EDITORIAL
Reflexión sobre la gripe H1N1
Reflection on Influenza H1N1
Eduardo
Cuestas.
Revista Facultad de Ciencias
Medicas 2009; 66(1):101-102
Eduardo Cuestas. Cátedra de
Clínica Pediátrica. Hospital Nacional de Clínicas.
Se reconocen tres criterios bien definidos para constatar
una pandemia vírica: a) aparición de un nuevo virus frente
al cual la población carece de inmunidad; b) este virus debe
tener la capacidad de infectar a los seres humanos, y c)
debe ser fácilmente transmisible entre los seres humanos. Un
ejemplo es la experiencia de la gripe aviaria, que nos ha
enseñado lo que representa la aparición de un virus nuevo y
virulento, capaz de causar enfermedad grave, pero, por
fortuna, de baja transmisibilidad entre humanos.
El nuevo virus H1N1, que al parecer tiene su origen en los
cerdos, se diferenciaría de la gripe aviaria en que es de
alta transmisión directa entre humanos (la gripe aviaria
requiere contacto con aves), y es ésta la forma en que la
actual epidemia se está desarrollando. Los viajes aéreos han
facilitado enormemente la propagación del virus a lugares
muy distantes entre sí. Se conoce que un viaje aéreo
prolongado facilita la transmisión viral a la mayoría de los
pasajeros (1,2).
¿Cuáles serán las consecuencias de esta nueva enfermedad
vírica para la comunidad? Dependerá de la gravedad de la
enfermedad y de la rapidez de su transmisión. Ninguno de
estos factores, como puede suponerse, va a ser estático. Es
importante recordar la experiencia de la gripe española,
cuya gravedad en la primera ola, entre marzo y julio de
1918, no fue extraordinariamente elevada, pero que fue muy
virulenta en la segunda ola. En este sentido estamos
expectantes sobre lo que va a ocurrir en nuestro hemisferio
, donde las estaciones de otoño e invierno darán paso,
posiblemente, a la segunda temporada vírica,
Al 10 de junio de 2009 se han declarado 27.737 casos y 141
fallecimientos, (http://www.who.int/csr/don/2009_06_10a/en/index.html).
Como puede conjeturarse de estas cifras, excepto en México,
donde se han comunicado más fallecimientos, este virus
parece causar enfermedad de poca gravedad. Es todavía una
incógnita qué ocurrirá en pacientes de riesgo o con
comorbilidades, ya que la mayoría de los infectados son
viajeros y, por lo tanto, pacientes relativamente sanos sin
enfermedades concomitantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) activó su
dispositivo de emergencia el 24 de abril de 2009, lo que le
ha permitido mantener contacto simultáneo con los países,
instituciones y autoridades sanitarias de todo el mundo para
coordinar la respuesta. La OMS también ha nombrado un comité
de emergencia para aconsejar al director general sobre la
epidemia. La segunda reunión de este comité determinó
aumentar el grado de alarma (de 4 a 5) después de que se
comprobara la transmisión entre humanos. Se señala que el
mundo se está moviendo cerca de una pandemia, pero que no se
está en un momento en que ésta pueda resultar inevitable
(3). Sin embargo, la contención de la epidemia no es
factible y los países deberían estar preparándose para
mitigar los efectos del virus en sus poblaciones. De hecho,
en los últimos 5 años la comunidad internacional se ha
estado preparando para una pandemia por el virus H5N1 de la
gripe aviaria. Las respuestas nacionales y regionales han
sido variables. El 11 de junio de 2009, la OMS ha elevado el
nivel de alerta a la fase 6 de pandemia, lo que no ocurría
desde 1968.
Algunos países están más preparados que otros y existe la
preocupación de si algunos serán capaces de abordar esta
situación de una manera mínima o medianamente efectiva.
Entretanto, en las circunstancias actuales, la transparencia
y la comunicación continuada entre la OMS, los gobiernos,
las autoridades sanitarias y los medios de comunicación
deben ser el norte que marque el rumbo mientras la nueva
gripe parece evolucionar.
Lamentablemente abundan los ejemplos recientes del mal
manejo de la información, que en el contexto de la epidemia,
ponen de manifiesto la necesidad de respetar normativas
claras y centralizadas.
Una forma de evitar la falta de claridad en las normativas,
es acordar, respetar y reconocer que no deben ser otras que
las dictadas por la OMS de acuerdo con las autoridades
sanitarias de cada país.
Es muy posible que al estado de desinformación hayan
contribuido cuatro factores sobre los que hay que
reflexionar profundamente: a) la presión desmesurada de los
medios de comunicación; b) la respuesta quizá exagerada de
algunos políticos y de algunas autoridades sanitarias; c) el
desconocimiento y a veces el franco desacato de los
profesionales sanitarios a las normativas y d) la presión de
la industria farmacéutica.
Creemos que en esta situación es fundamental controlar la
alarma social proporcionando información adecuada,
equilibrada y comedida a fin de evitar actuaciones
irracionales y exageradas.
Bibliografía
1. Moser M.R., Bender T.R., Margolis H.S., Noble G.R.,
Kendal A.P., Ritter D.G. An outbreak of influenza aboard a
commercial airliner. Am J Epidemiol. 1979;110:1-6.
2. Woodhead M.A., Torres A., Ewig S. Pigs might fly. Eur
Respir J. 2009;33:1241-1243. [Full Text]
3. Swine influenza: how much a global threat? [editorial].
Lancet. 2009;373:1495..

|