EDITORIAL
Imcompletitud y medicina
Eduardo Cuestas

Revista de la Facultad de
Ciencias Medicas 2007; 64(4):107
Área de Epidemiología y
Bioestadísticas. Departamento de Docencia e Investigación.
Hospital Privado de Córdoba - Argentina
El teorema de la imcompletitud
enunciado en 1931 por el matemático Kurt Godel, ha tenido
consecuencias devastadoras sobre concepción clásica de la
ciencia. Como era de esperar, en el aislado campo de la
medicina existe aún hoy una sugestiva ignorancia sobre el
tema, basada posiblemente en la pertinaz falta de
conocimiento de la influencia de los factores subjetivos del
médico en la producción de los conocimientos sobre los
procesos mórbidos, implicando la siempre viva idea de una
ciencia objetiva sin contaminación de quien observa.
El desarrollo en las ciencias exactas de los conceptos de
campo, teoría de la relatividad, mecánica cuántica,
principio de incertidumbre y concepto de estructuras
disipativas, junto al desarrollo del entendimiento de la de
la probabilidad, y su aplicación estadística, salvó
parcialmente el inconveniente que planteaba ala metodología
científica tradicional en el análisis de los sistemas
múltiples y de comportamiento aleatorio e incierto o
francamente caóticos. Lo azaroso llevó entonces al
desenvolvimiento de la probabilística. Se precisaba
descifrar si el azar era un déficit de conocimiento o
sencillamente era parte de la misma naturaleza tal cual es,
o más simplemente, de como la percibimos. La probabilidad
entonces, procuró suplantar las fallas, y pretendió
controlar sistemas no causales. Pero el conflicto desde lo
subjetivo, a nivel de la enfermedad, choca con la realidad
biológica, simplemente porque introduce la conciencia
humana, y ésta obstaculiza la causalidad por dos
dispositivos distintos, pues por una parte, se pierde la
condición representativa de la realidad objetiva y por otra,
en la clínica, se sustituye el determinismo causal por la
plausibilidad.
A principios del siglo pasado hubo una profunda crisis en
los fundamentos de la matemática, por causa de la denominada
paradoja de Russell en la teoría de conjuntos. Éste junto a
Hilbert procuraron reconstruir la matemática desde axiomas
indudables, que permitieran una demostración segura, que
posibilitara probar mediante métodos puramente lógicos los
diferentes enunciados, posibilitando sistematizar
consistentemente la matemática, alejando para siempre las
incómodas contradicciones. Pero lamentablemente Gódel probó
que cualquiera sea el sistema de axiomas que se postulara
para la aritmética, si este sistema era consistente, había
enunciados verdaderos que no podían ser demostrados por el
sistema. Este teorema interesa a las otras ramas del saber,
en el sentido que derrota la ilusión de la razón en la
ciencia y profetiza el fin de las certezas; y por ejemplo,
en la práctica clínica, reaparece la contextualización
humana, planteada como la conjunción de distintos hechos, de
diferentes visiones, que impliquen una concepción global del
ser humano, apartándonos del mero reduccionismo biológico,
lo que implica que las emociones y los valores del hombre
actúan como una instancia fundamenta! en la observación del
entorno, en el vivir la salud con plenitud y el sufrimiento
de la enfermedad y la muerte, aceptándose que no basta con
el mero conocimiento patológico y molecular.
El enunciado simbólico de la ciencia, es solo aproximado. El
método científico se estrella con esta afirmación que lo
excede, pero simultáneamente lo vuelve real. Esta percepción
de la ciencia y de la realidad es autorreflexiva y referida
a nuestra conciencia. No somos más que nuestra condición
existencial con todas sus limitaciones. Además, la
matemática es una herramienta abstracta en la cual se
encuentra ausente la representación humana que impregna a
todos los procesos biológicos.
La medicina ha estimulado la búsqueda de los procesos
biológicos bajo un modelo mecánico, que funciona
regularmente bien hasta el nivel molecular. Éste modelo, más
allá de ella se vuelve insostenible. No hay explicación
mecánica para la probabilidad y la incertidumbre.
De lo expuesto se puede concluir que el uso de frecuencias
de sucesos a priori no tiene a
nivel personal sentidos adecuados o seguros. Tanto en el
diagnóstico, como en el tratamiento, la respuesta individual
encierra diferentes peligros y compromisos. Se debe concebir
que en el trabajo médico hay preceptos pero también albures,
actuando sobre conciencias humanas en un mundo sensatamente
indeterminado, lo cual en cierta forma resguarda la libertad
del enfermo y del médico. La medicina de hoy no se puede
situar en los procesos puramente deterministas ni tampoco en
los puramente aleatorios. Al azar debe dársele sentido
cuantitativo, pero adaptando el intelecto a las conciencias
individuales que estamos, como científicos, observando. En
ciencia pretendemos saber si algo es verdadero o falso. Y
este planteo está lleno de limitaciones, ya que el hombre al
pensar por si mismo queda sujeto (sujeto como individuo y
como persona "sujeta" a su entorno) a la irresistible
elegancia del teorema de la imcompletitud de Gódel.

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