ARTÍCULOS ORIGINALES
Complicaciones del bypass gástrico
convencional y laparoscópico. estudio prospectivo y
comparativo
Complications of conventional and laparoscopic gastric
bypass. prospective and comparative study
Luis Gramática (h)*, César E. Palas Zúñiga**, Walter
Moreno**, Facundo Álvarez Padilla**, Ariel Arias**, Gustavo
Lerda**.
Revista Facultad de Ciencias Medicas 2014; 71(1):16-27
Servicio de Cirugía General
del Hospital Nacional de Clínicas, Santa Rosa 1564. CP 5000,
Córdoba.
cepalas@hotmail.com
* Profesor Titular y Jefe de servicio
** Cirujano especialista
Conflicto de intereses
Sin financiación externa o intereses en conflicto declarado.
Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS)1, reconoce una
epidemia de obesidad en la mayoría de los países
desarrollados y en vías de desarrollo en todo el mundo,
afectando hasta un tercio de la población en países como
Estados Unidos, convirtiéndose después del cigarrillo en la
segunda causa de muerte prematura y prevenible en ese país.
Actualmente la cirugía bariátrica es el único tratamiento
efectivo para esta enfermedad, logrando una disminución
significativa y sostenida del peso2,3,4, así como también
mejorando o resolviendo las comorbilidades asociadas tales
como la diabetes mellitus, hipertensión arterial, apneas del
sueño, dislipemias, etc.5 Estudios bien diseñados y con
resultados a largo plazo han demostrado la superioridad de
la terapéutica quirúrgica en relación a los tratamientos
conservadores6,7, siempre y cuando se respeten de manera
estricta sus indicaciones específicas: índice de masa
corporal (IMC) mayor 35 kg/m2 asociado a una co-morbilidad
mayor o dos menores, IMC superior a 40 kg/m2, imposibilidad
de lograr en forma sostenida la pérdida de peso de manera no
quirúrgica y la ausencia de desórdenes endócrinos
subyacentes responsables de la obesidad7
Desde su introducción en los años 50, muchos procedimientos
bariátricos han sido diseñados, siendo el Bypass gástrico en
Y de Roux (BGYR) la operación más frecuentemente realizada
en la actualidad, constituyendo el 70 a 75% de las cirugías
para la obesidad en los Estados Unidos2. Ideado inicialmente
por Masson e Ito8 en 1969, ha experimentado una serie de
modificaciones que la han convertido en una intervención
factible, segura y eficaz, constituyendo hoy en día el
procedimiento que brinda los mejores resultados, logrando
reducciones de peso más significativas y sostenidas en
comparación a otras intervenciones y altos porcentajes de
resolución de las morbilidades vinculadas9-15.
En 1994 Wittgrove y cols.16 comunican la primera serie
laparoscópica con el fin de agregar a los beneficios del
procedimiento convencional, las ventajas de los abordajes
miniinvasivos, como menor dolor postoperatorio, estadía
hospitalaria más corta y rápido retorno a la actividad
cotidiana.
Hoy en día, el número de BGYR realizados se ha incrementado
de manera significativa sobre todo en Norte América y a
expensas de las intervenciones laparoscópicas, hecho que
denota la preferencia de los pacientes, concibiendo al
bypass gástrico como un procedimiento miniinvasivo2.
El motivos del presente trabajo es comparar en forma
prospectiva la morbilidad y mortalidad de dos grupos de
pacientes con OM tratados por un mismo grupo terapéutico y
multidisciplinario, a quienes se les practicó un BGYR ya sea
por vía laparoscópica o convencional.
Material y métodos
Diseño: Estudio comparativo, prospectivo no randomizado.
Objetivo: analizar y comparar las complicaciones tempranas
(ocurridas antes de los 30 días) y las complicaciones
tardías (más de 30 días) entre el BGL y el BCG.
Secundariamente se evaluaron el tiempo operatorio, promedio
de seguimiento post-operatorio, duración de la
hospitalización, Se consignaron también los datos
demográficos, edad, IMC, riesgo quirúrgico y cirugías
previas.
Población: Desde octubre del 2002 a octubre del 2011, 420
pacientes consecutivos con diagnóstico de obesidad mórbida y
que recibieron tratamiento quirúrgico mediante la
realización de un bypass gástrico en Y de Roux, fueron
divididos según la vía de abordaje utilizada en convencional
(BGC) o laparoscópica (BGL).
Cada paciente fue analizado y discutido en reuniones
semanales del grupo multidisciplinario en forma pre y
postoperatoria, quien después de una evaluación exhaustiva
de cada uno de los aspectos relacionados a sus respectivas
especialidades, autorizaron por decisión unánime la
intervención quirúrgica en cada uno de los casos.
Criterios de inclusión: IMC mayor 35 kg/m2 asociado a una
co-morbilidad mayor o dos menores, o mayor de 40 kg/m2,
imposibilidad de lograr en forma sostenida la pérdida de
peso de manera no quirúrgica y la ausencia de desórdenes
endócrinos subyacentes responsables de la obesidad.
Criterios de exclusión: la presencia de un desorden
psiquiátrico significativo, un desorden alimentario severo,
alcoholismo activo, abuso de sustancias ilícitas, enfermedad
ulcerosa gástrica activa, enfermedad cardiovascular,
respiratoria, hepática o renal severas.
Un consentimiento informado escrito fue obtenido de cada uno
de los pacientes.
Tamaño muestral: El cálculo del tamaño de la muestra, se
realizó asumiendo en base a la literatura consultada que el
porcentaje de complicaciones tempranas del BGC y del BGL fue
del 15 y el 7,6% respectivamente. Con el fin de detectar una
diferencia significativa entre estos dos grupos en relación
a las variables estudiadas, utilizamos un test bilateral con
una probabilidad de error del tipo 1 (α) de 0,05 y una
probabilidad de error del tipo 2 (β) de 0,2 (potencia
estadística del 80%). Como resultado cada grupo quedó
conformado por 276 pacientes. Después de nueve años de
recolectar en forma prospectiva los datos concernientes al
estudio, el brazo BGC contaba con 167 casos y el BGL con
253, por lo que decidimos realizar un análisis preliminar de
los datos y efectuar las comparaciones objeto de éste
estudio.
Aspectos técnicos: El BGC lo realizamos a través de una
incisión mediana supra-umbilical siempre adaptada a las
características del paciente, mientras que el BGL lo
llevamos a cabo mediante la colocación de seis trócares
previa realización del neumoperitoneo con la aguja de Veress
en el hipocondrio izquierdo. En ambos tipos de abordaje y
después de una correcta separación hepática comenzamos la
confección del pouch gástrico, visualizando y disecando en
primera instancia el ángulo de His. Comenzamos la
construcción del reservorio entre la segunda y tercera vena
recta de la curvatura menor, creando a este nivel y siempre
pegado a la pared del estómago una abertura que comunicará
con la cara posterior gástrica y a través de la cual
introducimos en dirección horizontal la primera sutura
mecánica con 6 líneas de grapas, continuando posteriormente
en dirección vertical al His empleando para ellos entre 2 y 4
suturas adicionales, quedando de esta manera un pouch con
una capacidad de entre 20 y 30 ml.
Paso seguido nos dirigimos al compartimiento
inframesocolónico para la confección del asa en Y de Roux,
para lo cual identificamos primero el ángulo de Treitz,
seccionando el yeyuno a 50 cm del mismo mediante el empleo
de una sutura lineal. A partir del extremo inferior
progresamos en sentido distal unos 100 cm aproximadamente en
pacientes con IMC menor de 50 y a 150 cm en pacientes con
IMC mayor a 50 para crear la anastomosis yeyuno-yeyunal, la
cual realizamos con sutura mecánica y surget de ethibon 3-0
en el BGL y en forma manual en el BGC. Un aspecto técnico
destacable es el montaje retrocólico y retrogástrico del asa
ascendente en el BGC y en forma antecólica en el BGL. La
anastomosis entre el pouch gástrico y el asa yeyunal la
realizamos siempre calibrada con una sonda oro-gástrica de
12 mm de diámetro, siendo manual con puntos separados y en
monoplano en el BGC y con sutura mecánica lineal más surget
de ETHIBOND ® 3-0 del orificio remanente en el BGL,
confeccionándola en los últimos 108 procedimientos
laparoscópicos en forma totalmente manual con surget de
ETHIBOND ® 3-0 en doble plano. En todos los pacientes
convencionales o laparoscópicos se efectúo el control de la
anastomosis entre el pouch y el yeyuno con la administración
de azul de metileno a través de la sonda oro-gástrica y aire
a continuación, con el fin de detectar fugas. Control
estricto de hemostasia, colocación sistemática de drenajes
peri-anastomóticos. En todos los BGC se practicó una
gastrostomía a lo Stamm con el fin de evitar la distensión
gástrica aguda, tener una vía de alimentación en caso de
fístulas y hacer estudios de fisiología gástrica. Ningún
paciente salió con sonda nasogástrica del quirófano. Las
primeras 12-24 horas del posquirúrgico transcurren en la
unidad de cuidados intensivos, pasando posteriormente y de
acuerdo a la evolución del paciente a sala común. La
heparinoprofilaxis se realizó con enoxaparina a dosis
terapéuticas desde las 12 hs previas al acto quirúrgico
hasta la movilización que es estimulada antes de las 12 hs
posteriores a la cirugía en ambos grupos. Sistemáticamente
realizamos el control radiológico de la anastomosis entre el
pouch y el yeyuno a las 48 horas del postoperatorio,
comenzando con la ingesta de líquidos ante la ausencia de
fugas. En los últimos 50 BGYR, en su amplia mayoría
laparoscópicos, hemos agregado la administración de
sucralfato a partir de las 8 horas de la cirugía.
Análisis de datos: El análisis de la diferencias entre los
grupos para datos demográficos y operativos fueron
realizados utilizando el test t para dos muestras o el test
exacto de Fisher para los datos categóricos. Las
evaluaciones estadísticas fueron realizadas usando un
software estandarizado (INFO STAT versión 2008) y para el
cálculo del intervalo de confianza de la diferencia de
proporciones se utilizó EPIDAT 3.1. Un valor de P<0,05 fue
considerado estadísticamente significativo.
Resultados
Entre octubre del 2002 y octubre del 2011, 420 pacientes
fueron sometidos a un BGYR, los cuales fueron agrupados de
acuerdo a la vía de abordaje que les fue practicada es decir
convencional o laparoscópica.
El grupo laparoscópico estuvo conformado por dos cientos
cincuenta y tres pacientes, 133 mujeres (52,6%) y 120
hombres (47,4%), con un promedio de edad de 41,05 ± 7,48
años y un IMC de 48,30 ± 5,31.kg/m2. Así mismo, el 73,9% al
menos una presentó co-morbilidad y 159 (62,8%) fueron ASA
III.
El grupo convencional contó con ciento sesenta y siete
casos, 73 mujeres (43,7%) y 94 hombres (56,3%), con un
promedio de edad de 42,39 ± 7,36 años y un IMC de 49,12 ±
4,98 kg/m2, el 71,9% presentó co-morbilidades y 114 (68,3%)
fueron ASA III. Todos los procedimientos fueron realizados
por un único grupo quirúrgico de experiencia en cirugía
bariátrica.
Los dos grupos fueron similares en edad, sexo, IMC y co-
morbilidades preoperatorias (tabla1).
 |
Tabla1.
Datos demográficos y resultados postoperatorios |
El porcentaje de complicaciones tempranas fue del 3,95% en
los pacientes tratados con BGL y del 34,1% en los BGC
(p<0,0001, IC95% 22 - 38) (tabla2)(grafico 1). Dentro de éstas, los seromas y los abscesos de pared representaron el 25,1% y
5,4% respectivamente en el grupo BGC en contraposición al
laparoscópico que no presentó ningún tipo de problema a
nivel del sitio quirúrgico (p<0,05, IC95% 18 – 32), (p<0,05,
IC95% 1,5 – 9,3).
 |
 |
Tabla2.
Complicaciones y mortalidad tempranas del BGL y BGC |
Grafico1:
Complicaciones y mortalidad tempranas del BGL y BGC |
Tres pacientes a quienes se les realizó un BGL presentaron
un hemoperitoneo en el postquirúrgico inmediato (1,18%), de
los cuales uno de ellos fue secundario a la enfermedad de
Von Willebrand, con pruebas de hemostasia preoperatorias
normales, el cual fue reintervenido por vía laparoscópica,
aspirándose los coágulos y confeccionanado un surget sobre
la línea de grapas en la superficie de sección del pouch. De
los restantes, uno fue reoperado en forma convencional y el
otro en forma laparoscópica, no encontrándose la causa del
sangrado en el primero, mientras que en el último se debió a
una lesión a nivel del diafragma ocasionada por la pinza
utilizada como separador hepático. No hubo ningún caso de
hemoperitoneo en el grupo BGC (p=0,28, IC95% -3% - 0,6%)
Consideramos a la hemorragia digestiva como una complicación
cuando la misma ocasionó modificación de los parámetros
hemodinámicos o se requirió de transfusiones sanguíneas por
descenso del hematocrito por debajo del 25%. En base a estos
parámetros, con buena evolución dos pacientes (0,79%) en el
grupo BGL presentaron melena, uno con hematocrito de 22% y
otro con 19%, requiriendo transfusión de una y dos unidades
de sangre respectivamente y la suspensión de la enoxaparina.
En el brazo BGC no se presentó ningún caso de hemorragia
digestiva (p=0.5, IC95% -2,4 – 0,8)
En el grupo BGC, se objetivaron dos fístulas (1,19%) en la
porción vertical del pouch, una de las cuales provocó
inestabilidad hemodinámica del paciente, por lo que tuvo que
ser reintervenido a las 24 horas, suturándose el defecto y
drenando la cavidad. El otro caso se trató conservadoramente
y en forma ambulatoria con alimentación por gastrostomía y
antibióticos. Tres fugas fueron evidenciadas
radiológicamente en el grupo laparoscópico (1,18%), sin
repercusión sistémica y con evolución favorable. No se
encontró diferencia significativa entre ambos grupos frente
a esta complicación (p=1, IC95% -2,6 – 2,6).
En cuatro oportunidades se diagnosticaron atelectasias bi-basales
en pacientes del grupo convencional (2,4%), que
evolucionaron favorablemente con kinesioterapia
respiratoria. No objetivamos en ninguno de los grupos
distensión gástrica aguda del estómago remanente.
La mortalidad a los 30 días fue del nula en el grupo
convencional, mientras que en el laparoscópico se
registraron dos decesos ambos por TEPA (0,79%), no mostrando
una diferencia significativa (p=0,5, IC95% -2,4 – 0,8).
El porcentaje de complicaciones tardías fue del 2,8% en los
pacientes tratados con BGL y del 9,6% en los BGC (p=0,004,
IC95% 1,4 – 12,2)(tabla3)(grafico 2).
 |
 |
Tabla3.
Complicaciones y mortalidad tardías del BGL y BGC |
Grafico2:
Complicaciones y mortalidad tardías del BGL y BGC |
Dentro de éstas, las más
frecuentes estuvieron representadas sobre todo en el grupo
convencional por las eventraciones, las cuales ocurrieron en
un 7,2%, no objetivándose ningún caso en los del BGL,
estableciéndose de esta manera una diferencia marcadamente
significativa (p<0,00001, IC95% 2,8 – 11,6).
Un paciente consultó a los 2 meses del procedimiento
convencional por presentar náuseas, diagnosticándosele una
fístula gastro-gástrica, la cual se resolvió mediante el
tratamiento con inhibidores de bomba de protones, con
control radiológico normal a los seis meses. Otro paciente,
tuvo el mismo diagnóstico a los 6 meses del BGL en el
control radiológico de rutina, siendo tratado con
inhibidores de la bomba de protones, permaneciendo
asintomático (p=1)
Observamos un único caso de oclusión intestinal por una
hernia de Petersen en el grupo BGC (0,59%), no observando
ninguna complicación oclusiva en los BGL (p=0,3).
Dos pacientes del grupo convencional (1,19%) se presentaron
a los 5 y 8 meses del postoperatorio respectivamente, con
vómitos, diagnosticándose a través del estudio endoscópico
estenosis de la anastomosis pouch-yeyunal, requiriendo como
tratamiento una sesión de dilatación neumática,
permaneciendo asintomáticos hasta el día de hoy. En el grupo
laparoscópico hemos observado disminución del calibre
anastomótico en cuatro pacientes (1,6%), completamente
asintomáticos y cuyas anastomosis fueron de las primeras
confeccionadas en forma manual (p=1).
La mortalidad tardía fue similar a la mortalidad temprana,
con dos pacientes en el grupo BGL y ninguno en el BGC,
diferencia que no mostró ninguna significancia (p=0,5)
Se constató cirugías abdominales previas en 25 pacientes
(10%) del grupo BGL y en 23 (13,8%) del BGC (p=0,27, IC95%
-3 – 10).
El tiempo operatorio promedio fue de 127,86 ± 15,18 minutos
en el grupo convencional y de 151,29 ± 22,24 minutos en el
laparoscópico (p<0,05, IC95% 19,5 – 27,3), El tiempo de
seguimiento post- operatorio promedio fue de 29,28 ± 14,24
meses en el grupo BGC y de 26,96 ± 12,43 meses en el BGC
(p=0,079, IC95% -0,263 – 4,903).
El 74% y el 72% de pacientes en el grupo BGL y BGC
respectivamente presentó co-morbilidades tales como diabetes
mellitus, hipertensión arterial y artrosis, no objetivándose
diferencia significativa entre los dos grupos (p=0,7, IC95%
-7 – 11,3).
El periodo de hospitalización fue de 5,19 ± 0,59 días en el
grupo BGC y de 3,27 ± 0,67.(p=0,000, IC 1,79 -2,4) (Tabla1).
Del total de pacientes, el 2,85% presentó anemia, mientras
que el 2,14% caída del cabello. No se realizó una división
por grupos de estas complicaciones.
Discusión
El Bypass gástrico en Y de Roux ya sea en su forma
convencional o laparoscópica ha sido ampliamente reconocido
como el procedimiento más seguro y efectivo en tratar la
obesidad mórbida y sus co-morbilidades12,15,17,18.
La forma convencional para la confección del BGYR, ha sido
exclusiva hasta mediados de la década del 90, a partir de la
cual se introdujo el uso de la videolaparoscopía en este
tipo de cirugía, aportando las ventajas de los
procedimientos miniinvasivos como: menor estrés sistémico e
inmunológico, escaso consumo de analgésicos, recuperación
precoz, estadía hospitalaria reducida y rápido retorno a la
actividad cotidiana y laboral19. Autores como Puziferri y
cols.17y Hutter y cols.18 concluyen que el BGL es más
seguro que el BGC con respecto a las complicaciones
tempranas y proponen a la vía laparoscópica como la técnica
ideal para la realización del BGYR.
No obstante, el BGC ha demostrado ser una técnica segura y
efectiva en cuanto a los resultados y complicaciones,
presentando en nuestra serie resultados similares a los del
grupo laparoscópico, no presentando ningún deceso, al
contrario del BGL que presenta dos óbitos en pacientes
mujeres mayores de 50 años con más de 50 de IMC
correctamente heparinizados y en quienes se tomó todos los
recaudos para evitar los eventos tromboembólicos. Así mismo,
complicaciones tales como el hemoperitoneo y hemorragia
digestiva fueron mayores en el grupo BGL que sin embargo, al
igual que con la mortalidad no presentaron diferencias
estadísticamente significativas con el grupo convencional
que no presentó ninguno de estos eventos. Con respecto a las
fístulas, ambos grupos presentaron porcentajes similares,
destacando que en todos los casos la anastomosis
gastroyeyunal fue confeccionada manualmente, dos en forma
convencional y tres laparoscópicas. Un hecho a destacar es
el empleo de sucralfato en los últimos 50 BGYR, en su amplia
mayoría laparoscópicos, no objetivando a partir de entonces
complicaciones a nivel de la anastomosis, quizás debido al
perfeccionamiento técnico al momento de efectuar la unión
sumado al hipotético efecto protector ejercido por el
sucralfato a nivel de la mucosa gastroyeyunal. Si bien, en
cuanto a estas complicaciones no hubo diferencia
significativa entre uno y otro grupo, creemos que los bajos
porcentajes obtenidos al realizar el BGC se deben a que la
técnica empleada es la misma prácticamente desde el primer
Bypass, no requiriendo de una curva de aprendizaje
prolongada para lograr los resultados deseados. Autores como
Puziferri y cols.17 al referirse a la curva de aprendizaje
la califican como la mayor desventaja del BGL, por tratarse
de una cirugía técnicamente desafiante y compleja, siendo su
curva la más prolongada de todas la intervenciones de
avanzada. Schauer y cols.20 confirman estos hallazgos y
consideran que para alcanzarla es necesario realizar cien
casos. Conforme a ellos, nuestra técnica de Bypass gástrico
laparoscópico se ha ido modificando a lo largo de estos
nueve años, haciendo actualmente pouch gástricos de menor
capacidad y las anastomosis manuales, presentando no
obstante, un número muy reducido de complicaciones y de
conversiones durante la curva de aprendizaje, estas últimas
debido a una lesión esplénica con la sutura lineal durante
la confección del pouch, a una lesión de la arteria
epigástrica y a la rotación del asa en Y, todas situaciones
que cursaron con postquirúrgicos sin ningún tipo de
inconveniente, por lo que podemos afirmar al igual que
Andrew y cols.21 que el BGL puede ser realizado con
aceptable morbilidad durante los procedimientos iniciales.
Es de resaltar que en los últimos ochenta BGL hemos reducido
prácticamente a cero las complicaciones y disminuido el
tiempo operatorio, conforme a lo reportado por Nguyen y cols.22
que, hallaron en su serie de 150 casos que el tiempo
operatorio, la estadía hospitalaria y la tasa de
complicaciones disminuyeron significativamente pasados los
75 procedimientos, por lo que suponemos haber alcanzado
nuestra curva de aprendizaje. Sería interesante hacer la
comparación de nuestros resultados de BGC con los obtenidos
en los últimos ochenta BGL, donde indudablemente la
supremacía del BGL es notoria, destacándose éste último como
procedimiento ideal en el tratamiento de la obesidad
mórbida.
La principal diferencia entre ambos procedimientos está dada
por las complicaciones del sitio quirúrgico, observándose en
los pacientes operados en forma convencional mayor
frecuencia de seromas (25%) y de abscesos de pared (5,4%),
no registrándose ninguno de ellos en los laparoscópicos.
Esta diferencia ampliamente significativa es referida por
autores como Puziferri y cols.17 al informar un 10,5% de
infección de la herida quirúrgica. Creemos que esto se debe
a la magnitud de la incisión, a la exposición de la herida
al ambiente quirúrgico, al trauma quirúrgico y al panículo
adiposo abundante y quizás mal vascularizado que queda
después del cierre de la herida.
No hemos observado en ninguno de los grupos la dilatación
aguda del estómago remanente, quizás debido a la
preservación de la inervación vagal a nivel de la ventana de
la curvatura menor, lo que permite mantener la bomba
propulsora antral con un vaciamiento gástrico adecuado. A
esto debemos sumarle que en el grupo con un BGC, la práctica
de una gastrostomía sistemática, que dejamos
fundamentalmente para realizar estudios fisiológicos, al
descomprimir el estómago lógicamente previene el desarrollo
de esta complicación.
Otra de las complicaciones más frecuentemente observadas,
principalmente en el grupo convencional, es el desarrollo de
eventraciones, por lo general posterior a los 30 días del
postoperatorio, mostrando una tasa del 7,18%. Sugerman y
cols. 23 refieren un 26% de eventraciones, reconociéndose
como factores causales en la aparición de las mismas a la
obesidad, la presión intra-abdominal incrementada y
fundamentalmente a la infección de la herida quirúrgica, tal
como lo reflejaran Christou y cols en su serie al reportar
un aumento en la tasa de eventraciones del 14% al 38% en
pacientes sin infección y con infección de la herida
respectivamente.24,25.
No registramos ningún caso de oclusión intestinal en el
grupo laparoscópico y uno sólo en el convencional, quizás
debido a la forma de subir el asa en el primero, ya que lo
hacemos de manera antecólica, mientras que en el segundo lo
hacemos transmesocolónica, fijando adecuadamente el asa al
mesocolon. No hemos registrado eventos oclusivos por bridas
o adherencias en ninguno de los grupos. Contrariamente,
Podnos y cols.26 informan en su metanálisis tasas mayores
de síndromes oclusivos, sobre todos en series tempranas, al
parecer por no realizarse el cierre del defecto mesocolónico
y mesentérico.
Objetivamos radiológicamente dos fístulas gastro-gástricas,
una en cada grupo, una sintomática expresada en forma de
náusea permanente y la otra asintomática, ambas
evolucionaron muy bien con bloqueadores de la bomba de
protones y dieta líquida hiperproteica. Un hecho a destacar
es que ninguna de estas dos fístulas, fueron del vértice
superior de la transección vertical gástrica sino de su
porción media. Estos dos casos y la observación de melena en
ciertas oportunidades en el postoperatorio inmediato nos
llevaron a realizar en ocasiones, sobre todo cuando la línea
de sección gástrica permanece sangrante a pesar de la
aplicación de clips, un surget invaginante de ambas
superficies de sección gástrica con la doble finalidad de
contribuir a la hemostasia local y al menos de un punto de
vista teórico de proteger el hipotético factor agresivo de
los agrafes.
Dos pacientesdel grupo convencional experimentaron estenosis
de la anastomosis gastro-yeyunal lque evolucionó
favorablemente con una sesión de dilatación neumática. Por
el contrario observamos disminución del calibre de la misma
en cuatro pacientes del grupo BGL, asintomáticos, y que
forman parte de la serie de anastomosis manuales (108 BGL),
creemos que esto sucede porque de primera instancia estas
uniones son de menor calibre que la realizadas con sutura
mecánica, quedando muchas veces menores a 10 mm, lo cual
repercute en el mayor descenso sostenido de peso por parte
del paciente. Endoscópicamente la boca anastomótica es
circunferencial, opuesto al aspecto alargado y asimétrico
que adquiere la anastomosis confeccionada con suturas
mecánica lineales con el pasar de los años.
El tiempo de estadía hospitalaria promedio fue de 3 días
para el grupo BGL y de 5 días para el grupo BGC, diferencia
establecida principalmente por la rápida recuperación física
lograda por los pacientes intervenidos en forma miniinvasiva,
favorecidos fundamentalmente por la ausencia de dolor.
Todos los pacientes fueron dados de alta después de
comprobar radiológicamente la ausencia de fístulas o fugas a
nivel de la anastomosis gastro-yeyunal y presentar una buena
tolerancia líquida que le permita prescindir de la
hidratación parenteral.
Por otro lado, este mismo grupo de trabajo no encontró
diferencias significativas entre ambos grupos con respecto a
la mejora en la calidad de vida, utilizando para su
evaluación el test BAROS, datos que publicamos el año 2009,
observando a favor del procedimiento laparoscópico menor
dolor postoperatorio, rápida recuperación física y pronto
retorno la actividad laboral, encontrando como desventaja el
costo más elevado, principalmente por el uso de mayor
cantidad de suturas y del bisturí armónico30. Actualmente al
realizar la anastomosis entre el pouch el yeyuno en forma
manual, reducimos el costo por el menor uso de suturas
mecánicas lo que ha disminuido enormemente la realización de
los procedimientos convencionales.
En base a los resultados de este trabajo podemos concluir
que la realización del BGYR ha demostrado ser tanto por vía
laparoscópica o convencional, seguro, eficaz y reproducible
en este tipo de pacientes, resaltando sobre todo las
ventajas del BGL en lo relacionado a las complicaciones de
la pared abdominal, lo que sin duda creemos influye de
manera importante en la recuperación del paciente y en la
precocidad del retorno a la actividad diaria y laboral.
Lamentablemente en nuestro medio de trabajo el BGL tiene un
costo muy superior sobre todo por la diferencia en el número
de suturas mecánicas utilizadas y la tijera del bisturí
armónico. No obstante, y ante las premisas mundiales sobre
el tratamiento de elección y de mayor eficacia, proponemos
siempre la realización del BGYR sea laparoscópico o
convencional, ya que lo que ofrecemos es una opción
terapéutica concreta, frente a una imposibilidad económica,
y con la firme creencia, que ante el impedimento de optar
por el abordaje laparoscópico, la vía convencional será
siempre más adecuada que no efectuar ningún tipo de cirugía.
Finalmente, queremos destacar e insistir en la importancia
de respetar estrictamente las sugerencias y conclusiones del
grupo multidisciplinario y poner especial énfasis en la
prolijidad, dedicación y seguimiento del paciente sobre todo
en el postoperatorio inmediato por parte del grupo de
trabajo.
Bibliografía
1) World Health Organization. Obesity: preventing and
managing the global epidemic. Report of a WHO consultation.
World Health OrganTech Rep Ser. 2000; 894:1–253.
PubMed
2) Smith BR, Schauer P, Nguyen NT. Surgical Approaches to
the Treatment of Obesity: Bariatric Surgery. Med Clin N Am.
2011; 95: 1009–1030.
PubMed
3) Brolin RE. Update: NIH consensus conference.
Gastrointestinal surgery forsevere obesity. Nutrition. 1996;
12:403–404.
PubMed
4) Buchwald H. Overview of bariatric surgery. J Am CollSurg
2005; 194:367–375.
5) Sjöstrom CD, Lissner L, Wedel H et al. Reduction in
incidence of diabetes, hypertension and lipid disturbances
after intentional weight loss induced by bariatric surgery:
the SOS intervention study. Obes Res. 1999; 7:477–485.
PubMed
6) Andersen T, Stokholm KH, Backer OG et al. Long-term (5-year)
results after either horizontal gastroplasty or very-low-calorie
diet for morbid obesity. Int J Obes 1988; 12:277–284.
PubMed
7) NIH Conference: gastrointestinal surgery for severe
obesity: consensus development conference panel. Ann
Intern Med. 1991; 115:956–961.
PubMed
8) Mason EE, Ito C. Gastric bypass in obesity. Surg Clin
North Am. 1967; 47:1345–1351.
PubMed
9) Biertho L, Steffen R, Ricklin T et al. Laparoscopic
gastric bypass versus laparoscopic adjustable gastric
banding: a comparative study of 1,200 cases. J Am Coll Surg.
2003; 197:536–547.
PubMed
10) Jan JC, Hong D, Pereira N et al. Laparoscopic adjustable
gastric banding versus laparoscopic gastric bypass for
morbid obesity: a single-institution comparison study of
early results. J Gastrointest Surg. 2005; 9:30–41.
PubMed
11) Weber M, Muller MK, Bucher T et al. Laparoscopic gastric
bypass is superior to laparoscopic gastric banding for
treatment of morbid obesity. Ann Surg. 2004; 240:975–983.
PMC
12) Kushner RF, Noble CA. Long-term outcome of bariatric
surgery: an interim analysis. Mayo Clin Proc. 2006;
81:46–51.
Full Text
13) Maggard MA, Shugarman LR, Suttorp M et al. Meta-analysis:
surgical treatment of obesity. Ann Intern Med. 2005;
142:547–559.
PubMed
14) Colquitt J, Clegg A, Loveman E, Royle P, Sidhu MK.
Surgery for morbid obesity. Cochrane Database Syst Rev
2005:CD003641.
PubMed
15) Brolin RE. Bariatric surgery and long-term control of
morbid obesity. JAMA. 2002; 288:2793–2796.
Full Text
16) Wittgrove AC, Clark GW, Tremblay LJ. Laparoscopic
gastric bypass, Roux-en-Y: Preliminary report of five cases.
Obes Surg. 1994; 4: 353-357.
PubMed
17) Puzziferri N, Astrheim-smith IT, Wolfe BM et al. Three-year
follow up of a prospective randomized trial comparing
laparoscopic versus open gastric bypass. Ann Surg 243:
181-188.
Full Text
18) Hutter MM, Randall S, Khuri SF et al. Laparoscopic
versus open gastric bypass for morbid obesity. A multicenter,
prospective, risk-adjusted analysis from the national
surgical quality improvement program. Ann Surg. 2006; 243:
657–666.
Full Text
19) Nguyen NT, Lee SL, Goldman C et al. Comparison of
pulmonary function and postoperative pain after laparoscopic
versus open gastric bypass: a randomized trial. J Am Coll
Surg. 2001; 192:469–476.
PubMed
20) Schauer PR, Ikramudin S, Gourash W et al. Outcome after
laparoscopic Roux-en-Y gastric bypass for morbid obesity.
Ann Surg 2000; 232: 515-529.
Full Text
21) Andrew CG, Hanna W, Look D et al. Early results after
laparoscopic Roux-en-Y gastric bypass: effect of the
learning curve. Can J Surg. 2006; 49: 417-421.
PubMed
22) Nguyen NT, Rivers R, Wolfe BM. Factors associated with
operative outcomes in laparoscopic gastric bypass. J Am
CollSurg 2003; 197:548-55.
PubMed
23) Sugerman HJ, Kellum JM, Reines D et al. Greater risk of
incisional hernia with morbidly obese than steroid-dependent
patients and low recurrence with prefascial polypropylene
mesh. Am J Surg. 1996; 171:80–84.
PubMed
24) Christou NV, Jarand J, Sylvestre JL et al. Analysis of
the incidence and risk factors for wound infections in open
bariatric surgery. Obes Surg. 2004; 14:16 –22.
PubMed
25) Nguyen NT, Lee SL, Anderson JT et al. Evaluation of
intraabdominal pressure after open and laparoscopic gastric
bypass. Obes Surg. 2001; 11:40–45.
PubMed
26) Podnos YN, Jimenes JC, Wilson SE et al. Complications
after laparoscopic gastric bypass a review of 3464 cases.
Arch Surg 2003; 138; 957-961.
PubMed
27) Lugan JA, Frutos D, Hernandez Q et al. Laparoscopic
versus open gastric bypass in the treatment of morbid
obesity: a randomized prospective study. Ann Surg. 2004;
239:433– 437.
Full Text
28) Higa KD, Ho T, Boone KB. Laparoscopic Roux-en-Y gastric
bypass: technique and 3-year follow-up. J
LaparoendoscAdvSurg Tech. 2001; 11:377–382.
PubMed
29) Pories WJ, Swanson MS, MacDonald KG et al. Who would
have thought it? An operation proves to be the most
effective therapy for adult-onset diabetes mellitus. Ann
Surg. 1995; 222:339 –350.
Full Text
30) Gramática L, Moreno W, Lerda G et al. Bypass gástrico
convencional y laparoscópico en el tratamiento de la
obesidad mórbida. Evaluación comparativa de la calidad de
vida por medio del Test de Baros. PrenMéd Argent. 2009; 96:
42-49.
Lilacs
|