2013  Volumen 70 n° 2

 

 

 

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TRABAJO ORIGINAL

 

Predictores de coqueluche al ingreso en lactantes hospitalizados con infección respiratoria aguda baja

Pertussis predictors in hospitalized infants with acute lower respiratory tract infection

Moreno Laura *, Montanaro Patricia****, Bujedo Elizabeth*, Cámara Jorge**, Abilar C*, Terzoni M*, Romano M*, Marqués Inés*, Quiroga Daniel*, Orecchini Alejandra***, Jacome Javier***, Ferrero Fernando****.

Revista Facultad de Ciencias Medicas 2013; 70(2):63-69

 

 

*Cátedra de Clínica Pediátrica UNC. Hospital de Niños Santísima Trinidad de Córdoba.
**Instituto de Virología JM Vanella FCM UNC
*** Sec. Microbiologia. Serv. Laboratorio. Hospital de Niños Santísima Trinidad de Córdoba.
**** Hospital de Niños Pedro Elizalde. Buenos Aires
Correspondencia:
Laura Moreno. Ferroviarios 1250. Córdoba. E-mail: lauramoreno@arnet.com.ar .
 

Financiamiento: autofinanciado por los autores
Conflictos de interés: no se declaran conflicto de intereses

 

 

 



 

Introducción
La tos ferina o Coqueluche es una infección bacteriana aguda de las vías respiratorias causada por Bordetella pertussis (BP), de distribución universal y alta contagiosidad1 . La incidencia de casos reportados, tanto en Argentina como en el mundo, se ha incrementado en las últimas décadas aún en países con altas coberturas de vacunación2,3. Los lactantes menores son más susceptibles y propensos a desarrollar formas graves de la enfermedad con mayores tasas de hospitalización y muerte4.
A partir del 2003, en nuestro país comenzaron a registrarse tasas de incidencia que aumentaron exponencialmente desde 0,7/105 durante el 2002 a 1,76/105 en el 2003 (aumento en 71%)5. En la provincia de Córdoba, el incremento de casos de BP se documentó a partir del 2005 con la notificación de 60 casos, 345 en el año 2006 y 510 en el 2007, con una elevación de 48% en relación con el año anterior y de un 750% respecto al 20056. En los reportes del sistema nacional de vigilancia de laboratorios (SIVILA) se registraron 1071 muestras positivas durante 2011 y 1135 en el 2012 en todo el país7.
Este fenómeno se debería, entre otras causas, a que las vacunas actualmente en uso, celulares y acelulares, no evitan la colonización de una fracción de la población vacunada ni la enfermedad en algunos sujetos, que permanecen susceptibles, debido a la pérdida paulatina de la inmunidad tanto natural como adquirida frente a B. pertussis. Tan es así, que en Holanda, se ha reportado que alrededor de casos índices de enfermedad, 10% de sus contactos hogareños se comportaron como infectados asintomáticos. Otros estudios han replicado ésta observación, que en momentos epidémicos, 10-20% de los contactos de casos índices alojan en su faringe B. pertussis de manera silente, lo que se debe interpretar como una portación cuya duración y trascendencia epidemiológica son todavía inciertas, dada la falta de información al respecto8.
La presentación clínica es variada y puede estar influenciada por numerosos factores como la edad, inmunocompetencia o el estado de inmunidad adquirida9. Aunque la forma clásica presenta tos en accesos (tos quintosa con “estridor” o ruido inspiratorio), vómitos, cianosis y, eventualmente, apnea10, muchas veces puede manifestarse como una infección respiratoria aguda (IRA) indistinguible de la ocasionada por infecciones virales11. Entre estos últimos, el VRS es el de mayor prevalencia y el más relacionado a cuadros de apnea en este grupo etario12
La sospecha e identificación de casos de infección por BP es fundamental en la práctica por la necesidad de intervenir tempranamente a nivel clínico y epidemiológico implementando tanto medidas terapéuticas, como de control del foco infeccioso. Para ello, ha sido sugerida una “definición de caso sospechoso” (diseñada con fines epidemiológicos) que incorpora todas las características clínicas mencionadas independientemente de la duración de la tos (eliminando la condición de 14 días de duración de la misma). Esta definición garantiza una alta sensibilidad, aunque presenta baja especificidad13. Así, en meses de invierno, con alta prevalencia de infecciones por VSR, resulta muy difícil su discriminación.
Cosnes-Lambe y col, (2008) compararon características clínicas de menores de 4 meses hospitalizados con IRA/bronquiolitis; entre los casos positivos para virus respiratorio sincicial (VRS) hallaron 16% positivos para coqueluche (14/90). Los síntomas clínicos fueron similares entre los pacientes con VRS con y sin coinfección con BP señalando la importancia de sospechar coqueluche en lactantes con tos y apnea14.
Por otra parte, Guinto-Ocampo y col15, compararon signos clínicos y valores del hemograma en menores de 12 meses con diagnóstico positivo y negativo, respectivamente, para BP. Sus resultados mostraron que mayores niveles de leucocitos totales, porcentaje de linfocitos y linfocitos absolutos en sangre periférica se asociaron significativamente con test positivos; siendo este último, el mejor predictor de pertussis en la muestra analizada.
El diagnóstico de coqueluche en fases agudas de la enfermedad, es posible mediante técnicas de biología molecular (PCR) y/o cultivo en secreciones nasofaríngeas con sensibilidad y especificidad variable según el tiempo de evolución y especialmente por la edad del paciente. (60% en lactantes y 10% en niños mayores)16-18; sin embargo, en el momento de tomar decisiones frente a un paciente que ingresa al hospital, sus resultados no están disponibles inicialmente. Es allí donde la discriminación por elementos de la clínica y/o de laboratorio adquiere mayor relevancia.
El objetivo de este trabajo fue comparar síntomas, signos y estudios complementarios al ingreso en lactantes hospitalizados con infección respiratoria aguda (IRA) por BP y por VSR a fin de establecer marcadores que posibiliten su predicción clínica temprana.
 


Material y Método
Diseño: estudio observacional, analítico, transversal, de casos cruzados
Población, material y método. Se identificaron todos los casos de IRA y sospecha de coqueluche incluidos en el Programa de Vigilancia Epidemiológica de Infecciones Respiratorias vigente en el Hospital de Niños de la Santísima Trinidad de Córdoba, Argentina, durante el período 2007-2012. A todos se les realizó una toma de secreciones nasofaríngeas (NF) para identificar virus respiratorios (detección de antígenos virales por infmunofluorescencia). Para los fines del presente trabajo se compararon solamente los casos de Coqueluche con los de virus respiratorio Sincicial (VRS). Se calculó un tamaño muestral mínimo para una prevalencia esperada en el grupo de expuestos de 30% y de 10% en no expuestos, con una confianza de 95% y un poder de 80%, de 170 pacientes. El muestreo fue sucesivo. Fueron incluidos los niños menores 6 meses de edad, previamente sanos, con diagnóstico etiológico confirmado. Las muestras de aspirados NF fueron obtenidas al ingreso. De ambos grupos se registraron datos epidemiológicos (edad, sexo, fecha de diagnóstico), clínicos (presencia de tos en accesos, cianosis, vómitos posterior a la tos, apneas, rinitis y sibilancias) y de laboratorio (hemograma completo con fórmula leucocitaria del momento del ingreso). Fueron excluidos los cuadros graves (requerimiento de UCI/UTI o fallecidos), y los casos de etiología mixta (virus y BP).
Análisis Estadístico. Se evaluó la asociación entre los predictores y la etiología (BP o VSR) por medio de análisis bivariado, calculando OR con sus IC95%. La diferencia entre medias se valoró con prueba T y entre proporciones mediante chi cuadrado Se identificó el mejor punto de corte de leucocitos/linfocitos para identificar BP por medio de curva ROC con IC95%. En todos los casos se asumió un nivel de significación p<0,05.
Aspectos Éticos. El protocolo fue aprobado por el Comité Institucional de Ética Hospitalaria. Todos los datos fueron manejados en forma convenientemente disociada de aquellos que permitieran establecer la filiación de cada sujeto, preservando la identidad de los mismos.


Resultados
Durante el periodo estudiado (2007-2012) un total de 1406 menores de 6 meses fueron pesquizados para BP y virus respiratorios en secreciones NF como parte del Programa de Vigilancia Epidemiológico de IRA. Se detectaron 212 casos positivos para BP (197 mediante técnicas de biología molecular/PCR y 10 por cultivo) Ver Fig 1. Para el presente análisis se excluyeron 38 casos (18%;IC95%:13-24); 25 por coinfección BP/VSR (12%;IC95%:0,8-17) y 13 por requerir UTI (6%; IC95%:0,3-10) (de ellos, 5 fallecidos/38%;IC%:15-67). La fig 2 muestra la distribución estacional de los casos confirmados de coqueluche durante el periodo estudiado. Se observa un aumento de casos durante el periodo invernal (junio-septiembre).
De los 187 casos positivos para VRS, 85 fueron excluidos (45%;IC95%:38-52), según criterios: 25 coinfección con BP (29%;IC95%:19-40), 45 por severidad (53%;IC95%:41-64), 15 co-morbilidades(18%;IC95%10-28).
La muestra quedó constituida por 174 pacientes; 72 con BP (41%;IC95%:33-48%) y 102 con VRS (59%;IC95%:51-66%). Sin predominio de sexo: femeninos 90/174 (51%), edad media 2 ± 1 meses (rango 1-6). Las características clínicas y de laboratorio de la muestra y las diferencias entre los casos de coqueluche y de infecciones virales (VRS) se muestra en la tabla 1. En ambos grupos se documentó sibilancias (83%;IC95%:76-84), tos (63%;IC95%:55-70) y cianosis (40%;IC95%:32-47), con menor prevalencia apnea (18%;IC95%:12-24) y vómitos post tusivos (14%;IC95%:0,9-20). El análisis bivariado mostró una fuerte asociación de los síntomas incluidos en la definición de caso para coqueluche con identificación de BP (apnea, cianosis, vómitos posteriores al acceso de tos). Por lo contrario, no se encontró diferencias con respecto a tos, ni sibilancias (OR:1,2;IC95%:0,9-1,5;p:0,1 y OR:0,9;IC95%:0,8-1,06;p:0,2, respectivamente)
La media de leucocitos totales en los casos de BP fue de 17467±9716/ml. El valor del recuento de linfocitos absolutos (LA) fue significativamente mayor en los lactantes con BP (9387± 6317 vs.5127± 2766; p<0,01). Una curva ROC identificó >9000 cel/ml como el mejor punto del recuento de linfocitos para diferenciar BP de VSR (área bajo la curva 0,73; IC95%:0,64-0,81). La presencia de linfocitosis así definida (> 9000 cel/ml se asoció significativamente con la identificación de BP (OR:8,1; IC95%:2,9-22,7; p<0,01).
No se encontraron diferencias entra ambos grupos en lo que respecta a días de hospitalización, tratamiento recibido, ni prescripción de antibióticos.
 

 

Figura 1.Distribución anual de casos sospechosos y confirmados de Coqueluche. Hospital de Niños  Santísima Trinidad de Córdoba.2007-2012

Figura 2. Distribución de casos confirmados de Coqueluche en el Hospital de Niños Santísima Trinidad de Córdoba (2007-2012)

Tabla 1. Análisis comparativo de las características clínicas y de laboratorio de casos de coqueluche y de infección por VRS  



Discusión
En nuestro conocimiento, este es el primer trabajo original que se publica sobre el tema en nuestro país.
Todos los síntomas incluidos en la definición de caso sospechoso de coqueluche estuvieron presentes en ambos grupos (BP y VRS) con distribución variable en cada uno. En la totalidad de la muestra analizada, la tos en accesos fue el signo más registrado seguido de crisis de cianosis y/o cianosis posteriores a la tos, con menor frecuencia se presentaron vómitos postusivos o ahogos con la tos y apnea. La definición operativa propuesta por el CDC 13, y adoptada por instituciones locales para sospechar coqueluche, intenta instalar en la práctica pediátrica la alta sospecha clínica en momentos de brote epidémico. Sin embargo, durante los meses fríos con alta prevalencia de infecciones por VRS, la pesquisa de casos así formulada puede generar un gran porcentaje de “falsos positivos” (85% en nuestra muestra). Heininger y col en 199719 describieron los signos y síntomas presentes entre más de 2500 pacientes de todas las edades con sospecha de coqueluche, tomando la tos de más de 7 días como criterio de inclusión. La positividad diagnóstica con esa consigna fue del 12,4% (81,6% de falsos positivos). Entre pacientes no vacunados, con BP confirmada por cultivo, estos autores encontraron una prevalencia mayor de tos paroxística inicial (82%) y vómitos postusivos (53%). En nuestro trabajo, la variable tos no mostró asociación con los casos confirmados de BP (69% vs 58 %); este hallazgo podría explicarse por la corta edad de los pacientes (2,5 meses), susceptibles de presentar ahogos con la tos no necesariamente prolongada, ni en accesos (característica presentes en pacientes mayores)13. En los estudios de Heininger19, con pacientes de 0 a 41 años de edad (media: 4,3 años), el 90% mostraron tos por más de 4 semanas durante su evolución, alcanzando la definición de caso típica de tos convulsa en 97% de los casos confirmados (definición que incorporaba la duración de la tos a los signos característicos). Por otra parte, la presencia de apneas en los menores de 6 meses, fue del 15,9%, cifra muy inferior a la identificada en nuestra población (38%), probablemente relacionada con la distribución etaria de nuestros pacientes (90% menores de 3 meses).
Las sibilancias estuvieron presentes en la mayoría de los casos (83%) sin asociación con ninguno de los grupos (BP: 79% vs VRS: 86%). Si bien su presencia es característica de las infecciones virales, es un hallazgo relativamente frecuente en casos de coqueluche en el periodo de lactante20. La edad de los pacientes, con predisposición anatómica y funcional a la obstrucción de las vías aéreas podría explicar este fenómeno21. Por otra parte, no podemos descartar la presencia de coinfección con otros agentes no investigados. Recientemente se ha descripto una elevada proporción con cuadros respiratorios ocasionados por rinovirus, agente que no es sistemáticamente pesquisado prácticamente en ningún centro del mundo22.
En nuestra serie, el promedio de positividad en la confirmación diagnóstica para BP fue del 15%; con cifras de casos sospechosos anuales relativamente estables durante el periodo estudiado. Estos datos son semejantes al referido en documentos oficiales como SIVILA (Ministerio de Salud de la Nación) que oscilan entre 13%-18%7,23.
El recuento de linfocitos absolutos en sangre periférica se asoció significativamente a casos de BP en lactantes menores de 6 meses con IRA y sospecha de coqueluche. El punto de corte con mejor sensibilidad y especificidad de LA fue de ±9000/ml. Guinto-Ocampo y col15 propusieron un punto de corte similar (± 9400/ml), aunque las series no son exactamente comparables: los autores analizaron casos positivos vs. negativos para BP, resultando el valor de linfocitos como predictor de positividad para pertussis en lactantes con bronquiolitis.
En relación al estado de inmunización, observamos que si bien en la mayoría de los casos de coqueluche (78%) se registró vacunación completa para la edad, por tratarse de lactantes muy pequeños, ningún paciente tuvo oportunidad de completar las dosis requeridas para asegurar un estado de inmunización adecuado. Entre las hipótesis que intentan explicar la reemergencia de la enfermedad se cuentan, entre otras, la acumulación de portadores adolescentes y adultos jóvenes por pérdida de la protección ofrecida por los esquemas de vacunación (Tres dosis a los 2, 4 y 6 meses, con dos refuerzos a los 18 meses y al ingreso escolar). En función de los resultados de estudios epidemiológicos reciente, en nuestro país se ha propuesto orientar las medidas de control hacia la vacunación de mujeres embarazadas desde la semana 20ª de gestación o en el postparto inmediato junto a su pareja (estrategia de “capullo”)24. Además, en el año 2008 se incorporaron al esquema obligatorio de vacunación los refuerzos con la triple adultos acelular a los adolescentes de entre 11 y 12 años25.
Con respecto al tratamiento, observamos que la prescripción de antibióticos (claritromicina) en los casos de BP no superó el 62%. Esto podría estar relacionado a las demoras en la confirmación diagnóstica (entre 5-10 días para la identificación de BP) que en un porcentaje de pacientes excedió los días de hospitalización (8±2 días). Por otra parte, sabemos que el tratamiento con antimicrobianos no ha demostrado cambiar la evolución del cuadro clínico de coqueluche, aunque evita la propagación de la enfermedad entre los contactos y está recomendado para los casos graves 26. Por lo tanto, la sospecha e identificación de casos de infección por BP, es fundamental en la práctica por la necesidad de intervenir tempranamente a nivel clínico y epidemiológico optimizando así las medidas terapéuticas y de control del foco infeccioso27.
Entre los casos virales, por el contrario, más de la mitad de los pacientes (64%) sí recibió tratamiento con antimicrobianos (claritromicina con o sin ampicilina). Si bien el tratamiento de las IRA ocasionadas por virus se basa fundamentalmente en medidas de sostén, previniendo y tratando la hipoxemia (o la insuficiencia respiratoria) que resulta de la interacción agente-huésped, no es excepcional su uso en cuadros de IRA. Se ha propuesto el uso de macrólidos en el tratamiento de la bronquiolitis apelando a sus propiedades inmunomoduladoras; sin embargo, las evidencias no apoyan esa indicación28 por lo que no es una pauta de rutina en nuestra institución. La sobreutilización de antibióticos, por el contrario, promueve un aumento en la resistencia de bacterias que colonizan las vías aéreas superiores (como Streptococcus pneumoniae). Registros de la Sección Microbiología del Hospital de donde provienen los casos analizados, han evidenciado valores de resistencia de neumococo a macrólidos que aumentaron desde 21,2% (2008) a 36%(2011)29.
Esta situación no hace más que confirmar las dificultades existentes para decidir una medida terapéutica, a la vez que documenta la necesidad de asumir una conducta más racional en el uso de antimicrobianos para el tratamiento de este tipo de pacientes.
La fortaleza más importante de este trabajo asienta en ser el primero en nuestro país en analizar datos originales en relación a las diferencias entre casos de BP y de VRS aportando datos más precisos sobre la posibilidad de que lactantes hospitalizados con diagnóstico de infección respiratoria aguda baja puedan presentar, al ingreso, un cuadro de coqueluche. Como debilidades debemos señalar la posibilidad de haber incurrido en sesgos de selección e información, especialmente en aquellos de memoria, aunque la consistencia de nuestros datos con los de la bibliografía hace pensar que esto podría no ser así. Por otra parte, sabemos que la prueba diagnóstica más sensible y específica de infección aguda es el estudio serológico para BP por lo tanto, podría haber un subregistro de casos de coqueluche en relación a la prevalencia encontrada. Sabemos que la sensibilidad de la PCR es variable y depende de la situación inmunitaria previa así como de la edad del paciente.

Concluimos que en menores de 6 meses hospitalizados por IRA, algunos elementos clásicos de diagnóstico (apnea, cianosis y linfocitosis) pueden ser útiles en diferenciar a los niños con BP de aquellos con infecciones por VSR. Si bien la sospecha clínica de casos para la identificación de BP son medidas recomendadas para controlar la reemergencia de coqueluche, los lactantes hospitalizados con IRA ofrecen la oportunidad de un seguimiento particular que posibilite un uso más racional de los antibióticos.



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