TRABAJO DE REVISIÓN
MAL DE CHAGAS-MAZZA:
FISIOPATOGENIA Y NUEVAS PROPUESTAS DE TRATAMIENTOS
NEW
INSIGHTS INTO PATHOPHYSIOLOGY AND TREATMENT IN CHAGAS-MAZZA
DISEASE.
H. Walter
Rivarola, Patricia Paglini-Oliva
Revista Facultad de Ciencias
Medicas 2011; 68(3):154-163
Laboratorio de
Chagas - Cátedra de Física Biomédica – Facultad de Ciencias
Médicas – U.N.C.
La enfermedad de Chagas, descubierta hace 103 años, sigue
siendo en la actualidad una de las principales endemias que
afecta al continente americano
(1).
Entre 15 y 16 millones de personas están infectadas con
Trypanosoma cruzi y más de 25 millones de personas corren el
riesgo de contraer la enfermedad
(2).
Se estima que en 2008 la enfermedad de Chagas produjo la
muerte de 10.000 personas
(1).
Está considerada como la enfermedad parasitaria con mayor
carga económica en América Latina debido a su prolongada
cronicidad; además ha comenzado a ser un desafío para los
médicos de Estados Unidos y de países europeos debido a la
inmigración de personas que proceden de países de zona
endémica
(3).
Teniendo en cuenta la situación socioeconómica y
habitacional, algunos especialistas aseguran que esta
parasitosis constituye en dicha región una amenaza mayor que
el síndrome de inmuno deficiencia adquirida (SIDA). En
América Latina, de acuerdo al número de infectados, la
Enfermedad de Chagas se ubica en tercer lugar de
importancia, detrás de la malaria y la esquistosomiasis.
Esta enfermedad es también uno de los problemas sanitarios
más relevantes de la Argentina. Aproximadamente unas
3.000.000 de personas están infectadas y entre un 15 % a un
30 % de ellos presentan lesiones cardíacas o de otros
órganos, que son irreversibles. Es una patología relacionada
con las realidades económicas, ecológicas, políticas y
sociales de la región, que ha sido considerada con justicia
como una enfermedad socioeconómica típica, inseparable de la
pobreza y el subdesarrollo
(4).
A principios del siglo XX la enfermedad de Chagas afectó
mayormente a zonas rurales, hoy, luego de las importantes
migraciones hacia las ciudades, se ha urbanizado. En la
ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, hay más de un millón de
infectados que vive en las zonas marginales del conurbano.
Fases de la Enfermedad de Chagas-Mazza
En la mayoría de los casos, la infección puede iniciarse
imperceptiblemente para el paciente, aunque a veces es
posible detectar el sitio de entrada del parásito con
lesiones en la piel provocadas por la picadura de la
vinchuca. Los parásitos depositados en la herida de la piel
o en las mucosas estimulan una reacción inflamatoria local
con una respuesta linforeticular. Los tripomastigotes dentro
de los macrófagos son llevados al hígado, bazo, ganglios
linfáticos y músculos esquelético y cardíaco, donde forman
pseudoquistes de amastigotes. Con la ruptura de estos
pseudoquistes en el miocardio y en los plexos mientéricos,
comienza la miocarditis aguda mediada por células T CD4+ y T
CD8+ e interleuquinas. Esta reacción inflamatoria lleva a la
destrucción muscular y nerviosa, que se mantiene por la
presencia del T. cruzi o sus fragmentos y del ADN del
parásito
(5).
El curso de la infección estaría determinado por la cantidad
de parásitos con que se infectó el paciente, el linaje de T.
cruzi infectante (TcI o TcII), las posibles reinfecciones,
el histotropismo de la cepa, y la respuesta inmune temprana
y tardía del paciente
(6).
La infección con T. cruzi en el ser humano ha sido dividida
en dos etapas sucesivas: aguda y crónica. La etapa crónica a
su vez, puede presentarse en diferentes formas:
indeterminada, cardíaca y/o digestiva, de acuerdo a los
órganos comprometidos en cada caso
(5,6).
Los signos clínicos en la etapa aguda pueden incluir signo
de Romaña (edema periorbital biparpedal), conjuntivitis,
fiebre, linfoadenopatía, hepatoesplenomegalia, nauseas,
vómitos, diarrea, anorexia y sarpullidos
(7;8).
Las lesiones histopatológicas de esta etapa se caracterizan
por la presencia de reacciones inflamatorias localizadas,
con predominio de células mononucleares en el lugar de
ruptura de los pseudoquistes, ocasionalmente con la
formación de granulomas localizados principalmente en el
tejido cardíaco y muscular. En algunos casos, puede haber
una miocarditis aguda difusa, con edema intersticial,
hipertrofia de las fibras miocárdicas y dilatación de las
cavidades cardíacas. La destrucción de las neuronas
cardíacas y de los plexos mientéricos, con reducción en el
número de neuronas, comienza en esta etapa y continúa en la
etapa crónica de la enfermedad
(9).
En el músculo esquelético y cardíaco los amastigotes forman
grandes nichos o nidos (un pseudoquiste sin pared
limitante). Las características degenerativas de las células
musculares libres de parásitos están asociadas a los
infiltrados inflamatorios. Estos infiltrados también invaden
los ganglios parasimpáticos cardíacos, donde las células
gliales o las células de Schwann pueden estar altamente
parasitadas. La unión de células mononucleares inflamatorias
a las neuronas lleva a la lisis y a la pérdida de estas
células en la etapa aguda
(6).
Un pequeño porcentaje de individuos muere en la etapa aguda
por complicaciones asociadas a miocarditis aguda o
meningoencefalitis
(7,8,10).
Por lo general, en esta fase de la enfermedad no se observan
bradiarritmias (disfunción sinusal, ni bloqueo aurículo-ventricular);
si bien son más frecuentes en la fase crónica y
evolucionada, la cardiopatía puede presentarse con
disfunción sinusal o bloqueo aurículo-ventricular como
síntoma principal o inicial
(11).
La mayoría de los pacientes con enfermedad aguda se
recuperan completamente a los 3 a 4 meses
(7)
y pueden continuar sin presentar síntomas por el resto de
sus vidas (etapa crónica indeterminada)
(10).
Sin embargo, aproximadamente entre un 25 % al 30 % de los
pacientes infectados desarrollan síntomas cardíacos que
pueden llevar a la muerte súbita, daños digestivos (6%) y
compromiso del sistema nervioso periférico (3%)
(12).
Durante años se han informado variaciones geográficas
significativas, que inciden tanto en la severidad como en la
prevalencia de las diversas formas clínicas de la
enfermedad. La forma digestiva predomina en Chile y en el
centro de Brasil, pero es relativamente rara en otras áreas
endémicas de Brasil, es casi inexistente en Centro América y
escasa en la Argentina. Estas observaciones sugieren que
podrían ser importantes los factores genéticos del huésped y
del parásito para determinar la prevalencia de la patología
chagásica (13,14)
Patogénesis de la Enfermedad de Chagas-Mazza
Hoy, después de más de 100 años de haber encontrado el
primer caso humano descripto por Carlos Chagas en 1909, aun
no se conoce con certeza la patogénesis de la enfermedad. La
forma cardíaca es la manifestación más expresiva de la
enfermedad de Chagas debido tanto a su frecuencia como a su
severidad. Los mecanismos por los cuales las lesiones
tisulares se desarrollan en el curso de la infección por T.
cruzi han sido objeto de intensos debates. Numerosos
trabajos han propuesto diversas hipótesis sobre el origen de
las lesiones patológicas de la enfermedad
(15;16,17).
Los posibles mecanismos propuestos que explicarían la
fisiopatogenia de la cardiopatía chagásica son:
1- Respuesta inmune específica contra el T. cruzi o a
antígenos persistentes en el corazón: Está bien documentado
que en los humanos y ratones con cardiopatía chagasica, la
histopatología cardiaca esta caracterizada por el desarrollo
de un infiltrado celular difuso, compuesto principalmente
por linfocitos, células mononucleares, eosinófilos y
ocasionales leucocitos polimorfonucleares. El infiltrado de
células mononucleares se presume que contiene principalmente
linfocitos contra antígenos específicos del parásito. Este
proceso puede contribuir a la génesis de la cardiopatía
chagasica debido a la destrucción y el desplazamiento de las
miofibrillas cardíacas o la interrupción de la vasculatura
local
(18, 19).
2- Miocitólisis mediada por el parasito: Se postula que la
inflamación crónica seria un proceso de reparación que surge
para aliviar el daño mecánico causado por el parásito.
Debido a la lisis de la célula huésped que se produce
después de la diferenciación de amastigotes en
tripomastigotes sanguíneos, el parásito induce miocitólisis,
y la posterior inflamación es un resultado predecible de la
infección celular (6).
3- Daño neuronal primario: En la década de 1950 se
publicaron varios estudios con detalles del grave daño
neuronal cardíaco en los pacientes con Chagas, a partir de
lo cual se postulo de que la denervación intramural
constituiría el principal mecanismo de la fisiopatogenia
chagásica. Aunque múltiples estudios clínicos y
experimentales han motivado discrepancias con esta hipótesis
(20).
4- Daños a la microvasculatura cardiaca: Se ha postulado que
las alteraciones que conducen a la isquemia microvascular
podría contribuir a la patogénesis de la enfermedad de
Chagas. Los corazones de los pacientes con miocardiopatía
chagasica presentan lesiones focales de los miocitos y
necrosis acompañada de reparación con fibrosis intersticial
que es muy similar a lo que se ve en modelos experimentales
de isquemia y reperfusión, como resultado de complicaciones
microvasculares transitorias de trastornos isquémicos
(21).
5- Citotoxicidad mediada por anticuerpos y daños no
específicos causados por eosinófilos y neutrófilos: El
infiltrado de células inflamatorias es característico de la
patología cardiaca que se desarrolla durante la enfermedad
de Chagas aguda y crónica. El infiltrado leucocítico se
compone principalmente de linfocitos, y en menor medida de
macrófagos, eosinófilos, células plasmáticas, neutrófilos y
mastocitos. A pesar de que la contribución exacta de cada
uno de estos tipos de células sigue siendo especulativa,
varias líneas de evidencia sugieren un importante papel de
los eosinófilos y neutrófilos en la patogénesis de la
miocardiopatia chagasica.
(22, 23)
6- Secreción de toxina por el parásito: Es posible que
algunas sustancias producida por el T. cruzi tengan efectos
tóxicos sobre las células del huesped. El TC-Tox es una
hemolisina activa secretada por el T. cruzi que esta
inmunológicamente relacionada con la proteína del
complemento humano C9 . Se ha propuesto que esta proteína
tiene funciones durante la invasión a las células, tal vez
en la mediación de la lisis de la membrana del fagosoma en
la que el parásito vive en los primeros tiempos después de
la invasión (24).
7- Autoinmunidad inducida por el T. cruzi: La escasez de
parásitos en la fase crónica de la enfermedad contrasta con
las severas lesiones observadas en cerca del 30% de los
pacientes crónicos, lo cual sugiere un proceso autoinmune en
el origen de la patología. La hipótesis autoinmune postula
que la enfermedad podría ser el resultado de una reacción
causada por autoanticuerpos o células T autorreactivas,
producto del mimetismo molecular entre los antígenos del
parásito y los del huésped
(25, 26)
Como podemos ver, la mayoría de las hipótesis sugieren que
la presencia y la persistencia del parásito son factores
determinantes en el daño miocárdico de la etapa crónica. El
desarrollo de métodos más sensibles para detectar la
presencia del T. cruzi, como técnicas inmunohistoquímicas y
métodos basados en la Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
han facilitado encontrar parásitos con mucha frecuencia.
Además la utilización de fármacos tripanocidas en la fase
crónica de la enfermedad de Chagas que reducen la carga
parasitaria, provocan una atenuación en los síntomas de la
miocardiopatía
(27;28).
Por otra parte en pacientes con Chagas crónico e
inmunosuprimidos por transplante y con compromiso de la
inmunidad celular como ocurre en el SIDA se produce una
reactivación de la infección, encontrándose en algunos casos
el parásito en el líquido cefalorraquídeo
(29, 30).
La persistencia parasitaria se convierte así, en un
descubrimiento clave para considerar seriamente la
posibilidad de administrar tratamiento específico
antichagásico en las fases crónicas de la enfermedad de
Chagas. En este orden de ideas se debe considerar que el
tratamiento antiparasitario (benznidazol) ha llevado en
algunos estudios a una significativa reducción en la
ocurrencia de cambios electrocardiográficos así como menor
frecuencia en el deterioro de la condición clínica del
paciente
(31).
Si se considera que en la fase crónica puede estar presente
el parásito y que éste cumple un papel fundamental en el
daño tisular que se produce, y aceptar que el tratamiento
aun cuando no lleve a la cura, produce beneficios, entonces,
se justificaría administrar tratamiento antichagásico a
pacientes en fases crónicas, bien con las drogas clásicas
nifurtimox y benznidazol, o con nuevas drogas o drogas con
actividad anti-Trypanosoma cruzi
(18;32).
Tratamientos
El tratamiento de la enfermedad de Chagas sigue siendo un
importante problema para la salud pública. Actualmente, en
Argentina, la única droga disponible es el benznidazol. Este
medicamento fue sintetizado en los años 60, y si bien
produce efecto parasiticida, existen evidencias que
confirman que sólo es efectivo en la etapa aguda de la
enfermedad, que posee efectos secundarios indeseables y que
existen cepas resistentes a la droga
(33; 34, 35, 36).
La problemática de esta enfermedad se profundiza aún más
debido a que la búsqueda de nuevos fármacos para su
tratamiento no es redituable para las industrias
farmacéuticas; la raíz de este problema es el alto costo de
las inversiones y la falta de un mercado potencial y seguro
en los países en desarrollo. De las 1393 nuevas drogas
sintetizadas entre 1975 y 2000, menos de 1,1% fueron para
enfermedades tropicales
(1).
Por estas razones la OMS establece que para el desarrollo de
una quimioterapia antiparasitaria para la enfermedad de
Chagas se debe tener en cuenta:
(1) los principios activos
de plantas utilizadas en medicina popular,
(2) fármacos ya aprobados para
el tratamiento de otras enfermedades, ya que éstos han sido
sometidos a ensayos clínicos y
(3) la determinación de blancos
específicos identificados en vías metabólicas claves del
parásito.
Estudios recientes han permitido la identificación de
blancos potenciales en T. cruzi, que incluyen el metabolismo
de esteroles, ADN (particularmente del kinetoplasto) y
diferentes enzimas propias del parásito
(37),
que contribuyen a la especificidad del tratamiento y a la
disminución de los efectos adversos de las drogas, comunes
en los fármacos de uso habitual.
Nuevas terapias específicas en la Enfermedad de Chagas
En los últimos 10 años, por el progreso en el
conocimiento de la patogenia de la enfermedad, la
quimioterapéutica ha avanzado enormemente en tener datos
convincentes sobre la importante actividad anti T. cruzi
tanto de nuevas drogas, como de drogas previamente conocidas
en otras indicaciones que también se ha determinado que
tienen importante actividad tripanocida.
Inhibidores de la biosíntesis de esteroles: Al
estudiar la bioquímica y el metabolismo del T. Cruzi se ha
conocido que este protozoario requiere de esteroles
específicos para la viabilidad celular y proliferación en
todas sus fases. En el grupo de drogas inhibidores de la
biosíntesis de esteroles se encuentra el ketoconazol,
itraconazol y otros antifúngicos. Los estudios de eficacia
in vitro y sobretodo in vivo han demostrado resultados
controversiales (38, 39).
Inhibidores de las cisteín-proteasas: Otro hallazgo
en el estudio de la bioquímica del T. Cruzi es que este
contiene un catepsin cisteín-proteasa tipo L llamada
cruzipaína, responsable de la actividad proteolítica. Así,
los inhibidores de estas proteasas bloquean la
proliferación, tanto de epimastigotes extracelulares como
amastigotes intracelulares. Se ha observado que los
inhibidores de la cruzipaína pueden inducir cura
parasitológica en modelos murinos de enfermedad aguda y
crónica, con toxicidad mínima, en este grupo de drogas se
encuentran las thio-alquil-semicarbazonas cíclicas.
(40,41).
Inhibidores del metabolismo de pirofosfato: Los
Trypanosomatidae tienen organelas especializadas: los
acidocalcisomas, involucrados en el almacenamiento de
polifosfato y cationes y en la adaptación del microorganismo
al estrés ambiental. El ingreso y salida de calcio de la
matriz acidocalcisomal es regulado por diversos mecanismos:
Ca 2+ ATPasa, intercambiador Na + /H +, Bomba H + ATPasa,
Pirofosfatasas 37,38 . Las pirofosfatasas son entonces, otro
blanco terapéutico de gran potencialidad por existir drogas
con actividad contra estas sustancias. Los bifosfonatos son
drogas usadas en el tratamiento de los trastornos de
reabsorción ósea (como la osteoporosis) y han demostrado una
potente actividad anti T. cruzi “in vitro” e “in vivo”
(42; 43).
Inhibidores de purinas: El T.cruzi es deficiente en
la biosíntesis de novo de purinas. Para poder obtener las
purinas hacen uso de intermediarios metabólicos. La
hipoxantin-guanin-fosforibosil transferasa (HGPRT) es una
enzima clave en la síntesis de purinas. El Alopurinol inhibe
la HGPRT y evita la síntesis de ácidos adenilico y guanilico
y del DNA. Este compuesto reduce la parasitemia, negativiza
el xenodiagnóstico y mejora la sobrevida en los modelos
experimentales que puede ser inhibida por sustancias como el
alopurinol. En humanos se han presentado resultados
contradictorios, probablemente debido a la diferentes
sensibilidad de las distintas cepas de T. cruzi frente a
alopurinol.(44; 45; 46).
Inhibidores de Tripanotiona reductasa
Uno de los más importantes resultados del estudio de la
bioquímica comparativa entre T. cruzi y vertebrados es el
descubrimiento de la tripanotiona y la tripanotiona
reductasa, moléculas que cumplen en organismos del orden
Kinetoplastida funciones equivalentes a las del glutation y
la glutation reductasa en mamíferos, que participan en el
mantenimiento del nivel de óxido-reducción celular
(47).
Ha sido demostrado que la inactivación o reducción de la
expresión del gen de la tripanotiona reductasa en T. cruzi
reduce la habilidad de estos organismos para sobrevivir al
estrés oxidativo, con la consecuente muerte del parásito.
Similitudes con el glutatión, sugieren que tripanotiona
reductasa puede tener una función similar en el secuestro de
radicales libres y especies reactivas del oxigeno formadas
por los procesos metabólicos cuando los parásitos se
encuentran sujetos al estrés oxidativo por la respuesta
inmune del huésped (48).
La TR interviene en reacciones redox dependiente de NADPH y
es responsable de la conversión de la forma oxidada T(S)2
[forma disulfuro] a la forma reducida T (SH)2 [forma dihidro
sulfuro]:
Su acción con la tripanotiona peroxidasa (TP), contribuye a
un eficaz sistema desintoxicante de hidroperóxidos en
tripanosomas (49).
Por lo tanto inhibidores del metabolismo de la tripanotiona
reductasa serian compuestos con gran potencial para el
desarrollo de agentes anti-T. cruzi selectivos, usados solos
o en combinación con otros compuestos capaces de inducir
estrés oxidativo (50).
Fármacos tricíclicos
Hacia el final del siglo 19, el científico alemán Paul
Ehrlich describe las propiedades de azul de metileno, un
compuesto tricíclico que más tarde se convertiría en el
núcleo de un grupo de compuestos derivados que en conjunto
constituyen las fenotiazinas y que poseían acción contra
bacterias y protozoos. El azul de metileno se utilizó para
tratar infecciones de las vías urinarias y las infecciones
parasitarias de las ovejas Los efectos de azul de metileno
sobre el sistema nervioso central, luego de numerosos
estudios dan como resultado en 1952, el desarrollo de
clorpromazina, una fenotiazina derivada de azul de metileno,
como medicamento neuroléptico (antipsicótico). Además se
encontró que la clorpromazina tiene actividad contra
Mycobacterium tuberculosis
(51).
En la búsqueda de nuevas drogas para el tratamiento de la
Enfermedad de Chagas que sean más eficaces y con menos
efectos adversos, Hammond y Gutteridge en 1984 realizaron un
“screening” entre 500 drogas, demostrando que, las
fenotiazinas y compuestos relacionados como la clomipramina,
clorpromazina, thioridazina, etc, eran tripanocidas, no sólo
para el T. cruzi sino también para Leishmania
(52).
Estos son usados en tratamientos psiquiátricos y como
antiheméticos o antihistamínicos. Entre las diferentes
acciones biológicas que presentan, tienen una potente
actividad antifúngica, antibacteriana y antiplásmidos. Estas
drogas también mostraron una actividad antitumoral,
antiinflamatoria, antihelmíntica, y contra la malaria
(53; 54).
Además interactúan con las membranas o sus componentes, con
proteínas celulares, con receptores dopaminérgicos, inhiben
la actividad ATP-asa dependiente de Mg²+, aumentan la
fluidez de la membrana
(55, 56) y presentan una
marcada actividad anticalmodulina
(51;57).
Los psicofármacos tricíclicos, que comprenden a los
neurolépticos fenotiazinas y a los antidepresivos clásicos
como imipramina, amitriptilina y derivados como la
clomipramina, inhiben la tripanotiona reductasa, por lo que
pueden incluirse como potenciales agentes quimioterapicos
(58).
En nuestro laboratorio hemos estudiado el efecto de algunas
fenotiazinas como prometazina, tioridazina y antidepresivos
tricíclicos, como la clomipramina sobre Trypanosoma cruzi in
vitro e in vivo.
Prometazina: Tiene efecto tripanocida sobre epimastigotes y
tripomastigotes de T. cruzi “in vitro”. Además redujo
significativamente la parasitemia y aumento la sobrevida de
ratones infectados. (59)
Tioridazina: Fenotiazina con un efecto tripanocida directo,
provocando “in vitro” la disrupción de la mitocondria y del
kinetoplasto en tripomastigotes de T. cruzi, cepa Tulahuen,
y condensación de los orgánulos celulares cerca de la
membrana plasmática en epimastigotes
(60).
El tratamiento con tioridazina de ratones infectados con T.
cruzi provocó disminución de las alteraciones
electrocardiograficas e histopatológicas y aumento la
sobrevida con respecto a los no tratados, es decir que
previno la instalación de la cardiopatía chagasica
(61).
Clomipramina: Es un antidepresivo tricíclico que demostramos
que “in vitro” inhibe la motilidad y produce la muerte de
tripomastigotes y epimastigotes de T. cruzi, de acuerdo a la
dosis utilizada por inhibición de la calmodulina
(62).
En estudios realizados con ratones infectados con T. cruzi,
con distintas cepas, observamos que si éstos son tratados
con clomipramina en la etapa aguda y crónica indeterminada
de la Enfermedad de Chagas, esta droga modifica la evolución
de la infección e impide que se instale la cardiopatía
(27, 63; 64).
Combinaciones de drogas para el tratamiento de la
enfermedad de Chagas
Teniendo en cuenta la alta toxicidad de los fármacos
comúnmente utilizado para el tratamiento de la enfermedad de
Chagas (65),
la posible existencia de cepas de parásitos resistentes, y
la coexistencia de más de una cepa en el mismo paciente, es
posible que la administración simultánea de dos o más
fármacos con diferentes mecanismos de acción, con diferentes
especificidades en contra de cepas de parásitos y con menos
efectos secundarios podrían optimizar el tratamiento
(28;38).
Esto ha sido demostrado por varios investigadores en el
tratamiento de la tuberculosis
(66; 67)
y también en la enfermedad de
Chagas con la asociación de benznidazol y ketoconazol
(68),
clomipramina y allopurinol
(45),
entre otras. Así la sinergia entre drogas puede ser una
valiosa forma de mejorar la eficacia del tratamiento en
varias enfermedades (5).
Desarrollo de nuevos sistemas portadores de Fármacos
Como ya expresamos, el tratamiento durante la fase
crónica de la enfermedad de Chagas es controversial debido,
entre otras cosas, a la alta toxicidad de los fármacos,
efectos adversos graves, frecuente aparición de resistencia
y limitada eficacia, entre otros problemas. Es conocido que
el desarrollo de nuevas alternativas farmacoterapéuticas,
como nuevas moléculas bioactivas más seguras y confiables,
no ha acompañado a la problemática de esta enfermedad
endémica. Sin embargo, se pueden encontrar trabajos, en
avanzado desarrollo, donde se pretende optimizar las
formulaciones antichagásicas mediante diferentes estrategias
farmacotécnicas. En el contexto de la moderna farmacoterapia
se identifican 2 grandes problemáticas vinculadas
específicamente con las áreas farmacotécnicas y
biofarmacéuticas:
1. Incidir en la velocidad y eficiencia del proceso de
absorción de los principios activos (a) mediante la
modulación de la liberación de éstos en el (los) sitio(s) en
que se produce la absorción y (b) facilitando su permeación
a través de las membranas involucradas.
2. Dirigir selectivamente el principio activo al blanco de
la acción farmacodinámica.
En ese marco, se vienen realizando esfuerzos en
investigación y desarrollo para responder a estas
problemáticas mediante Sistemas Portadores de Fármacos, que
permitan incidir en uno o más de los factores que gobiernan
la secuencia de fenómenos originada por la administración de
un medicamento. Se ha propuesto que los sistemas
multiparticulados, administrados por vía per oral, se
distribuyen más uniformemente a lo largo del tracto
gastrointestinal que otras formas farmacéuticas más
convencionales, lo que contribuye a favorecer la absorción
de fármacos, reducir de las variaciones intra- e inter-individuales
y aumentar la biodisponibilidad. Con esto se pretende
prevenir las altas concentraciones de fármaco localizadas y
reducir los riesgos de toxicidad asociados a la misma.(69,
70).
Nuestro laboratorio de Chagas de la Cátedra de Física
Biomédica de la Facultad de Ciencias Médicas se encuentra
trabajando en colaboración con el Departamento de Farmacia
de la Facultad de Ciencias Químicas-UNC en sistemas
multiparticulados como portadores de fármacos tripanocidas
para contribuir a mejorar el tratamiento de la enfermedad de
Chagas.
Bibliografía
1. WHO REPORT ON
CHAGAS DISEASE. World Health Organization on behalf of the
Special Programme for Research and Training in Tropical
Diseases. 2010.
2. COURA, J.R. Uma visão sistêmica da endemia chagásica. La
enfermedad de Chagas a la puerta de los 100 años del
conocimiento de una endemia americana ancestral. Publicación
monográfica de la OPS 2007; 25-35.
3. DOBARO, D.; GÓMEZ-RUBIN, C.; SANCHEZ-RECALDE, A.; OLIAS,
F.;BRET-ZURITA, M.; CUESTA-LOPEZ, E.; ROBLES-MARHUENDA,
A.;FRAILE-VICENTE, J.M.; PAÑO-PARDO, J.R.; LOPEZ-SENDON,
J.Chagas’ heart disease in Europe: an emergent disease? J.
Cardivasc. Med. 2008; 12: 1263-1267.
Pubmed
4. WHO. Control of Tropical Disease, CTD. 1998.
5. COURA, J.R. Chagas disease: what is known and what is
needed. A background article. Mem. Inst. Oswaldo Cruz 2007;
102: 113-122.
Full
Text
6. TEIXEIRA, A.R.L.; NASCIMENTO, R.J.; STURM, N.R. Evolution
and pathology in Chagas disease – A review. Mem Inst Oswaldo
Cruz 2006; 101: 463-491.
Full Text
7. TANOWITZ, H.B.; KIRCHHOFFLV, S.D.; MORRIS, S.A.; WEISS,
L.M.; WITTNER, M. Chagas disease. Clin Micrb Rev 1992; 5:
400-419.
Full Text
8. MADOERY, R. Actualizaciones en la Enfermedad de Chagas.
Editores: Madoery R, Madoery C, Cámera M.I. 1993.
9. ANDRADE, S.G. Biodemas, zimodemas e esquistodemas: sua
relação com a patologia da doença de Chagas. En Coura JR.
Dinâmica das doenças infecciosas e parasitárias. Guanabara-Koogan,
Río de Janeiro. 2005; 621-637.
10. COURA, J.R. Tripanossomose, doença de Chagas. Ciênc Cult
(São Paulo) 2003; 55: 30-33.
11. BESTETTI, R.B.; CURY, P.M. Trypanosoma cruzi myocardial
infection reactivation presenting as complete
atrioventricular block in a Chagas´ heart transplant
recipient. Cardiovasc Pathol. 2004; 13: 323-326.
Pubmed
12. MANOEL-CAETANO, F. DA S.; SILVA, A.E. Implications of
genetic variability of Trypanosoma cruzi for the
pathogenesis of Chagas disease. Cad Saude Publica. 2007; 23:
2263-2274.
Full Text
13. TARLETON, R. Chagas disease: a role for autoimmunity?
TRENDS in Parasitol 2003; 19: 447-451.
14. MACEDO, A.M.; MACHADO, C.R.; OLIVEIRA, R.P.; PENA, S.D.J.
Trypanosoma cruzi: Genetic structure of populations and
relevance of genetic variability to the pathogenesis of
Chagas disease. Mem Inst Oswaldo Cruz. 2004; 99: 1-12.
Full
Text
15. LEVIN, M.J. In chronic Chagas heart disease, don’t
forget the parasite. Parasitol Today 1996; 12: 415-416.
16. KIERSZENBAUM, F. Chagas disease and the autoimmunity
hypothesis. Clin Microbio Rev 1999; 12: 2210-2223.
Full Text
17. BONNEY, K.M.; ENGMAN, D.M.. Chagas Heart Disease
Pathogenesis: One Mechanism or Many? Curr Mol Med. 2008; 8:
510–518.
Full
Text
18. TARLETON, R.L. Parasite persistence in the aetiology of
Chagas disease. Int. J. Parasitol. 2001; 31: 550–554.
Pubmed
19. TARLETON, R.L.; ZHANG, L. Chagas disease etiology:
autoimmunity or parasite persistence? Parasitol. Today.
1999; 15: 94–99.
Pubmed
20. DAVILA, D.F.; ROSSELL, O.; DE BELLABARBA, G.A. Int J
Parasitol. 2002; 32: 107-109.
21. MORRIS, S.A.; TANOWITZ, H.B.; WITTNER, M.; BILEZIKIAN,
J.P. Circulation. 1990; 82: 1900-1909.
22. MELO, R.C.; D'AVILA, H.; FABRINO, D.L.; ALMEIDA, P.E.;
BOZZA, P.T. Tissue Cell. 2003; 35: 59-67.
23. ELIAS, F.E.; VIGLIANO, C.A.; LAGUENS, R.P.; LEVIN, M.J.;
BEREK, C. Am J Trop Med Hyg. 2003; 68: 242-247.
24. ANDREWS, N.W.; ABRAMS, C.K.; SLATIN, S.L.; GRIFFITHS, G.
Cell. 1990; 61: 1277-1287.
25. GIORDANENGO, L.; MALDONADO, C.; RIVAROLA, H.W.; IOSA,
D.; GIRONES, N.; FRESNO, M.; GEA, S. Eur J Immunol. 2000;
30: 3181-3189.
26. BORDA, E.S.; STERIN-BORDA, L. Int J Cardiol. 1996; 54:
149-156.
27. RIVAROLA, H.W.; FERNÁNDEZ, A.R.; ENDERS, J.E.; FRETES,
R.; GEA, S.; PAGLINI-OLIVA, P. Effects of clomipramine on
Trypanosoma cruzi infection in mice. R. Soc. Trop. Med. Hyg.
2001; 95: 1-5.
28. BUSTAMANTE, J.M.; RIVAROLA, H.W.; FERNÁNDEZ, A.R.;
ENDERS, J.; FRETES, R.; DE LUCA D’ORO, G.; PALMA, J.A.;
PAGLINI-OLIVA, P. Trypanosoma cruzi reinfections provoke
synergistic effect and cardiac β-adrenergic receptors’
dysfunction in the acute phase of experimental Chagas’
disease. Experimental Parasitology 2003; 103: 136-142.
29. CORTI, M.; YAMPOLSKY, C. Prolonged survival and immune
reconstitution after chagasic meningoencephalitis in a
patient with acquired immunodeficiency syndrome. Rev Soc
Bras Med Trop 2006; 39: 85-8.
30. MENGHI, C. I.; GATTA, C. L.; ARCAVI, M. Trypanosoma
cruzi en el líquido cefalorraquídeo de un paciente con SIDA.
Rev. argent. microbiol. [online]. 2010; 42: 42-142.
31. BAHIA-OLIVEIRA, L.M.; GOMES, J.A.; CANCADO, J.R.;
FERRARI, T.C.; LEMOS, E.M.; LUZ, Z.M. Immunological and
clinical evaluation of chagasic patients subjected to
chemotherapy during the acute phase of Trypanosoma cruzi
Infection 14-30 years ago. J. Infect. Dis. 2000;182: 634-38.
32. BUSTAMANTE, J.M.; LO PRESTI, M.S.; RIVAROLA, H.W.;
FERNÁNDEZ, J.E.; ENDERS, J.E.; FRETES, R.; PALMA, J.A.;
PAGLINI-OLIVA, P.A. Treatment with benznidazole or
thioridazine in the cronic phase of experimental Chagas
disease improves cardiopathy. Int . J Antimicrob. Ag. 2007;
29:733-739.
33. DE CASTRO, S.L. The challenge of Chagas’ disease
chemotherapy: an update of drugs assayed against Trypanosoma
cruzi. Acta Trop. 1993; 53: 83-98.
34. SEGURA, M.A.; MOLINA DE RASPI, E.; BASOMBRIO, M.A.
Reversibility of muscle and Herat lesions in chronic;
Trypanosoma cruzi infected mice after late trypanocidal
treatment. Mem. Inst. Oswaldo Cruz. 1994; 89: 213-216.
35. BERNACCHI, A.S.; DE CASTRO, C.R.; DE TORANZO, E.G.D.;
CASTRO, J.A. Effects of nifurtimox or benznidazole
administration on rat testes: ultrastructural observations
and biochemical studies. Exp. Mol. Pathol. 1986; 45:
245-256.
36. CALDAS, I.S.; TALVANI, A.; CALDAS, S.; CARNEIRO, C.M.;
DE LANA, M.; DE MATTA GUEDES, P.; BAHIA, M.T. Benznidazole
therapy during acute phase of Chagas disease reduces
parasite load but does not prevent chronic cardiac lesions.
Parasitol. Res. 2008; 103:413–421.
37. LISBOA DE CASTRO, S.; SOEIRO, M.S. La investigación de
nuevas drogas para el tratamiento de la enfermedad de
Chagas. www.fiocruz.br/chagas_esp/cgi/cgilua.exe sys/start.htm?
2007.
38. URBINA, J.A.; DOCAMPO, R. Specific chemotherapy of
Chagas disease: controversies and advances. Trends Parasitol.
2003; 19: 495-501.
39. APT, W.; ARRIBADA, A.; ZULANTAY, I.; SANCHEZ, G.;
VARGAS, S.L.; RODRIGUEZ, J. Itraconazole or allopurinol in
the treatment of chronic American trypanosomiasis: the
regression and prevention of electrocardiographic
abnormalities during 9 years of follow-up. Ann. Trop. Med.
Parasitol. 2003; 97: 23-29.
40. CAZZULO, J.J.; STOKA, V.; TURK, V. The major cysteine
proteinase of Trypanosoma cruzi: a valid target for
chemotherapy of Chagas disease. Curr. Pharm. Des. 2001; 7:
1143-56.
41. DU, X.; GUO, C.; HANSELL, E.; DOYLE, O.; CAFFREY, C.R.;
HOLLER, T.P. Synthesis and structure-activity relationship
study of potent trypanocidal thiosemicarbazone inhibitors of
the trypanosomal cysteine protease cruzain. J. Med. Chem.
2002; 45: 2695-2707.
42. RODAN, G.A.; MARTIN, T.J. Therapeutic approaches to bone
diseases. Science 2000; 289: 1508-1514.
43. MONTALVETTI, A.; BAILEY, B.N.; MARTIN, M.B.; SEVERIN,
G.W.; OLDFIELD, E.; DOCAMPO, R. Bisphosphonates are potent
inhibitors of Trypanosoma cruzi farnesyl pyrophosphate
synthase. J. Biol. Chem. 2001; 276: 33930-33937.
44. GOBBI, P.; LO PRESTI, M.S.; FERNÁNDEZ A.R.; ENDERS J.E.;
FRETES R.; GEA S.; PAGLINI-OLIVA, P.A.; RIVAROLA, H.W.
“Allopurinol is effective to modify the evolution of
trypanosoma cruzi infection in mice”. Parasitology Research.
2007; 101: 1459-1462.
45. GOBBI, P.; LO PRESTI M SILVINA, BAEZ ALEJANDRA,
FERNÁNDEZ ALICIA R, ENDERS JULIO E, FRETES RICARDO, GEA
SUSANA, PAGLINI-OLIVA PATRICIA A, RIVAROLA H WALTER.
Association of clomipramine and allopurinol for the
treatment of the exprimental infection with Trypanosoma
cruzi. Parasitology Research. 2010; 107:1279-83.
46. GALLERANO, R.R.; SOSA, R.R. Estudio de intervención en
la evolución natural de la Enfermedad de Chagas. Evaluación
del tratamiento antiparasitario específico. Estudio
retrospectivo-prospectivo de terapéutica antiparasitaria.
Rev. Fac. Cienc. Méd. 2000; 57:135–162.
47. RAVASCHINO, E.L.; DOCAMPO, R.; RODRÍGUEZ, JB. Design,
Synthesis and Biological Evaluation of Phosphinopeptides
against Trypanosoma cruzi Targeting Trypanothione
Biosíntesis. J. Med. Chem. 2006; 49: 426-435.
48. OLIN-SANDOVAL, V.; MORENO-SÁNCHEZ, R.; SAAVEDRA, E.
Targeting Trypanothione Metabolism in trypanosomatid human
parasites. Curr Drug Targets. 2010; 11:1614-1630.
49. KRAUTH-SIEGEL, R.L.; SCHÖNECK, R. Tripanotione reductase
and lipoamide dehydrogenase as targets for a structured
based drug desing. FASEB J. 1995; 9: 1138 – 1146.
50. TOVAR, J.; CUNNINGHAM, M.L.; SMITH, A.C.; CROFT, S.L.;
FAIRLAMB, A.H. Down-regulation of Leishmania donovani
trypanothione reductase by heterologous expression of a
trans-dominant homologue: effect on parasite intracellular
survival. Proc. Natl. Acad. Sci. 1998; 95: 5311-5316.
51. AMARAL, L.; VIVEIROS, M.; KRISTIANSEN, J.E.
Phenothiazines: potential alternatives for management of
antibiotic resistant infections of tuberculosis and malaria
in developing countries. Trop. Med. and Int. Health. 2001;
6: 1016-1022.
52. HAMMOND, D.J.; COVER, B.; GUTTERIDGE, W.E. A novel
series of chemical structures active in vitro against the
trypomastigote form of Trypanosoma cruzi . Trans. R. Soc.
Trop. Med. Hyg. 1984; 78: 91-95.
53. MOTOHASHI, N.; SAKAGAMI, H.; KAMATA, K.; YAMAMOTO, Y.
Cytotoxicity and differentiation-inducing activity of
phenothiazines and benzo phenotiazines derivates. Anticancer
Res. 1991; 11:1933-1937.
54. PETRI, I. B.; SZEKERES, E. V.; BEREK, I.; MOLNAR, J.;
BEREK, L.; KAWASE, M.; MOTOHASHI, N. Immunomodulating
activities on cellular cytotoxicity and the blast
transformation of human lymphocyties by 10- (n-(Phthalimido)
alkyl-2-substituted-10 HPhenothiazines and 1-(2-
Chloroeeethyl)-3-(2-substituted-10 H-Phenothiazin-10-yl)alkyl-1-Ureas.
Anticancer Res. 1996; 16: 1247-1250.
55. MOLNAR, J.; MANDI, Y.; PETRI, I.; SAKAGAMI, H.;
KURIHARA,T. & MOTOHASHI, N. Immunomodulation activity of
Phenothiazines, Benso (a) phenothiazines and Benz (c)
acridines. Anticancer Res. 1993; 13: 439-442.
56. MOLNAR, J.; SAKAGAMI, H.; MOTOHASHI, N. Diverse
Bíological activities displayed by Phenothiazines,Benzo (a)
phenothiazines and Benz (c) acridins .Anticancer Res. 1993;
13: 1019-1026.
57. PAGLINI-OLIVA, P.; RIVAROLA, H.W. Central Nervous System
Agents Used as Trypanosoma cruzi Infection Chemotherapy:
Phenothiazines and Related Compounds. Curr. Med. Chem. Anti-Infective
Agents 2003; 2: 323-333.
58. GUTIERREZ-CORREA, J.; FAIRLAMB, A. H.; STOPPANI, O. M.
Trypanosoma cruzi trypanothione reductase is inactivated by
peroxidase- generated phenothiazine cation radicals. Free
Rad. Res. 2001; 34: 363-378.
59. FERNÁNDEZ, A.R.; FRETES, R.; RUBIALES, S.; LACUARA, J.L.;
PAGLINI-OLIVA, P. Effects of prometazine on the viability of
T. cruzi. Medicina ( Bs. Aires). 1997; 57: 59-62.
60. PAGLINI-OLIVA, P.; FERNÁNDEZ, A.R.; FRETES, R.; PELSMAN,
A. Structural, ultraestructural studies and evolution of
Trypanosoma cruzi infected mice treated with thioridazine.
Exp. Mol. Pathol. 1998; 65: 78-86.
61. LO PRESTI, M.S.; RIVAROLA, H.W.; BUSTAMANTE, J.M.;
FERNÁNDEZ, A.R.; ENDERS, J.E.; FRETES, R.; GEA S.; PAGLINI-OLIVA,
P.A. Thioridazine treatment prevents cardiopathy in
Trypanosoma cruzi infected mice. Int. J. Antimicrob. Ag.
2004; 23: 634–636.
62. BARIOGLIO, S.R.; LACUARA, J.L.; PAGLINI OLIVA, P.J.
Effects of clomipramine upon motility of Trypanososma cruzi.
J. Parasitol. 1987; 73: 451 452.
63. RIVAROLA, H.W.; BUSTAMANTE, J.M.; LO PRESTI, M.S.;
FERNÁNDEZ, A.R.; ENDERS, J.E.; GEA, S.; FRETES, R.E.;
PAGLINI-OLIVA, P.A. Trypanosoma cruzi: Chemotherapeutic
effects of clomipramine in mice infected with an isolate
obtained from an endemic area. Exp. Parasitol. 2005; 111:
80–86.
64. BAZÁN, P.C.; LO PRESTI, M.S.; RIVAROLA, H.W.; TRIQUELL,
M.F.; FRETES, R.; FERNÁNDEZ, A.R.; ENDERS, J.; PAGLINI-OLIVA,
P. Chemotherapy of chronic indeterminate Chagas Disease. A
novel approach to treatament. Parasitol. Res. 2008; 103:
663-669.
65. CASTRO, J. Toxic Side Effects of Drugs Used to Treat
Chagas’ Disease (American Trypanosomiasis) Human & Exp. Tox.
2006; 25: 471-479.
66. BERENBAUM, M.C. A method for testing synergy with any
number of agents. J. Infect. Dis. 1978; 137: 122-130.
67. RADLOFF, P.D.; PHILIPPS, J. Atovaquone and proguanil for
Plasmodium falciparum malaria. Lancet. 1996; 347: 1511-1514.
68. ARAÚJO, M.S.S.; MATINS-FILHO, O.A.; PEREIRA, M.E.S.;
BRENER, Z. A combination of benznidazole and ketoconazole
enhances efficacy of chemotherapy of experimental Chagas’
disease. A journal of Ant. Chem. 2000; 45: 819-824.
69. JIMENEZ-KAIRUZ, A.; RAMIREZ RIGO, V.; QUINTEROS, D.;
VILCHES, A.P.; OLIVERA, M.E.; ALOVERO, F.; MANZO, R.H.
Recientes contribuciones sobre la utilización de
Polielectrolitos en sistemas portadores de fármacos. Parte
I: Dispersiones Acuosas. Rev. Farm.: Reviews. Academia
Nacional de Farmacia y Bioquímica. 2008; 150: 11–25.
70. PALENA, M.C.; ARDUSSO, M.S.; MANZO, R.H.; JIMENEZ-KAIRUZ,
A.F. Polyelectrolytes as Drug Carriers. Analysis by Dynamic
Light Scattering of Reconstituted and in-situ Prepared Model
Polymethacrylate-Drug Aqueous Dispersions. The Open
Nanoscience J. 2010; 4: 1-7.

|