemorraginas
y metaloproteinasas) que producen alteraciones en la
coagulación y en los vasos sanguíneos, podría tener cierta
relación con el desarrollo de la hemorragia, ante la
presencia de una lesión paratiroidea mediastinal tan
vascularizada.13
El estudio macroscópico del material resecado no permitió
reconocer una lesión tumoral dada la hemorragia y
fragmentación del tejido, menos aún de aproximar el tamaño o
el peso de la lesión. El estudio microscópico y las técnicas
de inmunohistoquímica permitieron hacer el diagnóstico de
adenoma quístico de paratiroides ectópica con extensa
hemorragia. En la microscopia, las células tumorales
presentaban la morfología y arquitectura típica del tejido
paratiroideo. La inmunohistoquímica permitió confirmar el
origen al mostrar inmunomarcación para CK7, AE1/AE3 y SYN
con negatividad del resto de los marcadores, permitiendo
excluir un origen pulmonar, mamario, renal o ginecológico
entre otros. La expresión del marcador RCC permitió
determinar la naturaleza adenomatosa de la lesión, dado que
en un estudio de McGregor y cols. se evidenció que el 100%
de los adenomas paratiroideos estudiados fueron positivos
para RCC. La lesión presentaba además extensa hemorragia con
marcada vasocongestión, pudiendo vincularse como origen del
hematoma mediastinal.4,14,15
Los hematomas mediastinales espontáneos atraumáticos son
infrecuentes. La sospecha diagnóstica de lesiones
relacionadas a los grandes vasos es de suma importancia, ya
que éstas pueden comprometer la vida del paciente. En
ausencia de estas etiologías, la posibilidad de ruptura de
lesiones quísticas ectópicas debería plantearse. Se resalta
la importancia del conocimiento de las lesiones
paratiroideas ectópicas y de sus localizaciones más
frecuentes, debido a la posibilidad de manifestaciones
clínicas atípicas que puedan plantear diversos diagnósticos
diferenciales, con conductas terapéuticas diferentes. Los
estudios complementarios pueden ayudar en el diagnóstico
etiológico y en la elección del mejor método de tratamiento.
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