2012  Volumen 69 n° 1

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TRABAJO DE CASUÍSTICA Y CASOS CLÍNICOS


HIDATIDOSIS ÓSEA PRIMARIA DE TIBIA. PRESENTACIÓN DE UN CASO.
PRIMARY HYDATID DISEASE OF THE TIBIA. CASE REPORT
Agustín Arancibia1, María V. Bürgesser1, Ricardo A. Albertini2, Ana L. de Diller1, Carlos B. Villalba3.
 

Revista Facultad de Ciencias Medicas 2012; 69(1):51-55

 


1 Servicio de Patología, Hospital Privado de Córdoba SA, Córdoba Capital, Argentina.
2 Servicio de Clínica Médica, Hospital Privado de Córdoba SA, Córdoba Capital, Argentina.
3 Servicio de Traumatología, Hospital Privado de Córdoba SA, Córdoba Capital, Argentina.
Autor para correspondencia:
Arancibia, Agustín  Dirección: Naciones Unidas 346. Barrio Parque Vélez Sarsfield. Córdoba, Argentina. CP: X5016KEH
Teléfono: 0351-4688829 Fax: 0351-4688826 Email: aguarancibia@hotmail.com
 


 

La hidatidosis o equinococosis es una zoonosis causada por la forma larval del cestodo del género Echinococcus, siendo la forma más común de afectación humana el E. Granulosus. Esta enfermedad presenta una distribución mundial con áreas endémicas en el sur de América Latina, Asia Central, Australia, África y países del Mediterráneo. La localización más frecuente del quiste hidatídico en el ser humano es el hígado en el 75% de los casos seguido por el pulmón en el 15%. El compromiso óseo es inusual, representando entre el 0,5 al 4% de todas las hidatidosis humanas. Los huesos más afectados son los cuerpos vertebrales en un 40-50%, seguidos por la pelvis en un 15-20%, los huesos largos en un 15% y más raramente el esternón, el cráneo y las falanges. Clínicamente son lesiones asintomáticas por varios años, manifestándose, habitualmente, recién cuando presentan algún tipo de complicación.1-3
Los hallazgos imagenológicos de la hidatidosis ósea son inespecíficos y se debe realizar el diagnóstico diferencial con lesiones tumorales, pseudotumorales o inflamatorias, para un correcto tratamiento.1-4
Se presenta el caso de una paciente con hidatidosis ósea primaria en tibia diagnosticada en el Hospital Privado de Córdoba, Argentina.

Reporte de caso
Mujer de 58 años oriunda de La Rioja, sin antecedentes patológicos de relevancia, que ocho meses previo a su consulta, luego de sufrir una caída desde su propia altura, comienza con dolor de intensidad progresiva en región infrapatelar izquierda que se acentuaba cuando caminaba y se acompañaba de impotencia funcional con dificultad en la marcha. Al examen físico se constata tumoración dolorosa de metáfisis de tibia izquierda con limitación severa de la motilidad. Se realiza resonancia nuclear magnética (RMN) que informa lesión expansiva de 74 x 45mm, metáfisodiafisaria proximal de tibia izquierda, polilobulada, que expande y rompe la cortical (Figura 1). La tomografía axial computada (TAC) muestra una lesión quística con solución de continuidad en las paredes de la misma y la centellografia ósea, una lesión en tercio superior de tibia izquierda secundaria a enfermedad ósea primaria, siendo negativa para lesiones óseas secundarias.
Se decide realizar biopsia de la lesión ósea, en la cual se observan fragmentos de membranas de aspecto laminar y se sugiere investigar hidatidosis. La TAC de tórax y la ecografía abdominal resultan normales descartándose lesiones hidatídicas en otros órganos. Se comienza tratamiento con albendazol y 67 días posteriores a la biopsia se realiza resección quirúrgica oncológica metafisodiafisaria de tibia izquierda con reconstrucción por trasplante de homoinjerto masivo de tibia de banco de tejidos. En el estudio histopatológico de la pieza quirúrgica se observa una lesión quística multilocular revestida por membranas pardoblanquecinas (Figuras 2). A la microscopía, se evidencia múltiples estructuras quísticas revestidas por una membrana eosinófila, acelular y homogénea constituida por dos capas (Figura 3). Dentro de la cavidad y adheridos a la capa germinal se reconocen estructuras birrefringentes vinculables a escólex confirmando el diagnóstico de hidatidosis (Figura 4). Los márgenes quirúrgicos se encuentran libres de lesión y no hay invasión de músculo esquelético ni de tejido adiposo.
La paciente presenta buena evolución postquirúrgica y completa 3 ciclos de albendazol. Actualmente se encuentra asintomática con recuperación de la motilidad y sin signos de otras lesiones hidatídicas.

 

Figura 1: Imagen de RMN donde se evidencia una lesión expansiva de 74 x 45mm, metáfisodiafisaria proximal de tibia izquierda, polilobulada, que expande y rompe la cortical.

Figura 2 (A – B): Fotografía macroscópica donde se reconoce una lesión quística multilocular revestida por membranas pardoblanquecinas.

 

Figura 3: Microfotografía. H/E 10x: se reconoce membrana eosinofílica, acelular y homogénea de quiste hidatídico en tejido óseo.

 

Figura 4: Microfotografía. H/E 40x: dentro de la cavidad quística se observan estructuras birrefringentes vinculables a scolexs.



Discusión
La hidatidosis ósea es una entidad poco frecuente, que ocurre entre el 0,5 y el 4% de todos los casos, siendo habitualmente un compromiso secundario de la enfermedad. Los embriones del parásito, luego de atravesar la mucosa intestinal y alcanzar la circulación portal, son filtrados inicialmente por el hígado en un 70-75% y luego por el pulmón en un 15-20% de los casos, por lo que sólo un 10% llegan a la circulación general y comprometen otros órganos como el cerebro, músculo esquelético, riñones, bazo, hueso y otros tejidos. Por lo tanto el compromiso óseo primario, como en el caso que se presenta, es aún más raro que el secundario.1-3 Los huesos más comprometidos son aquellos con mayor vascularización, siendo afectados hasta en un 50% los cuerpos vertebrales, seguido por la pelvis en un 15-20% y los huesos largos, como fémur, tibia o húmero en un 15%. Otros sitios más raros son el esternón, las costillas, el cráneo y las falanges.2-5 En los huesos largos la lesión se localiza inicialmente en la metáfisis y luego se extiende hacia la diáfisis.3 En nuestro caso la paciente no presentaba compromiso sistémico de la enfermedad y la lesión hidatídica comprometía la epífisis y la diáfisis de la tibia izquierda.
El quiste hidatídico se compone de 3 capas: una interna, germinal, donde se producen los escólex (el estado larval del parásito), una capa media acelular, que permite el pasaje de nutrientes y una externa o adventicia formada por un tejido fibroso, producido por el órgano huésped. En el hueso el quiste hidatídico carece de capa adventicia, lo cual permite un lento crecimiento del mismo y la producción de otras vesículas, generando una lesión multiquística a diferencia de los demás órganos donde la lesión es unilocular.3,6,7 Clínicamente la afectación ósea permanece silente por un largo período de tiempo, diagnosticándose recién cuando la lesión es extensa, cuando ha presentando alguna complicación local o luego de la cirugía si no fue sospechada inicialmente. El síntoma más frecuente cuando el compromiso es de un hueso largo es el dolor local y las complicaciones pueden ser una fractura patológica, extensión a tejidos blandos con fistulización o una infección bacteriana sobreagregada.1-5,7 La paciente que presentamos refería como único síntoma dolor en la zona infrapatelar de la tibia izquierda de ocho meses de evolución, que fue progresivo generándole impotencia funcional con dificultad para la marcha.
La lesión hidatídica en el hueso es una lesión osteolítica, uni o multilocular, que puede producir adelgazamiento o ruptura de la cortical con expansión a tejidos blandos y acompañarse de osteoesclerosis en los estadios avanzados de la enfermedad con reacción periostal cuando existe una fractura patológica. Por lo tanto la apariencia imagenológica de estas lesiones se debe diferenciar de patologías tumorales e inflamatorias. Cuando la lesión es única puede confundirse con un plasmocitoma, un quiste simple óseo o un tumor pardo por hiperparatiroidismo, mientras que cuando es multiquística de aspecto botrioide debe diferenciarse de un fibroma condromixoide, una displasia fibrosa o una metástasis. Cuando hay compromiso de tejidos blandos adyacentes a una lesión osteolítica, se debe diferenciar de un condrosarcoma, de una osteomielitis (piógena o tuberculosa), de un tumor de células gigantes y de un quiste óseo aneurismal.2,3,5,7,8 En nuestro caso la imagen era polilobulada con destrucción focal de la cortical, sospechándose inicialmente una lesión maligna, por lo cual se realizó una biopsia, donde se observaron membranas sugestivas de hidatidosis, lo que motivó la resección quirúrgica definitiva.
La equinococosis ósea debe ser tratada igual que un tumor maligno, siendo el único tratamiento definitivo una resección quirúrgica completa con márgenes libres. Se puede realizar reconstrucción con injerto óseo, para cubrir el defecto de la escisión, como se utilizó en este caso presentado. A pesar de una correcta intervención la tasa de recurrencia local es alta, alcanzando el 70-80%. Se recomienda un tratamiento adyuvante preoperatorio con derivados del benzimidazol si el diagnóstico se conoce antes de la cirugía y continuar con unos ciclos adicionales en el postoperatorio. El pronóstico suele ser pobre, con altos índices de morbi-mortalidad, dependiendo de la localización y extensión de la lesión, de la presencia o no de complicaciones locales, del tipo de cirugía que se puede realizar y de los márgenes de resección.3,5,6,7,9 En el caso que presentamos se comenzó con albendazol 60 días previos a la cirugía y se realizó una resección quirúrgica tipo oncológica metafisodiafisaria de tibia izquierda con reconstrucción por trasplante de homoinjerto óseo. Actualmente la paciente se encuentra en buen estado general, con una buena recuperación postoperatoria y cumpliendo el tercer ciclo postquirúrgico de albendazol.
El diagnóstico de hidatidosis ósea primaria suele ser dificultoso, sin embargo, sobre todo en aquellas áreas endémicas, debe ser sospechada y considerada como diagnóstico diferencial de lesiones óseas tumorales, pseudotumorales o inflamatorias, ya que su tratamiento y pronóstico es diferente al resto de las entidades.
 

 


Referencias
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4- Polat P, Kantarci M, Okur A. Hydatid Disease from Head to Toe. RadioGraphics. 2003; 23:475-494.Full Text
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