TRABAJOS DE REVISIÓN
Síndrome Urémico Hemolítico
Eduardo Cuestas.

Revista Facultad Ciencias Medicas 2008; 65(2):
52-56
Cátedra de Clínica Pediátrica.
Facultad de Ciencias Médicas. Universidad Nacional de
Córdoba. Centro Formador: Servicio de Pediatría y
Neonatología. Hospital Privado
Introducción
El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es un grupo heterogéneo
de entidades definidas comúnmente por: anemia hemolítica
microangiopática, trombocitopenia y fallo renal agudo (FRA).
El SUH es la causa más frecuente de FRA en nuestro país en
la edad pediátrica.
Básicamente se reconocen dos formas clínicas una epidémica
(D+), que representa el 90% de los casos, y está precedida
por un período prodrómico de diarrea, generalmente
sanguinolenta, y que puede presentar además fiebre, vómitos
y dolor abdominal. La forma esporádica (D-), puede ser
desencadenada por diversos cuadros de diferentes etiologías
y obviamente lo presenta los pródromos gastrointestinales.
El objetivo de este trabajo es revisar los adelantos más
recientes ocurridos en el estudio de esta enfermedad.
Etiología
Nivel 1. Etiología conocida
1.i. Inducido por infecciones (a) bacterias productoras de toxina Shiga (TSx): Eschericia coli,
Shigella dysenteriae tipo I,
Citrobacter freundii (b) Neuraminidasas y exposición a antígenos T (Tag): Streptococcus
pneumoniae
1.ii. Desordenes de la regulación del complemento (a) Desordenes genéticos de la regulación del complemento (mutación en el
gen HF1 del
cromosoma 5, que codifica
la proteína cofactor de membrana [MCP]) (b) Desordenes adquiridos de la regulación del complemento (anticuerpo
antifactor H)
1.iii. Deficiencia de proteinasa von Willebrand o ADAMTS 13 (a) Desordenes genéticos de ADAMTS 13 (b) Deficiencia adquirida de ADAMTS 13: autoinmune e inducida por drogas
1.vi. Defectos del metabolismo de la Cobalamina
1.v. Inducida por Quinina Nivel 2: Etiología desconocida
2.i. Virus de la Inmunodeficiencia Humana
2.ii. Neoplasias, quimioterapia, radiación ionizante
2.iii. Inhibidores de Calcineurina, transplantes
2.iv. Embarazo, síndrome HELLP, anticonceptivos orales
2.v. LES y síndrome de anticuerpos antifosfolípido
2.vi. Glomerulopatía
2.vii. Familiar (no incluida en la parte 1)
2.viii. No clasificada
Patogenia y fisiopatología
En el SUH (D+)
El SUH ocurre entre el 9 y el 30% de los niños con
antecedentes de diarrea sanguinolenta de una semana de
duración, infectados por E. coli O157:H7, productoras de
Toxinas Shiga (TSx). Infecciones por otros serotipos de E.
coli (EC), Shigella dysenteriae (SD), y ocasionalmente por
otros microorganismos también pueden causar SUH.
Aquella E. coli capaz de producir diarrea con sangre, con o
sin SUH, se denomina enterorohemorrágica (ECEH). Estos
microorganismos presentan varios factores virulentos, pero
el requerimiento principal, es la capacidad de producir TSx,
para la cual, huéspedes deberán poseer receptores
específicos tipo EG3 en los diferentes tejidos.
La TSx es una exotoxina de 70 kD, codificada por el ADN de
S. disenteriae, mientras que las TSx 1 y 2 que están
presentes en varios serotipos de E. coli son codificadas por
ADN bacteriófago. Contiene una subunidad A (33kD) y 5
subunidades B (7,7 kD). Cada subunidad B se une con una alta
afinidad a los terminales α1,4β galactosa disacaridasa de
los receptores globotriaosilcramida (EG3), en la membrana
glomerular, colónica, de las células epiteliales cerebrales,
endoteliales vasculares, mesangiales y tubulares renales, en
los monocitos y plaquetas.
Las cepas de S. disenteriae productoras de STx y de los
serotipos de E. coli productores de STx1 y STx2, pueden
contaminar carne, leche, queso y otros tipos de alimentos
lavados, cocidos o pasteurizados en forma insuficiente. El
ganado vacuno es el principal reservorio de E. coli O157:H7,
pues sus células endoteliales vasculares carecen de
receptores EG3, necesarios para la unión de STx 1 y 2.
En los seres humanos, la ECEH y la SD se adhiere a las
células epiteliales de la mucosa colónica, donde luego de
invadirlas, se replican y finalmente destruyen las células.
Las exotoxinas Shiga probalemente junto a endotoxinas
bacterianas lipopolisacáridas, dañan el tejido subyacente y
la vasculatura, causando diarrea con sangre. La lesión se
potencia por los neutrófilos, los cuales son reclutados
hacia el tejido colónico dañado por la activación de la
citoquina IL-8 y la quimioquinas CXC relacionadas a los
oncogenes α,β y γ y el péptido 78 activador de neutrófilos
derivado de células epiteliales. Éstos péptidos son
segregados por el epitelio del Colón en respuesta a la unión
de la STx1 a los GB3 en la superficie de las células
epiteliales. Luego las TSx ingresan en la circulación
intestinal y se transportan adheridas a la superficie de
monocitos y plaquetas. Las toxinas se ligan a moléculas
sobre las células del epitelio capilar glomerular, células
mesangiales y células epiteliales glomerulares y tubulares.
La STx1 estimaula la liberación de Factor de Necrosis
Tumoral α (FNTα), IL-1, IL-6, de los monocitos y de las
células epiteliales glomerulares y tubulares. Estas
citoquinas aumentan la expresión de los receptores de
membrana GB3 en las células endoteliales del riñón, y
aumenta la capacidad de unión de la STx1. La Stx1
inicialmente induce a las células epiteliales a segregar
multímeros inusualmente grandes de factor de von Willebrand
y aumentan la exposición a receptores de vitronectina (una α
v, β3 integrina), selectina-P y moléculas endoteliales de
adhesión plaquetaria sobre superficies celulares. Además, la
STx1 activa la adhesión de las plaquetas por medio de la
activación de los receptores celulares GB3, promoviendo la
agregación de las plaquetas mediado por los multímeros
inusualmente grandes de factor de von Willebrand, formando
microtrombos que protuyen hacia la superficie de las células
endoteliales.
El SUH no se asocia habitualmente a la deficiencia o severa
reducción plasmática de la actividad de ADAMTS 13.
En las células renales, la subunidad A de la STx, STx1 y
STx2 conducen a proteólisis parcial y reducción de las
uniones disulfuro. Este proceso genera una enzima que separa
una adenina de la porción 28S del ARN, inhibiendo la
elongación de cadenas peptídicas, y la síntesis proteica, lo
que finalmente conduce a la muerte celular. El daño es
potenciado por acción de neutrófilos y monocitos que invaden
el glomérulo en respuesta a la señal producida por IL-8 y la
producción de monocitos quimioatrayentes de proteína 1 por
las células renales. Los neutrófilos activados liberan
radicales superóxido, peróxido de hidrógeno, elastasa y
otras proteasas que potencian el daño de las células
renales. De hecho, los neutrófilos incrementan notablemente
la posibilidad de que se produzca un daño renal
irreversible.
La muerte y descamación de las células endoteliales en el
riñón también puede promover por medio de una glucoproteina
Ibα, la adhesión de las plaquetas en el subendotelio
uniéndose estas a las moléculas inusualmente grandes del
factor de von Willebrand. Subsecuentemente la unión de
fibrinógeno a las plaquetas activa la liberación de
complejos IIb¬¬/IIIa que inducen la agragación de las
plaquetas en condiciones de alto flujo, como ocurre en la
microcirculación glomerular. La exposición a dichos factores
titulares junto a la activación del factor VII, altera las
superficies de las células epiteliales, que es seguida por
la generación de trombina y polímeros de fibrina.
En el SUH (D-)
El SUH familiar representa entre el 5 y el 10% de todos los
casos de la enfermedad. La mortalidad es muy elevada
(cercana al 54%), mucho más elevada que el SUH típico (D+)
que oscila entre 3 y un 5%.
Aproximadamente la mitad de los pacientes presentan
recaídas, y más de un tercio requieren diálisis a largo
plazo. 16% de los pacientes tranplantados renales pierden la
función del órgano durante el primer mes.
Estos pacientes padecen un defecto o deficiencia del factor
H del complemento, codificado en el área cromosómica 1q32.
Normalmente el factor H, una proteína plasmática de 150-kD,
protege las células del daño accidental por activación de la
vía alterna del complemento. C3bBb, la convertasa C3 de la
vía alterna, amplifica la generación de moléculas de C3b
sobre la superficie de las células susceptibles. El factor
II regula este proceso por desplazamiento de Bb a C3b,
exponiendo a éste último a la inactivación por el factor I
(el factor inhibidor de C3b). La deficiencia o la disfunción
del factor H resulta en una sobreactivación de C3, que puede
potenciar la injuria glomerular mediada por autoanticuerpos
o complejos inmunes, conduciendo a la muerte de las células
y a la activación de la cascada de la coagulación en forma
similar a la comentada en el párrafo anterior.
Se ha descripto una forma autonómica dominante y otra
recesiva de herencia. La herencia recesiva se asocia a
niveles de entre 10 y 50% de los valores normales de factor
H. Los niveles séricos de C3 son bajos, y el SUH se
desarrolla en etapas tempranas de la vida. La herencia
dominante se asocia a funcionamiento anormal del factor II e
inicio de la enfermedad a edades más tardías. En cualquiera
de las dos formas, el SUH puede precipitarse por una
infección, otra enfermedad concurrente y el embarazo.
Epidemiología
En Argentina donde el SUH (D+) es endémico, se producen
aproximadamente 400 casos nuevos por año. La enfermedad
constituye la primera causa de IRA en la infancia y la
segunda de IRC en la misma edad. El SUH es responsable del
20% de los transplantes renales en niños y adolescentes. La
EC productora de STx1 y 2 es responsable del 59% de los
casos, el serotipo prevalente es el O157:H7. Es una
enfermedad de notificación obligatoria ( Resolución 346/00
del MSP de la Nación). La tasa de notificación fue en
promedio de 14 casos por 100000 niños menores de 5 años, una
tasa 10 veces mayor a la que ocurre en los países
desarrolados. Ocurre en niños de 6 meses y 4 años (62% de
los casos en menores de 2 años), en forma mucho más precoz
que en los países industrializados. 55% de los casos ocurren
en los meses cálidos, no hay diferencia por género. La
letalidad reportada fue de 3,4%. En EUA la mortalidad varía
de 4 a 12% por lo que los datos nacionales podrían reflejar
subregistro importante.
Dada la alta prevalencia, la carencia de tratamiento
específico y la elevada morbilidad, la prevención primaria
de la infección por STxEC es fundamental para disminuir su
efecto sanitario. En un estudio caso-control realizado por
Rivas et al, se encontró que los principales factores de
riesgo fueron comer carne mal cocida, convivir con animales,
contacto con niños con GEA, no lavarse las manos y los
utensilios después de manipular carne. Otros factores de
riesgo son: recuento inicial de leucocitos superior a 13000,
edad menor de 2 años, y presentación de anemia, IRA o
trombopenia antes de los 3 días de diarrea.
Clínica
El SUH suele presentarse en un niño previamente sano, que
presenta un pródromo de diarrea, generalmente sanguinolenta,
vómitos, cólicos, irritabilidad y ocasionalmente fiebre
baja, entre 3 y 7 días antes, que presenta luego de que
éstos se han atenuado o cedido, palidez, petequias,
oligoanuria, deshidratación, edema e HTA en forma súbita. A
veces la colitis es muy severa y puede complicarse parálisis
intestinal, prolapso rectal, necrosis o perforación del
colon.
1/3 de los pacientes pueden presentar síntomas neurológicos,
que incluyen irritabilidad, depresión del sensorio, coma,
convulsiones, edema cerebral y lesiones focales. En el 10%
de los casos las convulsiones son el signo inicial de la
enfermedad.
Rara vez puede observarse sintomatología de pancreatitis y
miocarditis, que puede complicarse con ICC y arritmias.
Se debe diferenciar especialmente en las fases iniciales de
apendicitis, enfermedad inflamatoria intestinal, Meckel,
invaginación intestinal, púrpura trobocitopénica trombótica,
trastornos neurológicos, LES, trastornos renales, CID y
sepsis.
Exámenes complementarios
Hematológicos: anemia, con esquistocitos, elevación de LDH y
bilirrubina indirecta, leucocitosis, trombocitopenia,
aumento de productos de degradación de la fibrina, con TP y
TTPK normales.
Renales: creatinina, urea, K, P, H+, y ácido úrico elevados.
Disminución de Na, CO3 y Ca. Hematuria micro o macroscópica
y proteinuria variable.
Gastrointestinales: hipoalbuminemia, en caso de pancreatitis
hiperglucemia y elevación de lipasa y amilasa.
Microbiologicos: coprocultivo con sertipificación,
urocultivo (existen cepas de EC que sólo se aislan en orina
en pacientes sin diarrea), test serológicos para STx.
Otros: Según necesidad, especialmente indicadas para evaluar
complicaciones. Rx directa de abdomen, TAC, RNM, EEG, ECG,
Rx de tórax, ecografía abdominal, endoscopía, laparotomía.
Tratamiento
No existe un tratamiento específico. Se debe planear un
tratamiento de soporte y otro para las complicaciones.
Mantenimiento de líquidos y electrolitos y manejo de déficit
y excesos. Mantenimiento del equilibrio ácido-básico. Si es
necesario diálisis peritoneal. Tratar HTA. Nutrición
adecuada al estado metabólico. Transfusión de GRS, plasma o
plaquetas (sólo si hay sangrado).
No existe un tratamiento específico que haya demostrado
eficacia. Se están ensayando algunas resinas coloidales que
se unen a la STx, anticuerpos monoclonales quiméricos, que
inhibirían STx 1 y 2 (posiblemente promisorios).
Como los adultos convivientes con niños afectados presentan
Ac naturales contra STx1 y 2, y la inoculacón nasal de cepas
atenuadas de ECEH productora de STx en ratas, induce la
formación de altos títulos de Ac, existe la real posibilidad
de desarrollar una vacuna.
Aún no existe evidencia sobre la utilidad de plasmaféresis
para remover factores alterados de la cascada del
complemento, como el factor H. El transplante hepático es
todavía un evento anecdótico.
Pronóstico:
La resolución normalmente está precedida por la elevación de
las plaquetas y la disminución de los requerimientos de
transfusiones de GRS. En la recuperación los pacientes
pueden requerir Fe++ y ácido fólico. Una anuria de más de
dos semanas es signo de mal pronóstico.
Los pacientes en que persisten los signos neurológicos por
más de dos semanas presentan altas chances de secuelas. La
diabetes puede persistir requiriendo tratamiento con
insulina.
La proteinuria persistente por más de un año constituye un
signo de pésimo pronóstico renal. La IRC ocurre entre 4 y 9%
de los pacientes. La persistencia de la HTA es común y
requiere tratamiento.
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