TRABAJOS
DE REVISIÓN
Orígenes de la salud y la enfermedad
Eduardo Cuestas

Revista de la Facultad de
Ciencias Médicas 2007 64(3):73-86
Hospital Privado de Córdoba
Servicio de Pediatría y Neonatología. Naciones Unidas 346 CP
x5016 Córdoba Argentina
Introducción
Los mamíferos alcanzan el estado adulto a partir de una
célula huevo o cigoto mediante el desarrollo de fases
evolutivas constituidas primero por el embrión, luego por el
feto y posteriormente, en el caso del ser humano, por el
recién nacido, el lactante, el niño y finalmente el
adolescente. La unidad vital primitivamente unicelular,
media entre el genotipo y el ambiente, entre los genes
heredados y el organismo completamente formado. Por eso, a
diferencia de las otras ramas de la biología, que estudian
la estructura y función de organismos adultos, la biología
del desarrollo se ocupa del estudio de los estados
transitorios, es una ciencia de “llegar a ser”, una ciencia
de procesos, por lo que constituye el núcleo básico de la
medicina perinatal y de la pediatría contemporánea.
Estudios epidemiológicos en diferentes partes del mundo han
relacionado la influencia de determinados factores
ambientales ocurridos al inicio de la vida con alteraciones
en la expresión de la carga genética del individuo,
determinando un patrón peculiar de salud-enfermedad. Del
mismo modo, trabajos clínicos y en modelos animales apuntan
en la misma dirección, sugiriendo una fuerte asociación
entre insultos ambientales ocurridos en la vida prenatal o
en las fases iniciales de la vida postnatal y el surgimiento
posterior de enfermedades crónicas a lo largo de la vida.
Los hallazgos referidos aportan información para comprender
nuevas vías de causalidad, infiriendo la posibilidad de la
construcción precoz de ajustes metabólicos determinantes de
desordenes patológicos durante el resto de la vida del
individuo.
Este artículo, tuvo como objetivo abordar estas ideas,
actualmente agrupadas con el nombre de biología del
desarrollo de la salud y la enfermedad, desde una
perspectiva comprehensiva (1-3).
Los aportes de la perinatología a la biología evolutiva
Con la reducción de las tasas de mortalidad entre los
neonatos pretérmino en estadios muy precoces del desarrollo
(menores de 32 semanas de edad gestacional) , aparecieron y
se reconocidas enfermedades desconocidas (4-5), por ejemplo,
Avery et al , en 1959, describieron por primera vez la
enfermedad de membrana hialina, caracterizada por la
inmadurez pulmonar debida a la incapacidad en la producción
de surfactante por los neumocitos tipo II (3). Otro ejemplo
es la enterocolitis necrotizante, relacionada a la inmadurez
intestinal (4,5). Junto a otras entidades de carácter
crónico, como a displasia broncopulmonar (6) y la
retinopatía de la prematuridad (7), que surgieran como
resultado del advenimiento de terapias agresivas para el
soporte vital de ésta tan especial población.
Fue muy difícil suponer inicialmente que el empleo de nuevas
tecnologías utilizadas para aumentar las posibilidades de
sobrevida en los neonatos pretérmino o con muy bajo peso al
nacer (<1500gr.), afectados por esas nuevas enfermedades
pudiesen producir consecuencias a largo plazo. Por lo que
fue mucho más arduo aún correlacionar eventos adaptativos
considerados fisiológicos en el organismo materno, fetal o
del recién nacido, frente a condiciones ambientales adversas
con futuras desventajas.
En 1930, cuando se estudiaban las tasas de mortalidad en
Inglaterra y Suecia, los investigadores se sorprendieron al
constatar de que las condiciones ambientales durante la vida
fetal y la infancia parecían determinar la sobrevida de cada
generación (8).
En la década de 1970, Ravelli et al estudiaron una población
de 300.000 hombres, hijos de mujeres expuestas a un periodo
de escasez alimentaria extrema (hambruna holandesa), durante
la ocupación de ése país por Alemania durante la Segunda
Guerra Mundial. En la vida adulta, estos individuos
presentaron patrones diferenciados de composición corporal
dependiendo del periodo en que habían sido expuestos a la
desnutrición materna durante la vida intrauterina. Cuando la
madre había sufrido desnutrición durante el último trimestre
de la gestación, ese grupo presentaba una baja incidencia de
obesidad. En cambio, si la desnutrición había ocurrido en el
primer semestre de la gestación, la incidencia de obesidad
aumentaba significativamente en la prole (9).
En 1960, Neel lanzó la “hipótesis del genotipo frugal” (10),
proponiendo que determinadas poblaciones presentaban una
mayor propensión a la resistencia insulínica, tanto por
selección como por aspectos genéticos. Según este autor, una
mutación aleatoria que llevara a la resistencia a la
insulina podría ser adaptativa y beneficiosa para individuos
expuestos a ambientes con escasez alimentaria, originando
una selección natural de estos individuos, con la
consecuente transmisión del carácter en las siguientes
generaciones. Sin embargo, las evidencias actuales
demuestran que las anteriores afirmaciones no tienen un
correlato biológico verdadero
Modelos causales
Siguiendo ese razonamiento, Barker y colaboradores
desarrollaron la hipótesis de que condiciones adversas
intra-uterinas y durante la infancia aumentaban el riesgo de
enfermedades cardiovasculares. Para probarlo,
correlacionaron el peso al nacer y las condiciones
ambientales durante la infancia con los indicadores de salud
cardiovascular de los individuos adultos nacidos al inicio
del siglo XX, en Hertfordshire, Inglaterra (11). En esos
estudios, demostraron que las personas nacidas con bajo peso
persistían biológicamente diferentes de aquellas con peso
adecuado, de forma persistente, hasta la vida adulta. Ellas
presentaban mayor presión arterial (12), siendo más
propensas a desarrollar diabetes tipo 2 (11). Además, en
hallazgos subsecuentes, estos y otros investigadores
demostraron que el bajo peso al nacer se asociaba a un
patrón alterado de lípidos plasmáticos (13), reducción de la
densidad ósea (14), respuestas diferenciadas al estrés (15),
arterias menos elásticas (16), patrones de secreción
hormonal específicos (17,18) y mayor incidencia de depresión
(19,20). Estas observaciones generaron la “hipótesis del
fenotipo frugal” (thrifty phenotype hypothesis), el cual
propone que el feto es capaz de adaptarse a un ambiente
intra-uterino adverso optimizando el uso de un aporte
energético reducido, en el sentido de garantizar su
sobrevivencia. Entretanto, ese proceso adaptativo conduciría
a favorecer metabólicamente a los órganos nobles en
detrimento de los demás, confiriendo alteraciones
persistentes en el crecimiento y función de los tejidos
(20). Aunque constituyendo un capítulo importante en el
estudio de las asociaciones entre las fases iniciales de la
vida y el riesgo para desarrollar enfermedades crónicas, la
hipótesis del fenotipo frugal no explica una serie de
hallazgos descriptos posteriormente por diferentes grupos,
como, por ejemplo, las influencias de la vida fetal sobre la
homeostasis hídrica (21), también persistentes, aunque sin
valor adaptativo inmediato. En otras palabras, la hipótesis
de Barker no explica aquellos rasgos metabólicos
persistentes que ocurren en
respuesta a variaciones del ambiente fetal y que no son
inmediatamente necesarios para la sobrevivencia del
individuo.
En el mismo periodo, un grupo independiente de
investigadores se concentró en el estudio de los efectos de
la dieta utilizada por recién nacidos pretérmino sobre
diferentes desenlaces tardíos. Estos autores demostraron, a
través de estudios clínicos, la influencia de los diferentes
tipos de dieta láctea sobre el crecimiento somático, inmune
y el desarrollo neuropsicomotor (22,23), proponiendo la
utilización del término “programación” en ese contexto.
Delineado por Dörner y colaboradores (24), y más ampliamente
explorado por Alan Lucas, este termino se refiere al
concepto por el cual se entiende que un insulto o estímulo
aplicado en un periodo crítico o sensible puede tener
efectos duraderos o persistentes sobre la estructura o
función de un organismo (25). Así, el desarrollo y la
gravedad de diversas condiciones mórbidas dependen de la
vulnerabilidad genética del individuo, de la exposición a
factores ambientales adversos, así como del periodo de
ocurrencia de esos eventos estresantes (26). Ya que la vida
prenatal, la infancia y la adolescencia son periodos
críticos caracterizados por una alta plasticidad (27,28), la
exposición a un estímulo significativo puede tener
consecuencias de orden organizacional y producir
alteraciones persistentes en el funcionamiento del
organismo.
Otro punto importante se refiere a la constricción materna.
Los fetos de mamíferos generalmente no alcanzan su máximo
potencial de crecimiento, principalmente porque son
afectados por factores materno-uterinos, como tamaño
materno, edad materna, estado nutricional y paridad (29) .
Este concepto contribuye a la comprensión de los modelos
actuales del fenómeno de programación, en los cuales se
sugiere que todo el desarrollo fetal es afectado por algún
grado de constricción. En algunos casos, la constricción es
exacerbada por otros factores, como enfermedades
materno-placentarias. Al nacer, esas constricciones
desaparecen, pero las consecuencias se ponen de manifiesto.
El efecto de la constricción materna es tan evidente en las
primíparas que su impacto ha sido comparado al hábito
materno de fumar durante el embarazo (30). Además, la
perpetuación del bajo peso a través de las generaciones es
explicada en parte por estos mecanismos: la constricción
materna será proporcionalmente mayor en madres de menor
estatura, las cuales probablemente fueran recién nacidos de
bajo peso.
En diversas especies animales, las influencias ambientales
alcanzan al feto a través de la unidad madre/placenta o al
neonato a través de la lactancia, promoviendo adaptaciones
fisiológicas que aumentan el chance de un individuo para
sobrevivir en aquel medio. Esas respuestas adaptativas
predictivas (31) , al contrario del concepto de fenotipo
frugal, no tienen un valor adaptativo inmediato, aunque
predicen la adaptación a largo plazo, con el objetivo de
garantizar la sobrevivencia, como mínimo, hasta el periodo
reproductivo. Por ejemplo, el estrés materno condiciona un
ambiente externo adverso para el feto, llevando a una
hipereactividad crónica del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal
en este producto, confiriendo un mayor estado de alerta y
mayores chances de sobrevivencia (32,33). Las respuestas
adaptativas predictivas causarían una alteración persistente
del funcionamiento del organismo, probablemente a través de
procesos epigenéticos, potencialmente transmisibles a través
de las generaciones. Como aspectos esenciales para la
sobrevivencia del individuo, son de esperarse que la
nutrición, el metabolismo, el crecimiento, la reproducción y
las respuestas al estrés sean los mas fácilmente pasibles de
programación.
El modelo de respuestas adaptativas predictivas sugiere que
el organismo en desarrollo posee la capacidad de pronosticar
el ambiente en el cual crecerá, utilizando señales
hormonales maternas a través de la placenta o posteriormente
por medio de la lactancia. Estas señales hacen ajustar la
fisiología del individuo de acuerdo con tal inferencia. Sí
la previsión es correcta, el riesgo para enfermedad es bajo.
En cambio, si la inferencia fuera errónea, hay un aumento
del riesgo de enfermar, que probablemente se manifestará
luego del período reproductivo (y, por lo tanto, no hay
presión de la selección natural contra esta predicción
errónea durante la evolución). El riesgo para enfermar, es
entonces, el resultado del grado de concordancia o contraste
(match or mismatch) (34) entre el ambiente previsto por el
individuo durante el período de alta plasticidad y
desarrollo y el ambiente real en que el individuo vive en la
madurez.
El modelo de concordancia o contraste introduce la idea de
una plasticidad relacionada al desarrollo (developmental
plasticity), fenómeno en el cual un genotipo origina una
variedad de estados fisiológicos diversos en respuesta a
diferentes condiciones ambientales durante el desarrollo.
Estudios recientes ofrecen soporte a ese modelo a través de
la demostración de interacciones entre el ambiente y la
expresión génica en diferentes niveles. Esto no sólo es, que
el ambiente celular afecta la expresión de genes y la
producción proteica, sino también las relaciones del
individuo con el ambiente que del mismo modo pueden
influenciar aspectos del comportamiento, morfológicos y la
expresión génica, incluso en intervalos temporales, tas
breve como horas (35).
Biología molecular, receptores, transducción de señales y
activación de genes
Las células son muy sensibles a los cambios
medioambientales, hecho que las faculta mediante el
mecanismo de adaptación a sobrevivir. Las modificaciones del
medio son captadas por macromoléculas muy diversas, variadas
y muy especializadas, denominadas receptores. En el momento
en que ocurre un cambio en el medio como una modificación de
la pO2 o aparece un compuesto exterior denominado ligando,
como un factor de crecimiento o una hormona, los receptores
se encargan de transducir esas señales externas en señales
intracelulares, que una vez procesadas y analizadas producen
una respuesta celular al estímulo en cuestión, a través de
la regulación de la trascripción de genes. La unión de un
ligando a un receptor posee características únicas, pues es
específica, reversible, saturable y posee una alta afinidad
para una determinada función biológica.
Elegantes estudios han demostrado que la influencia de
interacciones ocurridas en periodos vulnerables o pasibles
de programación, a través de efectos epigenéticos, pueden
persistir, inclusive de forma transgeneracional (6,37). Un
ejemplo importante que ilustra estas teorías en humanos es
la presencia de un polimorfismo del gen PPARγ e el riesgo
para diabetes, que sólo es evidente si los individuos
también tienen una historia de bajo peso al nacer (38).
Por los motivos mencionados más adelante, la epigenética,
que se define como el estudio de las alteraciones heredadas
de la expresión génica que no se deben a la secuencia de
nucleótidos del ADN, se volvió un modelo fundamental para la
investigación de la biología de desarrollo de la salud y la
enfermedad. El concepto trae implícito un proceso de
causalidad importante a nivel celular, regulando el
crecimiento y la diferenciación de los tejidos, y envuelve
alteraciones químicas del ADN (como a metilación) o de
proteínas asociadas (como as histonas, que se asocia a la
molécula de ADN en los núcleosomas para formar a cromatina).
El patrón de información epigenética es transmitido a través
de la mitosis, siendo específico para determinado tejido y
tipo celular, es esencial para la manutención del perfil de
expresión génica del organismo. Como los efectos
epigenéticos pueden sufrir interferencia del ambiente
durante el desarrollo, estos son extremamente relevantes en
el campo de los estudios de la biología evolutiva de los
orígenes de la salud y la enfermedad.
Mecanismos de programación al inicio de la vida y el eje
hipotálamo-hipofisario-adrenal
Mecanismos de programación sobre el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal
en el inicio de la vida por la exposición a glucocorticoides
en el período fetal han sido propuestos como uno de los
principales factores en la programación del mayor riesgo
para enfermedades crónicas en individuos nacidos con bajo
peso (39), asociándose a una mayor probabilidad de
desarrollo tardío de hipertensión, diabetes e trastornos
psiquiátricos, como depresión y ansiedad. La actividad
alterada del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal en
períodos vulnerables del desarrollo estaría envuelta en la
programación del patrón de salud del individuo. Esa
alteración seria determinada pela exposición crónica a los
glucocorticoides maternos o al estrés durante la gestación
(33).
Los glucocorticoides constituyen la mayor subclase de
hormonas esteroideas que regulan los procesos metabólicos,
cardiovasculares, inmunitarios y conductuales (26,40). Sus
efectos fisiológicos son mediados por una proteína
citosólica de 94 kD, o receptor glucocorticoide. El receptor
glucocorticoide está ampliamente distribuido por el cerebro
y los tejidos periféricos. en estado inactivo, el receptor
glucocorticoide es parte de un complejo multiproteico
constituido por varias moléculas de proteínas de choque
térmico (41-43). Luego de ligarse al glucocorticoide, el
receptor glucocorticoide se traslada para el núcleo de la
célula, donde interactúa con elementos que responden
específicamente a los glucocorticoides en el ADN, de modo
tal que alteran la trascripción de determinados genes (44).
El receptor activado también inhibe, vía interacción
proteína-proteína, otros factores de trascripción, como el
c-jun/c-fos y NF-kB, que son reguladores positivos de la
trascripción de varios genes envueltos en la activación y
crecimiento de células inmunes y de otros tipos celulares
(45). Además, los glucocorticoides alteran la estabilidad
del ARN mensajero y, por lo tanto, la transducción de varias
proteínas, así como el potencial eléctrico de las neuronas.
En la mayoría de los vertebrados, hay un ritmo circadiano
pronunciado en la secreción de glucocorticoides, con picos
relacionados al inicio de la fase activa del ciclo diurno
(46). El ritmo circardiano glucocorticoide es dependiente
del núcleo supraquiasmático; las lesiones de esta estructura
del tronco cerebral, llevan a un nivel aproximadamente
constante e intermedio entre el pico y el nadir circardianos
(47,48).
La regulación de las acciones del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal
es realizada, en gran parte, por la retroalimentación
negativa de los glucocorticoides sobre los componentes del
sistema nervoso central, aumentando o disminuyendo su
actividad de acuerdo con las necesidades fisiológicas (49).
Varias estructuras cerebrales están comprometidas en los
procesos de retroalimentación, entre las cuales se destacan
el hipotálamo, la amígdala, la corteza cerebral prefrontal y
el hipocampo (50), siendo esta última estructura una de las
mas relacionadas con la regulación del eje, en función de su
alta concentración de receptores glucocorticoides.
Los glucocorticoides tienen importancia fundamental en la
gestación en los mamíferos, ya que están comprometidos en
las adaptaciones metabólicas maternas (51). Además de esto,
actúan en la coordinación entre la aptitud para el
nacimiento y el inicio de los mecanismos del parto. Durante
la gestación, los esteroides lipofílicos fácilmente
atraviesan la placenta, pero los niveles de glucocorticoides
fetales son mucho menores que los maternos (52,53). Esto se
debe a la intensa actividad en la placenta de la enzima 11β-hidroxiesteroidedeshidrogenasa
tipo 2 (11β-HSD-2), para catalizar la conversión de los
glucocorticoides fisiológicamente activos cortisol y
corticosterona a formas inertes como a cortisona (54). De
ésta manera, se forma una barrera que protege al feto de la
exposición a los glucocorticoides maternos, aunque aún
permita el pasaje de cerca del 10 al 20% del mismo (55). Es
interesante notar que hay una correlación positiva entre el
peso de nacimiento y la actividad de esa enzima tanto en
ratones (56) como en humanos (57).
En humanos, los niveles plasmáticos maternos de la hormona
liberadora de corticotrofina (producida por la placenta)
aumentan exponencialmente conforme la gestación avanza,
teniendo su pico en el momento del parto. En partos
prematuros, ese aumento es mucho más rápido (58). La hormona
liberadora de corticotrofina de origen placentario llega al
feto, aunque en concentraciones menores que en la madre
(59). En el feto, hay receptores de hormona liberadora de
corticotrofina en las glándulas pituitaria (60) y adrenal
(61). La estimulación de la pituitaria fetal por la hormona
liberadora de corticotrofina aumenta la producción de ACTH
y, consecuentemente, de cortisol por la glándula
suprarrenal, madurando el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal
fetal e induciendo la formación de surfactante en los
pulmones.
La capacidad de respuesta del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal
en los mamíferos fluctúa en período perinatal, siendo
moderadamente capaz de llevar a cabo una respuesta en el
momento del nacimiento, pero diminuyendo en intensidad en el
periodo neonatal (62,63). A ratos, hay un pico de
corticosterona en el último estadio fetal, seguido de poca
capacidad de respuesta hasta el fin de la segunda semana de
vida extrauterina, hecho conocido como período
hiporresponsivo al estrés (64,65). Característicamente, hay
una exacerbación del mecanismo de retroalimentación negativa
de los glucocorticoides en la hipófisis y disminución de la
sensibilidad adrenal a ACTH en este periodo (66). Hay
evidencias de que este periodo hiporresponsivo también
existe en humanos (67,68).
Conforme sucede la programación, la exposición a un estímulo
o estresor en esos primeros días determina alteraciones
neuroquímicas y conductuales observables durante toda la
vida. Aunque denominados “hiporresponsivos”, esos individuos
responden agudamente al estrés de separación de la madre aún
si no son expuestos a ningún estresor adicional (69),
ocurriendo que la respuesta aumenta progresivamente en las
24 horas subsecuentes. Además, en esta fase, los niveles de
transcortina son muy bajos, ya que la mayor parte de los
glucocorticoides circula en el plasma en su forma libre y,
por lo tanto, biológicamente activa (70,71). Aunque la
concentración total de glucocorticoides plasmáticos sea baja
en el periodo hiporresponsivo, la concentración de la forma
biológicamente activa es relativamente alta, suficiente para
que la hormona ejerza sus acciones biológicas y posiblemente
actúe programando al SNC de forma persistente.
Un ejemplo interesante de interacción entre gene e ambiente,
el cual concierne al eje hipotalámico-hipofisario-adrenal,
es el modelo que avala las diferencias naturales del cuidado
materno en ratones, mostrando que el medio en el cual las
diferentes proles crecen se correlaciona con su reactividad
al estrés, sendo que las camadas de madres altamente
cuidadoras tendrán menos capacidad de respuesta con relación
a las camadas de madres poco cuidadoras (72). Se ha sugerido
que la estimulación táctil de las madres múridas altamente
cuidadoras actúa a través de vías serotoninérgicas
ascendentes del núcleo del rafe medio (73), que inducen la
expresión de receptores glucocorticoides en el hipocampo
(74,75) . La serotonina actúa probablemente a través del
receptor de 5HT7, que a su vez es regulado por
glucocorticoides (76) y relacionado positivamente al AMPc
(77). Ocurre, entonces, la estimulación de factores de
trascripción asociados al AMPc, como el factor de
crecimiento neuronal A (NGFI-A) (78). Aunque la afinidad del
NGFI-A a su sitio de reconocimiento en la secuencia de ADN
responsable por la producción de Receptor de
Glucocorticoides (GR) sea baja, la estimulación táctil
promueve una importante elevación en los niveles de este
factor de trascripción, aumentando, por tanto, la chance de
unión al ligando (78). La unión del ligando NGFI-A al GR
resulta en un reclutamiento de histonas-acetiltransferasas,
que aumentan a acetilación de las histonas, facilitando el
acceso de demetilasas y la demetilación del sitio promotor
del GR (79). El sitio promotor demetilado exhibirá una alta
afinidad al NGFI-A, resultando en una mayor actividad del
promotor de GR inducido por NGFI-A en el hipocampo, una
mayor producción de receptores glucocorticoides en esa
estructura y, por tanto, un mecanismo de retroalimentación
negativa más eficiente.
La importancia del patrón de crecimiento en la infancia
Los estudios iniciales que relacionaron bajo peso al nacer
con mayor riesgo cardiovascular se basan principalmente en
la restricción del crecimiento intrauterino (RCIU) como el
factor causal de esas asociaciones. Evidencias recientes
también sugieren que el patrón de crecimiento del niño
durante los primeros años de la vida sea fuertemente
influenciado por el patrón de crecimiento fetal, el que
puede determinar una elevación en la probabilidad de
ocurrencia de eventos metabólicos desfavorables.
Alteraciones en el patrón de crecimiento después del
nacimiento, principalmente en recién nacidos (RN) pretérmino
con RCIU, se relacionan significativamente con el desarrollo
de enfermedades crónicas en edades subsecuentes.
La conducta corriente recomienda estimular y promover el
crecimiento del lactante con bajo peso teniendo en vista la
reducción de las tasas de morbimortalidad y la preservación
de aspectos neurocognitivos. Entretanto, algunos estudios
clínicos proponen que la rápida ganancia de peso (catch up)
en este periodo precoz pueda estar asociado a mayor
incidencia de enfermedad cardiovascular en la madurez
(80,81).
Los riesgos para enfermedades cardiovasculares (82) y para
obesidad (83) son consistentemente encontrados en aquellos
grupos de individuos que presentaron una marcada elevación
en el peso corporal entre o nacimiento y la edad escolar o
en la pubertad, principalmente en aquellos que eran pequeños
para la edad gestacional o tenían bajo peso a nacer. O sea
que las consecuencias de un determinado peso corporal son
condicionadas por el crecimiento tanto intra uterino como
durante la infancia tardía. Entonces, los patrones de
crecimiento que predisponen al desarrollo de enfermedades
crónicas son complejos, siendo muy importante hacer la
distinción entre “catch up” precoz y tardío. En cuanto el
primero parece ser benéfico conforme se ha mencionado
anteriormente, la obesidad en la infancia aparentemente
presenta efectos deletéreos a largo plazo, especialmente en
esta población de niños nacidos con bajo peso, y que debe
entonces ser prevenida.
Por este motivo, a pesar de haber sido aprobado por la FDA
en 2001, y la Agencia Europea de Medicamentos en 2003, y de
ser actualmente recomendado en la literatura especializada
(84), el uso de hormona del crecimiento (HC) para niños
pequeños para la edad gestacional y con baja estatura
constituye un tema controvertido.
Cerca del 10% de los individuos pequeños para la edad
gestacional no presentan “catch up” y se mantienen abajo del
percentil 3 para peso y altura durante toda la niñez,
presentando menor altura en la vida adulta. Es cierto que el
aumento en la altura final tiene su impacto psicosocial
reconocido, por los que el suceso de un “catch up” tardío
puede tener consecuencias dañinas a largo plazo por lo que
en esta populación la decisión sobre la indicación de una
terapia es difícil.
El propio consenso de manejo de individuos nacidos pequeños
para la edad gestacional, que recomienda el uso de HC
durante toda la infancia y adolescencia a fin de aumentar la
altura final, dice que “actualmente no se sabe si la terapia
con HC para sujetos nacidos pequeños para la edad
gestacional durante la infancia y adolescencia está asociada
a beneficios o a una amplificación de los riesgos (como
consecuencias metabólicas) en la vida adulta” (84).
A pesar de la evidencia de los estudios epidemiológicos
reportando mayor riesgo para enfermedades cardíacas,
accidente cerebrovascular, hipertensión, obesidad y diabetes
mellitus en esta población, los autores argumentan que no
hay pruebas suficientes para realizar cualquier tipo de
seguimiento especial o diferencial con respecto a los niños
normales.
De cualquier modo, es importante resaltar que el crecimiento
fetal debe ser considerado factor de riesgo relevante para
enfermedades crónicas, aunque no pueda ser encarado como un
factor causal. En otras palabras, las enfermedades crónicas
no son programadas de por sí, aunque la tendencia para el
desarrollo de las enfermedades parece ser programada.
Existen innumerables interacciones entre el crecimiento
fetal y las variables que involucran el factor ambiental en
la infancia y adolescencia, por lo tanto el mejor abordaje
del problema es enfocarlo en la perspectiva del curso vital
y sus interacciones con la historia fetal y neonatal.
Consecuencias a largo plazo de la nutrición en los primeros
años de la vida
La asociación entre eventos neonatales y mayor riesgo para
enfermar en la vida adulta no está solamente asociada al
bajo peso al nacer. En este caso, otros mecanismos y señales
para la programación parecen ser importantes. Dentro de
estos, un de los mas estudiados es la nutrición en el inicio
de la vida, que aunque todavía es poco conocida. La
investigación de principios del siglo XX ya mostraba interés
con relación al impacto de la nutrición después del
nacimiento sobre el crecimiento somático y de los órganos
específicos a través de manipulaciones dietéticas en
periodos críticos (85,86).
Actualmente principalmente a causa de los estudios de los
orígenes del desarrollo de la salud y la enfermedad, existen
observaciones sugestivas de que la malnutrición en periodos
vulnerables puede alterar la estructura de la cromatina y la
expresión génica, tanto como influenciar potencialmente la
salud del individuo a largo plazo (87).
Se sabe que los niños amamantados presentan una cinética de
crecimiento diferente de aquellos que reciben fórmulas de
leche maternizada (88). A partir de estas evidencias se
propone que los recién nacidos amamantados reciban un aporte
calórico suficiente para crecer, pero no superior a la
necesaria, a pesar de presentar una ganancia ponderal más
lenta que un recién nacido alimentado con fórmula
artificial. Estudios experimentales recientes demuestran que
el exceso alimentario durante el periodo neonatal se asocia
a un mayor riesgo para obesidad y síndrome metabólico en la
vida adulta (89), es posible que este sea uno de los
mecanismos por los cuales el amamantamiento materno pueda
proteger contra las enfermedades a lo largo de la vida.
También se sabe que las diferencias constitucionales entre
la leche materna y la fórmula artificial, como la cantidad
de calorías y proteínas, es una variable importante en este
contexto.
Otro posible factor involucrado es la diferencia en el
comportamiento alimentario de los lactantes que son
amamantados, ya que éstos presentan una frecuencia de
succión diferenciada (90), como también demuestran poseer un
mayor grado de control de la cantidad de leche ingerida (91)
. Además, la variación constante en el sabor y olor de la
leche materna expone al recién nacido a la experiencia de
diferentes estímulos gustatorios, lo que favorece el consumo
de alimentos de sabor semejante en etapas posteriores de la
vida (92), ampliando la variedad alimentaria del individuo.
Específicamente con relación a la protección a lo largo de
la vida, de demostró, que el amamantamiento materno del
recién nacido pretérmino se asocia a un mejor perfil
lipídico en la adolescencia (92), así como a menores valores
de presión arterial (93).
Mientras tanto, ha sido más difícil probar con claridad el
efecto de la dieta postnatal sobre la composición corporal
del adulto. Aunque varios estudios incluyendo meta-análisis
hayan demostrado que el amamantamiento está asociado a una
menor incidencia de obesidad utilizando el índice de masa
corporal (IMC) como variable categórica (94,95), los
estudios que se ocuparon de la composición corporal no
tuvieron éxito en establecer esta asociación (96,97). De
acuerdo a lo reportado por Wells et al. (98), varias
dificultades metodológicas impiden una mejor evaluación de
los efectos de la lactancia materna, incluyendo la falta de
información precisa en los grandes estudios de cohorte,
como también la influencia de factores sociales y la
imposibilidad de realización de estudios aleatorizados. Este
autor menciona también la posibilidad de causalidad inversa,
o sea, que las dificultades durante el amamantamiento puedan
llevar al empleo de una dieta agresiva y al exceso
alimentario en el recién nacido alimentado con fórmula,
aumentando a la chance de desarrollar alteraciones en el
patrón de salud en la vida adulta cuando se comparan con
lactantes que fueron amamantados exitosamente.
Sin embargo algunos estudios apuntan para señalar los
beneficios agudos del suplemento alimentario con ácidos
grasos polinsaturados de cadena larga (n-3 e n-6 ) en las
fórmulas artificiales (99), así como de pre y probióticos
para la madre durante la gestación y la lactancia, sus
efectos a largo plazo en el desarrollo neurológico e
inmunológico de los individuos todavía no son claros, por lo
que es necesario realizar más estudios en este contexto.
Propuestas metodológicas para la investigación
La biología evolutiva de los orígenes de la salud y la
enfermedad es una línea de investigación que agrega y
complementa información de diferentes áreas del
conocimiento, constituyendo una interfase entre las ciencias
biológicas y el área de la salud. Las preguntas e hipótesis
presentan diferentes abordajes científicos, que incluyen:
-Estudios epidemiológicos. Grandes estudios de cohorte
basados en bancos de datos perinatales elaborados en el
inicio del siglo XX y fueron los cimientos para la formación
de los primeros modelos de estudio, principalmente a través
de los trabajos de Barker et al.
Aunque sea el abordaje mas apropiado para resaltar la
asociación entre eventos precoces y tardíos, los estudios
epidemiológicos no prueban causalidad. Además, los estudios
de cohorte son costosos y exigen grande mucho compromiso del
equipo de investigadores y de los sujetos estudiados,
aportando resultados a plazos muy largos. La pérdida en el
seguimiento durante o periodo del estudio, el
cuestionamiento sobre la validez de las asociaciones
encontradas en adultos para la población pediátrica actual y
sobre la transposición de los hallazgos entre las diferentes
poblaciones mundiales limitan la aplicación de los
resultados.
-Estudios clínicos. A comparación de individuos con
historias perinatales distintas en sus características
clínicas, comportamiento y/o respuesta a las intervenciones
es el objetivo de los estudios clínicos. De realización
relativamente más rápida que los estudios de cohorte, pero
se encuentran limitados por cuestiones éticas, los estudios
clínicos han esclarecido cuestiones importantes en el área.
-Estudios experimentales. De relativa facilidad de
ejecución, menos onerosos, más rápidos y altamente
informativos, los estudios realizados en animales
contribuyen con una gran facción de la información existente
en el área. Sin embargo, la extrapolación de resultados en
humanos es extremamente delicada. Por ejemplo, muchas de las
especies utilizadas tienen gestaciones múltiples, lo que
dificulta la comparación con humanos. Especies con
gestaciones únicas han sido propuestas como alternativas
(ovinos, por ejemplo), por lo que la diferencia entre el
grado de madures de las crías al nacer también interfiere en
las comparaciones.
-Estudios translacionales. Este concepto de investigación
científica, en que el investigador comparte la tarea
asistencial de los enfermos con las investigaciones de
laboratorio, tiene un importante número de adeptos entre los
estudiosos de éste fenómeno. Con la facilidad de la
realización de estudios de área básica, los investigadores
aplican los conocimientos adquiridos para generar hipótesis
y preguntas relevantes a la fisiología humana, adaptando los
protocolos para las pruebas factibles e pacientes. Reuniendo
las ventajas de los estudios
epidemiológicos/clínicos con las de los estudios básicos,
esta nueva tendencia trae un gran volumen de información
relevante y ha contribuido de manera sólida para la
construcción del conocimiento.
Biología del desarrollo de la salud y la enfermedad en los
países emergentes
La mayoría de los estudios han sido producidos en países
desarrollados, y la relevancia de la aplicación de esas
evidencias para la salad en los países en desarrollo solo
ahora comienza a establecerse. El modelo de la concordancia,
en que el mayor riesgo para enfermedades crónicas en la vida
adulta es el resultado del grado de contraste entre el
ambiente fetal y el medio a donde el individuo crece,
refleja la experiencia de muchas personas que viven en
países en desarrollo. La incidencia de RCIU es alta en esos
lugares, en parte por la alta prevalencia de desnutrición
entre las mujeres. Por otro lado, los avances económicos y
el mayor rendimiento de la agricultura ha transformado la
nutrición de los niños y adultos, por lo que el seguimiento
de obesidad en los países en desarrollo se ha referido en
diferentes lugares del mundo. Latino América en general
sigue también este patrón de contraste, aún cuando se
discrimina por clases socio-económicas (100).
Es importante notar que, en las grandes cohortes europeas
que dieron inicio a los estudios de los orígenes evolutivos
de la salud y la enfermedad ( Inglaterra y Finlandia), la
asociación entre bajo peso al nacer y enfermedades
cardiovasculares es significativas, aún cuando no se
considera el IMC actual de los individuos en el análisis.
Sin embargo, estudios semejantes hechos en África (101),
China (102) e India (103) sólo son capaces de encontrar la
misma asociación significativa cuando ajustan el análisis al
IMC adulto. Esto sugiere un patrón diferente en los países
en desarrollo, en los cuales haber nacido con bajo peso se
torna un problema condicionante de obesidad en la edad
adulta.
Un estudio interesante hecho en la India (104) muestra que
los adultos resistentes a la
insulina nacidos con bajo peso se caracterizaban por un
aumento del IMC entre las edades de 2 y 12 años, aunque no
alcanzasen niveles considerados como de sobrepeso u obesidad
por los patrones internacionales. Por lo tanto, es posible
que la simple recuperación del peso luego de u periodo de
desnutrición inicial sea un parámetro más importante que la
obesidad en terminos absolutos en las poblaciones de los
países en desarrollo.
El concepto de los orígenes tempranos de la enfermedad tiene
enorme potencial para establecer estrategias de salud
pública en los países en desarrollo, esto fue reconocido por
la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2004.
Entretanto, a pesar de la urgencia suscitada por la epidemia
de enfermedades crónicas en estos países, esta es todavía un
área de conocimiento poco explorada, haciendo imposible
proponer cualquier recomendación
clara en el ámbito de políticas de salud pública en las
actuales condiciones.
Aspectos éticos
Los avances en la medicina fetal y neonatal han sido
acompañados por un cambio en la visión del estatus fetal. El
concepto de “feto como paciente” trae aparejado un alto
nivel de presión moral tanto para el equipo de salud cuanto
para la futura madre. El concepto de “derechos fetales” –
“derecho a la vida”, “derecho a nacer”– se entiende ahora en
forma extendida como “derecho a nacer sano”. De una manera
mas o menos extrema, el feto y la madre han sido encarados
como dos entidades ética e legalmente independientes, y los
aspectos éticos que envuelven algunas circunstancias de
conflicto entre esas dos entidades deben ser cuidadosamente
evaluados.
No es raro oír discursos descuidados proclamando la
promoción de la salud, como los que insinúan que las
embarazadas necesitan “vigilancia constante para promover el
bienestar fetal”. Cuando, la asociación entre el peso al
nacer y las enfermedades crónicas pueden resultar en una
enorme sobrecarga de
responsabilidad para la madre. De esta manera, el feto tiene
además del “derecho a nacer
sano”, el “derecho a nacer para tener una vida adulta sana”.
El mensaje clave de los conceptos de los orígenes del
desarrollo de la salud y la enfermedad, es que los aspectos
relacionados al ambiente precoz son fundamentales en el
desarrollo de las enfermedades del adulto, y no la que
planteaba el viejo paradigma de que la biología del propio
individuo y su conducta torna inevitable la enfermedad. Por
ello, se ha enfatizado el rol del crecimiento y desarrollo
fetal que en los aspectos relacionados a la gestación
facilita el surgimiento de juicios precipitados, “acusando”
a las madres de no saber hacer las elecciones de estilos de
vida “correctos” que afecten positivamente la salud de sus
hijos. Es importante mencionar estudios que relacionan
eventos biológicos con
Influencias sobre el comportamiento del individuo. Así,
conceptos como “programación” toma una dimensión
determinista y cuestionan la capacidad de los individuos
afectados para hacer las elecciones apropiadas para
beneficio de su propia salud, excluyendo importantes
variables, como los factores sociales y económicos. La
“sentencia” de haber nacido con bajo peso y ser “condenado”
a un determinado futuro es un abordaje muy cuestionable. Más
relevante que lo planteado con anterioridad es la búsqueda
de la comprensión de los mecanismos que llevan a esas
asociaciones, principalmente considerando las influencias
sociales, a fin de ayudar en el desarrollo de medidas
preventivas.
Conclusión
En su artículo de 2007, Gluckman y Hanson propone
direcciones futuras para la Investigación en esta área de la
biología del desarrollo de la salud y la enfermedad, las
cuales revisaremos ahora (102). Aunque hayan pasado 20 años
desde la publicación de las primeras observaciones
relacionando el ambiente precoz con el riesgo para el
desarrollo de enfermedades crónicas, existen todavía una
serie de planteamientos a ser respondidos. Un debate
importante se relaciona al impacto de esos procesos en la
prevalencia de las enfermedades crónicas. Actualmente, los
estudios han enfatizado relaciones entre variables de la
vida perinatal y consecuencias específicas, como la
resistencia a la insulina o alteraciones asociadas a
enfermedades cardiovasculares (hipertensión, obesidad e
hipercolesterolemia, por ejemplo). Entretanto, la
contribución de la influencia de las variables precoces para
la génesis del fenotipo metabólico deberían ser estudiada
mis apropiadamente.
La definición de “contraste” también necesita ser
establecida de forma más robusta, como saber cuáles
parámetros son marcadores de contraste. El catch up, a pesar
de ser extensamente utilizado en los estudios, también
merece mayor precisión: los estudios se deben concentrar en
detallar de cual tipo de catch up (en peso, en masa magra,
etc.) están tratando.
El estudio de los orígenes de la enfermedad dio origen a una
serie de trabajos dedicados a investigar la relación entre
variaciones ambientales en fases precoces de la vida,
polimorfismos en genes relacionados y consecuencias
metabólicas. Por esto, también resta saber hasta que punto
es posible establecer especificidades de esas variaciones
para una población determinada y como esos polimorfismos
interactúan con las pistas ambientales, influenciando el
riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas. Del
mismo modo, es irreal imaginar que un único gen pueda ser
responsable por tamaña miríada de desenlaces posibles. Una
visión amplia integrando variable genéticas, epigenéticas y
ambientales es necesaria. Los estudios aún buscarán
profundizar las investigaciones sobre las diferentes clases
de genes blanco y sus papeles en estos procesos, como, por
ejemplo, genes regulatorios, genes relacionados al
crecimiento y genes
mitocondrias. La sensibilidad tisular específica para
hormonas y otras moléculas señalizadoras, que posiblemente
fluctúan durante el desarrollo, debe ser caracterizada en
las diferentes fases de la vida. Además, las situaciones de
herencia no-genómica, como el ejemplo de la constricción
materna resaltada más arriba, deben ser todavía mejor
descriptas.
Es importante resaltar que muchas otras características
humanas pueden sufrir influencias de eventos traumáticos
ocurridos precozmente, tales como el comportamiento, la
reproducción, la homeostasis térmica e hídrica y las
funciones cognitivas. Interesa hacer notar que, en estos
casos, esas alteraciones pueden presentar un fenotipo
metabólico alterado. La cuestión más importante aquí es la
posibilidad de la existencia de un puente causal entre
inducción de fenotipos específicos en dominios diversos e
pistas ambientales comunes en la vida precoz.
Por último, relativamente pocos estudios hasta hoy se
dedicaron a investigar los aspectos de intervención y
reversión del fenotipo. Estudios en animales utilizando
suplementaciones dietéticas han demostrado resultados
interesantes, por lo que la aplicabilidad de estos
protocolos para seres humanos es aún delicada. Son
necesarios más estudios básicos para dar soporte a las
intervenciones clínicas.

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