REVISIÓN
Autoanticuerpos y vasculitis
sistémicas
Autoantibodies and Systemic vasculitis
Paula Alba*,
María Laura Bertolaccini**, Munther A Khasmashta ***
Revista Facultad de Ciencias
Medicas 2010; 67(4):159-168
*Hospital Còrdoba. Càtedra de
Medicina I UHMI 3. Universidad Nacional de Còrdoba
**;***Lupus Research Unit, The Rayne Institute, Division of
Women's Health, King's College London and *** Louise Coote
Lupus Unit, Guy's and St Thomas' NHS Foundation Trust, St
Thomas' Hospital, London, UK
Introducción
El término vasculitis incluye un grupo heterogéneo de
enfermedades que tienen en común la lesión inflamatoria de
los vasos sanguíneos. La evolución de este proceso
inflamatorio conduce a la isquemia o, en ocasiones,
hemorragia de los órganos dependientes de esos vasos. La
localización de los vasos y los tejidos afectados van a
determinar la aparición de una amplia variedad de
manifestaciones clínicas y, por tanto, de un pronóstico
también muy variable
(1).
Las distintas entidades agrupadas bajo el término de
vasculitis incluyen la granulomatosis de Wegener, el
síndrome de Churg-Strauss, panarteritis nodosa clásica,
poliangeítis microscópica, enfermedad de Kawasaki y
vasculitis leucocito clásticas que afectan predominantemente
a vasos de mediano y pequeño tamaño. La arteritis de células
gigantes y la arteritis de Takayasu afectan sobre todo a
vasos de gran tamaño. Podemos encontrar vasculitis primarias
(sin asociación con otra enfermedad subyacente) o
secundarias tanto a procesos infecciosos como a enfermedades
autoinmunes (artritis reumatoide, lupus eritematoso
sistémico, etc.).
Los anticuerpos anticitoplasma de neutrófilo (ANCA) fueron
descriptos inicialmente por Davies et al.
(2)
en pacientes con glomerulonefritis. Están dirigidos contra
enzimas presentes en los gránulos azuròfilos de los
neutrófilos
(3,4).
Trabajos posteriores han confirmado su asociación con la
granulomatosis de Wegener
(5,6),
con la poliangeítis microscópica, glomerulonefritis
idiopática necrotizante y otras enfermedades autoinmunes
(7-9).
Cuadro 1
Cuadro 1
Enfermedades asociadas a la presencia
de anticuerpos
Anticitoplasma de neutrófilo
(ANCA)
-
Grunulomatosis de Wegener
-
Poliangeitis microscópica
-
Síndrome de Churg-Strauss
-
Enfermedad de Takayasu
-
Enfermedad de Behçet
-
Lupus eritematoso sistemático
-
Lupus inducido por hidralazina
|
Los anticuerpos anticélula endotelial (AACE) se han hallado
en una amplia variedad de enfermedades con distinto grado de
afectación vascular (vasculitis sistémicas, enfermedades del
tejido conectivo, síndrome hemolítico urémico, rechazo de
injertos, etc.). Fueron descriptos por Leung et al.
(8)
En el suero de pacientes con enfermedad de Kawasaki, durante
la fase aguda. Aún no está caracterizado el antígeno contra
el que van dirigidos estos anticuerpos. En este capítulo nos
centraremos en el papel patogénico de estos anticuerpos en
aquellas vasculitis a las que se les ha asociado y en su
utilidad para el diagnóstico y el tratamiento de estas
entidades
Clasificación de las Vasculitis
Los intentos de clasificación de todas entidades han sido
numerosos. La mayoría se han basado en el tamaño de los
vasos; así, la de Fauci contempla criterios clínicos y ha
sido una de las más utilizadas. En 1990, el Colegio
Americano de Reumatología desarrolló un sistema de
clasificación basado en la sensibilidad y especificidad de
los datos de pacientes que presentaban formas bien definidas
de las distintas vasculitis
(10).
Esta clasificación es útil desde el punto de vista
epidemiológico y para estandarizar grupos de pacientes, pero
no supone una gran ayuda para que el clínico pueda hacer un
diagnóstico preciso en un paciente, sobre todo en los
estadios iniciales de la enfermedad. En 1994, se reunió un
comité de expertos formado por clínicos y patólogos en la
Reunión Internacional de Consenso de Chapel Hill con el
objetivo de acordar una nomenclatura para las vasculitis
sistémicas
(11).
El motivo de aquella reunión, fue tratar de estandarizar las
definiciones y los términos diagnósticos que hasta entonces
se venían aplicando a las vasculitis. La clasificación
surgida de esta reunión
Cuadro 2,
aporta algunas novedades
como el establecimiento de la poliangeítis microscópica como
una entidad distinta de la panarteritis nodosa clásica, o el
abandono del término vasculitis por hipersensibilidad(12).
Aunque para algunos autores esta clasificación ha reducido
la confusión sobre la nomenclatura, otros han encontrado
puntos controvertidos como la definición de la poliangeitis
microscópica.
Cuadro 2
Clasificación de las vasculitis
(International
Consensus
Conference,
1994)
·
Vasculitis de vasos grades
●
Arteritis Temporal
● Enfermedad de Takayasu
·
Vasculitis de Vasos Medianos ● PAN clásica
● Enfermedad de Kawasaki
·
Vasculitis de Vasos Pequeños ●
Granulomatosis de Wegener *
● Poliangeitis microscópica *
● Síndrome de Churg-Strauss *
● Schönlein-Henoch
● Crioglobulinemia mixta esencial
● Angétis leucocitoclásicas cutánea
* Vasculitis asociadas a ANCA |
La incorporación de la presencia de los ANCA a los criterios
de clasificación podría ser de utilidad para la
diferenciación de las vasculitis sistémicas de pequeños
vasos
(13,14).
Una encuesta realizada a un panel internacional de expertos
reflejò que existe controversia en relaciòn al uso de los
Criterios ACR y las definiciones de Chapel Hill.
Recientemente, La liga Europea contra el reumatismo (EULAR)
en un consenso de expertos, considerò reevaluar los
criterios de definición, diagnòstico y clasificaciòn.
(16).
Papel de los Autoanticuerpo en laPatogenesis de las
Vasculitis
Anticuerpos anticitoplasma neutrófilo
Los ANCA son anticuerpos dirigidos contra antígenos
citoplasmáticos de neutrófilos y monolitos de origen humano.
Mediante técnicas de inmunofluorescencia indirecta se
-obtienen fundamentalmente dos patrones: uno citoplasmático
c-ANCA y otro perinuclear p-ANCA
(4,17-18).
El antígeno responsable de los c-ANCA es una proteasa de 29-kD,
conocida como proteinasa-3 que se encuentra en los gránulos
azurófilos de los neutrófilos
(19).
El antígeno principal de los p-ANCA es la mieloperoxidasa,
una enzima lisosomal que se encuentra también en los
gránulos azurófilos de los neutrófilos
(20-21).
Los c-ANCA están estrechamente relacionados con la
granulomatosis de Wegener. En la forma clásica de la
enfermedad definida como afectación inflamatoria del tracto
respiratorio y glomerulonefritis, los c-ANCA están presentes
en un 90% de pacientes
(22);
en las formas limitadas de granulomatosis de Wegener (sin
afectación renal) suelen aparecer en un 65-70%
(22,23).
La asociación de los p-ANCA y enfermedad no es tan clara.
Aparecen con más frecuencia en vasculitis sistémicas
distintas de la granulomatosis de Wegener, en el síndrome de
Goodpasture, en la poliangeítis microscópica y en
glomerulonefritis necrotizantes idiopáticas.
Recientemente han sido descriptos en la artritis reumatoidea
estrechamente asociados a la presencia de nefropatía y
enfermedad grave
(24)
.
Las caracterìsticas funcionales de los ANCA han sido
estudiadas en diferentes modelos in vivo e in vitro, dando
evidencia creciente de su patogenicidad
(25).
Los ANCA se unen a los neutròfilos y a las células
endoteliales teniendo efectos diferentes pero sinèrgicos en
ambos tipos de células. Los ANCA se unen a la proteinasa 3
(PR3) y la mieloperoxidasa (MPO) unida a la membrana en los
neutròfilos
(25,26).
De esta interacción con los ANCA resulta la activaciòn y
finalmente el aumento de superòxidos citotòxicos y proteasas
sèricas como PR3
(25-31).
La MPO/PR3 unida a la membrana se expresa contitutivamente
por los neutròfilos y puede incrementarse por citoquinas
proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral α (TNF-α)
y el interferòn-γ (IFN-γ)
( 26,27,32,33,34)
. La activaciòn y
degradaciòn de los neutròfilos tambièn incrementa la
adhesión a las células endoteliales con un aumento en la
expresión de MPO/PR3 en la membrana
(35,36)
. En consecuencia, la degranulaciòn ocurre en estrecho
contacto con el endotelio vascular resultando de daño
vasculìtico. Actualmente, existe discusión acerca del papel
de los mediadores citotòxicos en el daño endotelial. Un
estudio reciente realizado por Lu et al.
(37)
sugiere que las proteasas sèricas ( como PR3 y la elastasa)
son más importantes que los radicales superòxidos en mediar
el daño citotóxico. Los autores demostraron in vitro que el
daño en la célula endotelial no pudo ser inhibido por el
bloqueo del incremento de los superòxidos. Sin embargo, la
inhibición de las proteasas sèricas condujo a menor daño de
la célula endotelial. Por lo tanto, el incremento de
proteasas inducido por los ANCA parece ser el factor más
importante en el daño vasculìtico. No obstante, un
incremento de especies de oxìgeno reactivo aumenta la
actividad de las proteasas sèricas por inactivar la α1
antitripsina , que es un inhibidor potente de PR3
(38,39).
La unión de los ANCA a la célula endotelial puede ocurrir
puede ocurrir vìa PR3/MPO que actùan como cofactores o vìa
receptores Fc, pero el mecanismo exacto permanece
controvertido
(31,40,41)
. La interacción de los
ANCA con la célula endotelial aumenta la expresión de las
moléculas de adhesión y promueven la adhesión de los
neutròfilos a èsta, conduciendo a la transmigraciòn y el
daño (35,42,43 )
.
Además de los modelos experimentales in vitro, la
patogenicidad de los ANCA ha sido investigada en modelos
animales. Si bien los modelos animales han demostrado la
patogenicidad de los ANCA-MPO, similares estudios no han
sido tan exitosos para el ANCA-PR3.
Un reciente estudio realizado por Primo et al. mostrò
respuestas inmunes inducidas por anti-PR3 en
glomerulonefritis proliferativa necrotizante pauciiunme(
GPNP) en ratones predispuestos a autoinmunidad , demostrando
que las respuestas inmunes PR3 pueden causar vasculitis y
GPNP(44).
En resumen, podrìamos concluir que existe en la actualidad
evidencia en estudios in vitro e in vivo que los ANCA son
patogènicos.
En los ùltimos años, el expectro de los subtipos de ANCA se
ha expandido y otros autoantìgenos reconocidos por ANCA han
sido encontrados
(45)
. Recientes estudios han sugerido una nueva hipótesis en la
inducción de los ANCA por respuestas inmunes contra
bacterias Gram positivas y negativas. Pendergraft et al.
investigaron el rol de pèptidos complementarios en la
granulomatosis de Wegener e hipotetizaron que la respuesta
inmune es dirigida contra proteìnas complementarias del PR3
( PR3 c) y que los anticuerpos anti-PR3 intervienen durante
una respuesta secundaria antiidiotìpica(46).
Acorde a esta hipótesis,
los anticuerpos que forman una respuesta inmune humoral
contra PR3c pueden servir como blanco antigènico para una
respuesta inmune secundaria.
Recientemente, Kain et al. reportaron el descubrimiento de
anticuerpos contra la proteìna de membrana lisosomal 2 (LAMP-2)
en GPNP asociada a vasculitis asociada a ANCA(45).
Ellos mostraron evidencia en estudios in vivo e in vitro de
la relevancia de estos anticuerpos en la patogénesis de la
enfermedad unida a agentes infecciosos.
Los anticuerpos anti-LAMP2 fueron solamente encontrados en
pacientes con GPNP activa asociada a ANCA. Por otra parte,
estos anticuerpos tambièn fueron detectados en algunos
pacientes con GPNP ANCA-PR3 y MPO negativos.. El anti LAMP-2
reacciona en forma cruzada con la FimH , que es una parte de
las fimbrias de los patógenos Gram negativos. Asì, la
inmunización con FimH puede conducir al desarrollo de GPNP
en ratas. Estos resultados sugieren que la GPNP asociada a
vasculitis ANCA positivo puede ser desencadenada por una
infección bacteriana conduciendo una respuesta inmune a un
nuevo autoantìgeno no identificado. Sin embargo, otros
autores han descripto el desarrollo y las recaìdas de las
vasculitis ANCA asociadas a bacterias Gram positivas como el
S. aureus y no con bacterias Gram negativas(
47,48). Estos hallazgos
necesitan ser confirmados en estudios futuros.
Otro de los autoantìgenos reconocidos es la elastasa
neutròfila humana (HNE) que pertenece a la familia de las
quimotripsinas de proteasas sèricas
(49).
Los ANCA con
especificidad a HNE son detectados muy raramente en
pacientes con vasculitis y pueden ser de utilidad en
diagnòstico de vasculitis asociada ANCA inducida por drogas,
como coacìna y las drogas antitiroideas
(50,51).
Recientes estudios tambièn han sugerido que el sistema del
complemento estarìa comprometido en la patogénesis de la
enfermedad.
(52-54)
Algunos han demostrado que los radicales de oxigeno y de MPO
aumentan por la degranulaciòn de neutròfilos que activan los
factores del complemento C3 y C5
(55,56).
Por otra parte, Xiao et al. demostraron que la activaciòn de
neutròfilos resulta en la activaciòn del complemento y la
generaciòn de C3a.(57).En
conclusión, el sistema del complemento serìa un importante
mediador cuya activaciòn puede promover inflamación y
aumento del daño tisular.
Por otra parte, las células T han sido encontradas dentro de
granulomas y otras lesiones presentes en vasculitis asociada
a ANCA.
(58, 59).
En pacientes con enfermedad activa y durante la remisiòn,
las células T se encuentran en estado de activaciòn
persistente con expansión de células T de memoria y con
disminución de células T naive.
(60-61).Wilde
et al. han demostrado que un subtipo especìfico de células T
efectoras de memoria expresan CD134 y GITR( proteìna
relacionada al receptor TNF inducida por glucocorticoide) ,
con un aumento en pacientes con granulomatosis de Wegener.(62).
Las células CD134 + se encuentran tambièn en lesiones
activas sugiriendo un aumento en la migración a los sitios
inflamados.
Anticuerpos anticélula endotelial
enfermedades autoinmunes
(66).
La incidencia de estos anticuerpos en las vasculitis es muy
variable, de un 2%
(67)
a un 86% (57%) y esto
puede reflejar una falsa estandarización en los métodos de
detección
(68,69).
Algunos experimentos en animales apoyan la idea de que los
AACE puedan participar en la producción de glomerulonefritis.
La inyección de ACCE dirigidos contra la enzima de
conversión de la angiotensina condujo al desarrollo de
glomerulonefritis y deposito subepitelial de
inmunoglobulinas en conejos
(70).
La inyección a cobayas de preparado de membrana de células
endoteliales cultivadas dio lugar a la aparición de
anticuerpos anticélula endotelial y de una glomerulonefritis
(71).
Se han sugerido algunos mecanismos por lo que las células
endoteliales podrían estar implicadas en la patogenia de las
vasculitis. Las células endoteliales vasculares tienen
antígenos específicos históricos en su superficie, que
podrían actuar como inmútenos potentes en la vasculitis
sistemáticas. Así, la interleucina-1, el FNT gamma y la
linfotoxina inducen la expresión de las moléculas de
adhesión ELAM-1 e ICAM-1 que son importantes para la unión
al endotelio de células inflamatorias como leucocitos
linfocitos y quizás monocitos. El interferón gamma además,
induce la expresión de antígenos del complejo mayor de
histocompatibilidad de clase II (DR, DP y DQ) y expresión
aumentada de los antígenos de clase (HLA A, B y C). Las
células endoteliales se convierten así en células
presentadoras de antígeno
(72). Los linfocitos T
podrían reconocer un antígeno expresado en la superficie de
las células endotoidales y activar a los linfocitos B para
la producción de anticuerpos. El anticuerpo se uniría a la
célula endotelial iniciando así el daño, la activación del
complemento y la formación de complejos de ataque de la
membrana. Los linfocitos activados por el contacto inicial
con el antígeno podrían producir citoquinas, las cuales, a
través de las moléculas de adhesión que inducen conducirían
a la acumulación de células inflamatorias capaces de cruzar
el endotelio y de producir inflamación y lesión tisular
(73).
Todos estos datos sugieren una participación importante de
los AACE en el daño vascular mediante el reclutamiento de
leucocitos al lugar de la inflamación, facilitar su
adherencia a la superficie endotoidal y finalmente
activarlos mediante diversas citocinas. Sin embargo, también
cabe la posibilidad de que estos anticuerpos sean el
resultado del daño endotelial producido por un proceso
vasculítico desconocido.
Anticuerpos antifosfolípidos
Se denomina síndrome de Hughes (síndrome
antifosfolípido) a la asociación de trombosis arteriales y/o
venosas, perdidas fetales recurrentes y/o trombocitopenia en
presencia de anticuerpos antifosfolípido. Los marcadores
serológicos de este síndrome son los anticuerpos
anticardiolipina y el anticoagulante lúpico. La histología
de la lesión vascular no muestra cambios inflamatorios sino
trombóticos. Este aspecto es muy importante respecto a la
terapéutica ya que debe tratarse con anticoagulación y no
con esteroides u otros inmunosupresesores.
La asociación entre vasculitis y síndrome antifosfolípido ha
sido descripta por varios autores
(74-78).
Más aùn, algunos de los síntomas relacionados con la
presencia de anticuerpos antifosfolípido forman parte
también del espectro clínico de algunas vasculitis(79)
. Ese es el caso del las
oclusiones arteriales, trombosis venosas, ulceras de
extremidades inferiores, lívedo reticularis y
trombocitopenia. Esta asociación podría explicarse por
diversos mecanismos. En primer lugar, el daño causado en la
célula endotoidal en aquellas vasculitis medianas por
inmunocomplejos, podría traer como consecuencia la
exposición de fosfolípidos aniónicos que permitirían la
unión de estos con los anticuerpos antifosfolípidos
(74,80,81)
. Estos anticuerpos podrían unirse directamente o a través
de la β2-glucoproteína I
(82).
Los AACE podrían jugar también un papel en esta asociación.
Así, Vismara, et al,(83)
encontraron una reactividad cruzada entre los AACE y los
anticuerpos anticardiolipina en los pacientes con LES,
fenómeno que también ha sido detectado por nuestro
grupo(84). Este dato sugiere que los anticuerpos dirigidos
contra los fosfolípidos de carga negativa podrían ser parte
de los AACE y que pudieran provocar los fenómenos
tromboticos del síndrome antifosfolípido por interacción con
las células endoteliales.
VALOR DIAGNOSTICO y PRONOSTICO DE LOS ANCA
Los estudios iniciales sobre el valor diagnóstico de los
ANCA le atribuían una sensibilidad y especificidad muy alta
debido a que fueron realizados en casos bien definidos y
confirmados por biopsia de granulomatosis de Wegener. Estos
estudios sugerían que los ANCA eran marcadores útiles en
pacientes ya diagnosticados de granulomatosis de Wegener
pero no establecían su verdadero valor diagnóstico.
Posteriormente, diferentes grupos han intentando establecer
un valor de predicción positivo para los ANCA con el fin de
evitar el sesgo que una preselección de enfermos supone.
Davenport et al,
(85)
demostraron un valor de predicción positivo para los ANCA de
un 40% para un grupo de pacientes con granulomatosis de
Wegener o poliangeítis microscópica. Para otros autores el
valor sería del 26.9% (38%para los c-ANCA y 20%para los
p-ANCA) en un grupo de pacientes con diferentes vasculitis
(86).
En este estudio se identificaron otros factores que influían
sobre el valor predictivo de los ANCA como eran el patrón en
la inmunofluorescencia, el título, la especificidad
antimieloperoxidasa y el que estuvieran o no asociados a la
presencia de anticuerpo s antinucleares. Así, la
confirmación de la especificidad de los p-ANCA como
antimieloperoxidasa aumentaba el valor pronóstico de un 20%
a un 66% y el valor predictivo de los ANCA, en ausencia de
anticuerpos antinucleares, era del 90 %.
En la artritis reumatoide, como hemos comentado previamente,
parecen ser un marcador de enfermedad más severa con una
mayor frecuencia de enfermedad pulmonar y vasculitis
asociada
(87).
La determinación de ANCA debe hacerse en todos aquellos
pacientes en los que se sospeche una granulomatosis de
Wegener u otra vasculitis relacionada con ellos. Sin
embargo, esta determinación no debería nunca sustituir a una
historia clínica y un examen físico adecuados y al uso de
otras pruebas serológicas, radiológicas o histológicas. Un
título alto de c-ANCA, en un paciente con síntomas
compatibles con granulomatosis de Wegener apoya este
diagnóstico o el de otra vasculitis estrechamente
relacionada; sin embargo, la negatividad de una prueba de
ANCA no excluye el diagnóstico de estas enfermedades
(88). Por el contrario,
una prueba para ANCA positiva, sin evidencias clínica de
granulomatosis de Wegener puede representar un falso
positivo y es obligado un amplio diagnóstico diferencial ya
que estos anticuerpos pueden estar presentes en otras
enfermedades como las del tejido conectivo, neoplasias o
infecciones.
Con respecto a la monitorización de los pacientes con
granulomatosis de Wegener debe incluirse la determinación de
los ANCA pero sus resultados deben ser tomados con
precaución. Los títulos de estos autoanticuerpos pueden
fluctuar y aunque a veces estas fluctuaciones pueden
correlacionarse con la actividad de la enfermedad, en otras
ocasiones pacientes que presentan una remisión clínica
incluso durante años siguen manteniendo títulos altos de
ANCA (89).
Respecto a si se debe
tratar a un paciente en remisión clínica, por presentar un
título elevado de ANCA, no hay acuerdo unánime entre los
investigadores, pero la mayoría de ellos aconsejan que, en
ausencia de reactivación de la situación clínica o aparición
de nuevos datos patológicos en las exploraciones
complementarias (análisis de orina, radiología, tomografía
computarizada, etc.) no debe instaurarse tratamiento. La
recomendación en estos casos es vigilar cuidadosamente al
paciente y monitorizar estrechamente aquellos datos que
indican reactivación del proceso
(90,91).
No hay evidencias que justifiquen el uso de la determinación
de ANCA para monitorizar la actividad de otras enfermedades
autoinmunes, incluida la artritis reumatoide
(92)
En conclusión, a pesar del papel patogènico y
diagnòstico de los ANCA en las vasculitis sistèmicas ,
numerosas preguntas todavía permancen sin respuesta , que
seràn evaluadas en futuros estudios.
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