REVISIÓN
Manifestaciones
clínicas del síndrome antifosfolípido
Paula Alba, Pablo Astesana, Alejandra Babini.
Marcelo Yorio
Revistad de la Facultad de Ciencias Médicas
2010, 67(1): 40-50
* Postgrado de
Reumatología del Hospital Córdoba. Cátedra de Medicina I.
UHMI 3. ** Servicio Reumatología Hospital Italiano.
Autor correspondiente:
paulaalba@yahoo.com
INTRODUCCIÓN
En el comienzo de la década de los 80, el Dr. Graham Hughes
describió un síndrome clínico caracterizado por trombosis,
abortos recurrentes, enfermedad neurológica y la presencia
de los anticuerpos antifosfolípidos (AAF)
(1).
En 1983, era difícil predecir el interés que la
determinación de los anticuerpos anticardiolipinas (ACA) iba
a generar en los años siguientes
(2). Es frecuente la
descripción de nuevos autoanticuerpos en el Lupus
eritematoso sistémico (LES) y podía parecer que los ACA no
iban a merecer sino un interés pasajero. Sin embargo, su
asociación con una amplia combinación de síntomas que
incluyen fundamentalmente trombosis venosas y arteriales,
pérdidas fetales y trombocitopenia, entre otros han atraído
hacia ellos la mirada de investigadores de los más diversos
ámbitos de la medicina
(1,2,3).
El término síndrome antifosfolípido (SAF) ó Síndrome de
Hughes se aplica a un estado de hipercoagulabilidad que
predispone a trombosis venosa, arterial o ambas asociado a
la presencia de AAF como los ACA y el anticoagulante
lúpico(AL). Este síndrome puede presentarse en forma
aislada, SAF, o en asociación con enfermedades del tejido
conectivo, principalmente LES.
En el consenso Internacional en Sapporo (Japón) se
publicaron los criterios preliminares de clasificación del
SAF
(Cuadro 1) (4).
 |
CUADRO 1. CRITERIOS PRELIMINARES DE
CLASIFICACIÓN DEL SAF (SAPPORO 1998) |
Recientemente, estos criterios fueron actualizados
agregándose al criterio de laboratorio los anticuerpos antiß
2 glicoproteína I (ABGPI) confirmados en 2 ocasiones
separados de 12 semanas
(Cuadro 2)
(5).
 |
CUADRO 2.
CRITERIOS REVISADOS DE CLASIFICACIÓN DE SAF SYDNEY
(2004) |
Sin embargo, numerosos hallazgos clínicos del SAF no están
incluidos en estos criterios y esto no debe hacer que el
diagnóstico no sea considerado si otras causas han sido
excluidas y existe una alta sospecha clínica.
Si bien la trombosis y la pérdida fetal recurrente así como
la trombocitopenia moderada son uno de los principales
hallazgos, la lista de manifestaciones clínicas es enorme y
numerosos sistemas pueden estar afectados
(Cuadro 3).
 |
CUADRO 3.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS DEL SAF |
AAF
ACA
Los ACA son positivos en alrededor del 80% de los pacientes
con SAF, mientras que el AL en el 20%, y ambos en
aproximadamente el 60 % de los casos
(6). Sin embargo, ambas
pruebas deben realizarse en los pacientes con sospecha de
SAF.
Los ACA pueden ser positivos en una gran variedad de
condiciones que incluyen enfermedades del tejido conectivo,
drogas, neoplasias e infecciones
(Cuadro 4) (7, 8,9).
 |
CUADRO 4.
CONDICIONES ASOCIADAS CON AAF |
Sin embargo en éstas últimas, el isotipo predominante es
habitualmente Ig M, en bajos títulos y generalmente no
asociada a trombosis.
La presencia de ACA ha sido descripta en un 44% y la de AL
en un 33% en un estudio de 1000 pacientes con LES, mientras
que sólo el 25 al 35% de pacientes desarrollaron SAF y su
expresión clínica fue independiente de la actividad del LES
(10).
Los ACA son uno de los principales factores de riesgo para
el primer episodio de trombosis venosa profunda y trombosis
venosa recurrente
(11,12).
Finazzi et al. realizaron un estudio prospectivo de 360
pacientes no seleccionados con AL positivo, con y sin ACA
positivos. Ellos demostraron que los ACA > a 40 GPL en
pacientes con eventos trombóticos previos eran factores
predoctores independientes de un nuevo evento vascular
trombótico
(13). Por otra parte,
Escalante et al. y Levine y col. encontraron que no sólo la
presencia sino también los títulos de los ACA son
importantes para identificar un grupo de mayor riesgo de
eventos recurrentes
(14,15).
Las complicaciones obstétricas junto con la trombosis son
una de las principales manifestaciones del SAF. Un
meta-análisis reciente analizó la relación entre los
diferentes los diferentes AAF con la pérdidas del embarazo
en mujeres sin enfermedad autoinmune conocida. La presencia
de AL tuvo una fuerte asociación con la pérdida fetal
recurrente, mientras que los ACA Ig G e Ig M fueron
claramente asociados con las pérdidas recurrentes antes de
la semana 24, y los ACA Ig G con los abortos tempranos. Por
el contrario, los ABGPI no mostraron asociación con ninguna
forma de pérdida del embarazo recurrente
(16).
AL
El AL es identificado por las la prolongación de los tiempos
de coagulación. Un número de pruebas necesitan ser
demostradas: la prolongación del tiempo de coagulación
fosfolípidos dependiente, la evidencia de la inhibición
demostradas por las pruebas de corrección, la evidencia de
dependencia de fosfolípido y la exclusión de la inhibición
específica de algún factor de la coagulación. La presencia
de AL es más específica que los ACA para el SAF, aunque
menos sensible. En este aspecto, un metanálisis que evaluó
el riesgo de trombosis venosa en pacientes con LES, demostró
que los pacientes con AL positivo tenían un riesgo seis
veces mayor de tener un evento trombótico que los negativos
(17).
Posteriormente, estos datos fueron confirmados por otro
metaanálisis de AAF y trombosis venosa en pacientes sin
enfermedad autoinmune concluyendo que el AL es un predictor
más específico de trombosis que los ACA
(18).
OTROS AAF
La mayoría de los anticuerpos asociados al SAF y detectados
en pruebas de ACA y AL están dirigidos contra la β2-GPI o la
protrombina. Estudios recientes indican que estos
anticuerpos pueden también ser detectados utilizando
antígenos proteicos purificados en ausencia de fosfolípidos(19,20).Los
estudios clínicos iniciales de los ELISA de ABGPI sugieren
que la positividad de estas pruebas éstos esta estrechamente
asociada a las manifestaciones clínicas del SAF que los
ELISA de ACA convencional
(21).Por otra parte, los
ABGPI también identificarían un pequeño número de pacientes
que tienen manifestaciones clínicas de SAF pero que son
negativos a las pruebas convencionales
(22).
En los nuevos criterios clínicos y de laboratorio los ABGPI
Ig. G e Ig M fueron incluidos por consenso
(5).
Sin embargo, debido a la falta de estandarización, su
aplicación de rutina como herramientas diagnósticas para el
SAF permanece todavía cuestionada.
La protrombina es un blanco antigénico común de los AAF. Los
anticuerpos anti-protrombina pueden ser detectados por
diferentes métodos y una reciente revisión no demostró una
asociación con trombosis
(23).
Sin embargo, Bertolaccini et al. demostraron que éstos
fueron positivos en algunos pacientes con manifestaciones de
SAF que fueron negativos para AL, ACA y ABGPI , sugiriendo
que éstos podrían ser útiles en pacientes que son negativos
a las pruebas de rutina
(24,25).
Numerosos autoanticuerpos han sido descriptos en pacientes
con SAF, incluyendo anti anexina V, precalicreína, factor XI,
heparina, factor XII, y trombina. Sin embargo, la asociación
con el SAF, su significancia clínica, así como la
estandarización de los mismos, están lejos de ser
establecidas.
MANIFESTACIONES CLINICAS
Los AAF se asocian con trombosis que pueden ocurrir a
cualquier nivel del territorio vascular arterial y venoso y
pueden afectar a vasos de todos los tamaños. A nivel venoso,
las trombosis más frecuentes son en las de las extremidades
inferiores y se acompañan a menudo de embolismo pulmonar. Se
estima que alrededor de un 19% de los pacientes que
presentan trombosis venosas profundas y/o tromboembolismo
pulmonar tienen un SAF con positividad para el AL y/o ACA.
El embolismo pulmonar puede originarse de vena cava
inferior, venas renales, vegetaciones de la válvula
tricuspidea o trombosis intracardíaca derecha
(38, 39,40). El embolismo
pulmonar recurrente puede conducir a hipertensión pulmonar
secundaria y es la principal causa de hipertensión pulmonar
en el SAF
(41). La prevalencia de
hipertensión pulmonar ha sido estimada en el 1,8% de
pacientes con SAF asociado a enfermedades autoinmunes y en
el 3,5% con SAF
(42).
También se han descrito trombosis venosas a nivel de venas
axilares, oculares, renales, hepáticas y de la cava
inferior.
La trombosis de los senos venosos cerebrales es una
manifestación menos frecuente y mas común en mujeres
particularmente entre los 20 y 35 años de edad, y aparece
durante el embarazo, puerperio y durante la ingesta de
anticonceptivos orales
(43).
Christopher y col estudiaron 31 pacientes con TVSC
detectando AAF en un 22.6% comparado con el 3,2% de los
controles, sugiriendo por lo tanto que los AAF son un
marcador de riesgo para esta entidad
(44).
El SAF, en la actualidad, es una de las causas más
frecuentes de síndrome de Budd-Chiari y la manifestación
hepática más frecuente
(45).
Recientemente Jung Hoon y col evaluaron los hallazgos
tomográficos de las manifestaciones abdominales en el SAF.
De los 14 pacientes con SAF que fueron estudiados con
tomografía abdominal, el 72% presento compromiso del sistema
venoso, el 14% compromiso del sistema arterial y el 14% de
ambos. La vena cava inferior y la vena hepática fueron los
vasos mas frecuentemente comprometidos. El SAF debería ser
incluido como una de las posibilidades diagnósticas en
pacientes con síndrome de Budd-Chiari o cuando los hallazgos
tomográficos demuestran infartos en múltiples órganos
(46).
Otras manifestaciones hepáticas como trombosis de las venas
hepáticas, infartos intrahepáticos e hiperplasia nodular
regenerativa
(47,48).
Los AAF se han asociado también a la producción de trombosis
de venas adrenales que pueden conducir a una enfermedad de
Addison
(49). Arnason et al
publicaron 27 casos de insuficiencia suprarenal asociada a
la presencia de AAF. Por otra parte, algunos casos de
hipopituitarismo se han asociado a SAF
(50,51). Uno de estos
pacientes presentaba en la RNM la imagen de “silla turca
vacía” que representa el hallazgo neuroradiológico de
necrosis pituitaria
(52).
Las trombosis arteriales constituyen otra de las
manifestaciones más importantes del SAF. La isquemia
cerebral asociada con la presencia de AAF es la
manifestación trombótica arterial más frecuente
(53,54).
La edad de presentación de la isquemia cerebral asociada a
AAF es mas temprana comparada con la población que
habitualmente la presenta
(55)
y puede afectar cualquier territorio vascular
(56).
Las imágenes de la resonancia magnética muestran diversas
alteraciones que van desde una sola lesión isquémica a
infartos múltiples diseminados
(57,58).
En algunos pacientes, las trombosis cerebrales recurrentes
provocan un cuadro de demencia multiinfarto con síntomas
psiquiátricos como forma de presentación.
Las lesiones cardíacas más frecuentemente asociadas a los
AAF son las trombosis de las arterias coronarias, que
conducen a la aparición de angina e infarto de miocardio, y
las vegetaciones en las válvulas cardiacas, que pueden
provocar disfunciones valvulares, embolias cerebrales e,
incluso, cuadros sugestivos de endocarditis infecciosa
(59,60).
La afectación valvular cardíaca es frecuente en pacientes
con SAF
(59,61-63). Un
metaanálisis de estos estudios ha mostrado que el 48% de los
pacientes con AAF positivos y LES tenían compromiso valvular
comparado con el 21% sin AAF
(60). En la mayoría de
los pacientes con AAF el compromiso valvular tiene poco
significado hemodinámico o no causa enfermedad manifiesta.
La válvula mitral es la más afectada, seguida por la aórtica
y el engrosamiento valvular es la lesión más frecuente
detectada por ecocardiografía en pacientes con SAF. La
consecuencia hemodinámica más importante es la insuficiencia
mitral que ocurre en el 22% de los pacientes con SAF y en el
26% de los pacientes con SAF asociado a LES. La
insuficiencia aórtica ocurre en el 6 y el 10% de los
pacientes respectivamente. Las lesiones de estenosis tanto
mitral como aórtica son poco comunes y cuando aparecen van
acompanadas de insuficiencia de las mismas
(60).
Recientemente el Comité de expertos reunidos en Sydney
propuso definiciones de enfermedad valvular cardíaca
asociada a SAF, aunque ésta no fue incluida como criterio
(5).
La patogenia del compromiso valvular es desconocida. Se ha
postulado que los AAF pueden causar un daño valvular o
endotelial directo. Amital et al. describieron el depósito
de ACA en la superficie endotelial de la válvula
(64)
y Garcia Torres et al. postularon la hipótesis de la
interacción entre AAF con factores locales proponiendo que
estos pudieran conducir al daño endocárdico resultando en
trombosis superficial, infiltración mononuclear y fibrosis
(65).
También han sido descritos casos de miocardiopatía aguda o
crónica por trombosis en la microcirculación miocárdica,
trombos intracavitarios así como anormalidades
ecocardiográficas en la relajación y en la fase del llenado
rápido sin evidencia clínica de enfermedad cardíaca
(66-70).
Las trombosis arteriales también pueden afectar a las
arterias retinianas, mesentéricas y arterias periféricas.
Otro síntoma que puede asociarse a la presencia de AAF es la
hipertensión arterial. (HTA). Su presencia es un signo común
asociado a compromiso al compromiso del tronco así como
microvascular de los vasos renales, y clínicamente ésta
puede ir desde formas leves hasta HTA maligna. Nochy et al.
analizaron 16 pacientes con SAF y compromiso renal
encontrando que la HTA estaba presente en el 94% de los
pacientes. Esta fue severa en el 31% de los pacientes y
maligna en el 12%. 14 pacientes tenían insuficiencia renal,
la cual fue leve en la mayoría de los casos. Todos los
pacientes mostraron lesiones vasculares significativas en la
biopsia renal con lesiones oclusivas de los pequeños vasos
(71).La HTA puede ser
también secundaria a compromiso de grandes vasos y la
estenosis de la arteria renal ha sido descripta en pacientes
con SAF. En una de las primeras descripciones Ostuni et al.
reportaron una niña de 13 años con LES e HTA severa y
estenosis renal bilateral
(72).
Recientemente Sangle et al. describieron la presencia de
estenosis de la arteria renal en un 26% de 91 pacientes con
SAF en pacientes con HTA no controlada y lábil. Estos
autores evaluaron además el efecto del tratamiento
anticoagulante, no encontrando reestenosis y permaneciendo
con función renal estable y buen control de su tensión
arterial con un RIN > 3. Todos estos reportes confirman que
el SAF puede ser una causa significativa de estenosis de la
arteria renal e HTA severa
(73,74).
Daugas et al. observaron las lesiones antes mencionadas
definidas hoy como NSAF en pacientes con LES, especialmente
con SAF asociado, y éstas eran independientes de la
nefritis.
Un aspecto de gran importancia es la aparición en algunos
pacientes con AAF, de un cuadro trombótico de tipo
multisistémico y de curso muy grave denominado actualmente
síndrome antifosfolípido catastrófico. Asherson y col
identificaron los primeros pacientes con SAF catastrófico
publicados en la literatura. El 66% eran mujeres, con un
promedio de 36 años y el 55% de ellos desarrolló un
compromiso multiorgánico agudo secundario a trombosis
múltiples. Algunos factores precipitantes podrían ser las
infecciones, drogas, procedimientos quirúrgicos o abandono
de la anticoagulación. La presentación clínica a menudo
compromete a múltiples órganos en un corto período de
tiempo. Este desorden se caracteriza por una
microvasculopatía trombótica difusa que afecta con
predilección al riñón, pulmón, cerebro, corazón, piel y
tracto gastrointestinal. El tratamiento es empírico
incluyendo anticoagulación, inmunosupresión y plasmaféresis;
la mortalidad ocurre en aproximadamente el 50% de los
pacientes
(75,76).
La trombocitopenia es relativamente frecuente en pacientes
con AAF. Es de curso crónico, leve y rara vez se asocia a
complicaciones hemorrágicas
(77,78).
La trombosis venosa o arterial puede presentarse en
presencia de trombocitopenia, sin embargo dos estudios
retrospectivos han revelado menor frecuencia de eventos
trombóticos cuando las plaquetas son inferiores a 50.000(79,80).
Cuadrado et al. evaluaron retrospectivamente la presencia de
trombocitopenia en 171 pacientes con SAF, y el 23,4%
presentó trombocitopenia que no se asoció con ninguna otra
manifestación clínica ni de laboratorio característica
(81).
El papel patogénico de los AAF en la trombocitopenia es
todavía poco claro. Recientes datos han mostrado la
presencia de anticuerpos antiplaquetarios en pacientes con
SAF. Galli y col encontraron que el 40% de pacientes con SAF
tienen anticuerpos antiGPIIB-IIIA o GOIb/IX o ambos. La
presencia de estos anticuerpos tuvo una correlación
significativa con la trombocitopenia
(82).
Recientemente el comité de expertos reunidos en Sydney
propuso una definición de trombocitopenia asociada al SAF,
no siendo incluida como criterios de clasificación
(5). Algunos pacientes
con AAF y trombocitopenia también desarrollan anemia
hemolítica con test de Coombs directo positivo. Esta
asociación ha sido clásicamente denominada síndrome de
Evans. La presencia de test de Coombs positivo ha sido
observada tanto en SAF primario como secundario. En el SAF
primario, el test de Coombs fue positivo en el 14% y la
anemia hemolítica estuvo presente en un 4% de 70 pacientes
estudiados
(82).
Los mecanismos patogénicos de la anemia hemolítica
relacionada con AAF no están claros. Los AAF podrían unirse
directamente a la membrana de los eritrocitos, pero el
antígeno expresado en la superficie de estas células es aún
desconocido. La necrosis de la médula ósea es un síndrome
que conduce a una pancitopenia severa. Ha sido descrito en
numerosas condiciones y recientemente se ha asociado a la
presencia de AAF
(83,84).
La epilepsia y la corea son manifestaciones menos frecuentes
del SAF
(85, 86,87).
La crisis epiléptica se asociaron con la presencia de ACA
tipo IgG en pacientes con LES
(88). Cervera et al.
analizaron 50 pacientes con corea y encontraron que el 58%
de los pacientes tenían diagnóstico de LES y un 30% de SAF.
La mayoría de los pacientes presentaron un solo episodio de
corea que fue bilateral en el 55% y que mostraron infartos
cerebrales en la RNM en el 35% (87). La mielopatía
transversa, aunque rara, está estrechamente relacionada con
la presencia de AAF
(89, 90, 91,92). Los
síndromes clínicos que simulan esclerosis múltiple han sido
también descritos en el SAF
(91,93).
Cuadrado et al. Reportaron 27 pacientes cuyo diagnóstico
inicial fue esclerosis múltiple y que fueron derivados por
síntomas que sugerían una enfermedad del tejido conectivo o
hallazgos atípicos de esclerosis múltiple. No encontraron
diferencias ni en el examen clínico ni en el laboratorio
entre ambas entidades y cuando comparamos las RNM
cerebrales, estas mostraban una puntuación de mayor
severidad en pacientes con esclerosis múltiple, pero
consideradas individualmente no fue posible distinguir entre
ambos diagnósticos. Una historia clínica con antecedentes de
trombosis, pérdida fetal o la localización poco
característica de las lesiones así como la respuesta a la
anticoagulación constituyen algunos puntos que pueden ayudar
al diagnóstico diferencial
(93).
La migraña se observa frecuentemente en pacientes con SAF y
suele preceder a este último diagnóstico en años. Sin
embargo, estudios prospectivos no han demostrado una
asociación estadísticamente significativa entre migraña y la
presencia de AAF
(91, 94,95).
La lìvedo reticularis (LR) es uno de los signos físicos que
con más frecuencia se asocia a la presencia de AAF. La LR se
caracteriza por un colorido violáceo oscuro, con patrón
reticular que puede aparecer tanto en miembros superiores
como inferiores. Esta puede ser transitoria y fisiológica,
que aparecería con la exposición al frío y con un patrón
regular y simétrico. El patrón de LR asociado al SAF es
generalmente asimétrico, diseminado, irregular con amplias
ramificaciones, aunque algunos pacientes presentan un patrón
más regular fino y simétrico .En un estudio prospectivo de
pacientes con LR el 43% tenían ACA
(96).
Algunas observaciones sugieren que un subgrupo de pacientes
con síndrome de Sneddon (LR mas afectación neurológica)
pueden tener SAF (97,
98,99).
Las úlceras cutáneas son otro de los hallazgos más
frecuentes. El 30% de los pacientes del estudio de la
Clínica Mayo presentaron úlceras cutáneas dolorosas, de
bordes irregulares localizados en el área pretibial y del
tobillo
(100).
Una gran variedad de lesiones que incluyen máculas
eritematosas, nódulos dolorosos, hemorragias subungueales y
anetoderma han sido descritos asociados al SAF
(101-104).
Las manifestaciones obstétricas del SAF incluyen abortos
recurrentes, pérdidas fetales, retraso en el crecimiento
intrauterino, prematuridad, desprendimiento placentario y
preeclampsia. El consenso Internacional de Sapporo y Sydney
han definido los criterios de clasificación obstétricos
(Cuadro 1 y 2) (4,5).
La pérdida fetal es el hallazgo obstétrico más
característico. Estas pérdidas pueden ocurrir en cualquier
momento del embarazo pero alrededor del 50% de las pacientes
con SAF experimentan pérdida fetal en el segundo y tercer
trimestre del embarazo
(105). En mujeres con
historia de gestaciones normales solo un 2% tienen o AL
positivo o ACA y menos de un 0.2% tienen títulos altos de
estos anticuerpos
(106,107).
Se considera, por tanto, que la determinación de estos
anticuerpos en mujeres embarazadas sin antecedentes
obstétricos patológicos no este indicada. La historia de los
embarazos previos es importante para determinar la
significación de una prueba positiva para anticuerpos
antifosfolípido. Se estima que si una paciente con lupus
tiene AL o al menos títulos medios del isotipo IgG de ACA,
el riesgo de aborto espontáneo en el primer embarazo es de
un 30% y si tiene una historia de al menos dos pérdidas
fetales previas el riesgo aumenta hasta el 70% en el
siguiente embarazo
(108-111).
En conclusión, el SAF puede afectar cualquier órgano y
sistema, y el medico internista debería incluir esta entidad
dentro de los diagnósticos diferenciales.
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